CAP 19: “NONAMA”
Llevo el cabreo por todo el cuerpo y el frío me entumece los músculos. Me agarro el macuto mejor cuando Tuoruk hace un giro brusco y resoplo con hastío. He estado a esto de hacerlo con Aurish, y van y justo antes me llaman para una misión. Putos invasores. Me han jodido el momento. Llevo meses queriendo hacer esto, queriendo hacerlo con ella, y cuando por fin nos atrevemos, pum, no podemos.
Lo que siento por ella va mucho más allá de un simple polvo, ¿vale? Solo quiero dejarlo claro. Lo que siento por ella es potente, feroz, y me carcome por dentro todos y cada uno de los días. Cuando la veo, mi corazón pasa a depender de ella, y mis latidos funcionan a la par que los suyos cuando se acerca.
Recuerdo vívidamente mientras monto encima de Tuoruk los momentos con Aurish hace apenas unas horas. La manera en que me ha besado, en la que me ha tocado. La manera en que me ha montado y me ha estado torturando, bajando lentamente en vez de hacerlo de una vez.
Siento de golpe como mis mejillas se calientan, pero trato de calmarme y barro todo eso de mi cabeza.
–Tuoruk, ¿estamos cerca?
–Sí.
–Vale, pues me voy preparando.
A los pocos minutos alcanzo a ver los fuegos de alerta de la base junto a algún que otro roc en el aire. Veo mantícoras luchar contra ellos, pero cada vez que terminan con uno parece salir otro. Tuoruk acelera y en apenas unos segundos ya estamos volando por encima de un roc.
–Púas, Tuoruk.
Le damos de lleno en la nuca al aguilucho, haciéndole caer de espaldas y matando al jinete. Ahora me da un poco de pena matar a unkarianos. Porque cada vez que voy a una base y mato a la mayoría, me imagino que todos son Aurish. Aurish. Aurish. Aurish. La tengo metida en el cerebro.
Mis compañeros, jinetes que no había visto aún pero con los que me han juntado hoy, atacan a los otros rocs. Uno de los chicos cae de su mantícora, pero aparto la mirada antes de ver cómo se parte la crisma contra las piedras de la montaña sobre la que se ubica Nonama.
Pasa cerca de una hora cuando finalmente conseguimos acabar con los unkarianos y nos quedamos solo con dos de ellos. Usamos piedras contenedoras para que no usen sus dones y dormimos a sus monturas con veneno de mantícora.
Jin, uno de los chicos, me da un golpecito en el hombro y me hace un gesto para que vaya a interrogarlos. Bajamos por una escalera sucia y llena de polvo en los pasillos subterráneos de Nonama hasta llegar a una sala que huele a rayos. El aire huele a humedad, a cerrado y a mierda de rata.
–Vamos a interrogarte, unkariano. Si no respondes, sufrirás.
–Que te jodan, nayolense.
Jin le cruza la cara tan fuerte que se le sale volando un diente. Que fuerte pega. El suelo se salpica de sangre y el invasor lo mira con cara de odio. Lo insulta mentalmente de mil formas posibles, pero cuando empieza a pedirle a los dioses que lo maldigan, me pierdo. No sé cuáles son sus dioses y qué significan. Solo conozco uno: Ahmur, que es su dios de la muerte. Anda que yo también solo conocer ese.
–No me leas la mente cabrón.
–Eso no es algo que tú pueda… ¿Cómo sabes que te estoy leyendo la mente?
–Porque ese también es mi don.
–Anda.
Me voy hasta él y le saco la piedra contenedora. Las que le hemos puesto no tienen mucho alcance, por lo que si estaba lejos aún podía usar bien mi don. Me la llevo fuera de la sala y vuelvo. Su don no es mortal ni nada parecido, así que puedo estar cerca sin problema.
–¿Y esas imágenes tan guarras de tu cabeza, rata? –me suelta.
–No estoy pensando en nada guarro.
–Ya. Mi don no es leer mentes así como así, puedo ver toda tu vida. Pero he preferido ver los últimos momentos de tu día antes de matarnos a todos. No sabía que se os permitiera acostaros con prisioneras, y mucho menos con ella. Pensábamos que la habíais matado.
–Como la nombres te arranco la cabeza–le amenazo agarrándolo por el cuello. ¿Sabe quién es Aurish? ¿De verdad la conocen tanto?
Me jode más que a nada que esté viendo mis recuerdos y a Aurish. La está viendo hacer todo lo que hacemos en privado sin siquiera pedirme permiso. Este no merece vivir. Además, aparenta veinte años, por lo que no debe de tener tampoco información, igual que Aurish.
–Jin. No nos sirve. Mátalo.
–Voy.
Me doy la vuelta mientras ando hacia la puerta y el crujido de huesos llena la sala. Le ha roto el cuello.
–Tenemos a otro. También es un indigno. Malditos… son putos demonios–intento ignorar el desprecio absoluto con el que nombra a los que son como yo y lo sigo por los pasillos.
Llegamos a otra sala, en la que nos espera un chaval de piel oscura y ojos verdes. Joder, parece que esté de moda que todo el mundo tenga el mismo verde que yo.
El chico nos mira con un cabreo casi palpable en la mirada. Está herido y un corte le cruza el ojo izquierdo, aunque sin herirle el glóbulo ocular.
–¿Visitas? ¿No sabía que fuera tan famoso? ¿Un autógrafo? –bromea sin siquiera sonreír.
–Será una visita dolorosa, indigno. Riot, activa–me ordena. Contraigo mis pupilas y empiezo a buscar doble sentido o información en lo que piensa.
El chaval no tiene un pensamiento nada claro, joder. Si no se despista con el mal olor, se despista mirando los ratones que pasan cerca de sus pies. Y cuando hay algún momento en el que sí se concentra en Jin, lo único que hace es insultarlo y cagarse en todos sus muertos.
–¿Para qué os han mandado atacar?
–A ti te lo voy a decir, cara mierda–piensa el chico.
–Te lo repito–dice Jin perdiendo por completo la paciencia mientras se pasa la mano por el pelo rubio de su nuca.
–Quiero salir de aquí, me duele todo y… anda, otra rata. ¿Si no me matan me darán de comer?
Contengo una risita. Joder, piensa igual que Aurish. Solo se preocupa por la comida. Me fastidia que no piense en lo que queremos descubrir, pero me lo estoy pasando bien con sus pensamientos.