CAP 27: “DUELES”
Me quedo tan petrificada que incluso me corto con la daga un poco en el dedo. ¿Son cosas mías o acabo de oír a Riot? Me da miedo girarme. No puedo girarme. ¿Qué le digo? No quiero volver a hacerle daño. Pero no quiero que me lo haga él a mí. Seguro que está tan furioso conmigo que ahora solo quiere matarme.
Me duele tener que hacer esto, pero quizá si actúo como si me importara una mierda, todo siga como antes. No tendré que pasar por todo lo que Riot tenga que decirme y recriminarme.
Me giro con una máscara enorme de indiferencia y lo miro como si no me importara, pese a que verlo sentado en la cama hace que me muera de alegría por dentro. Está vivo.
–¿Cuánto…?
–Una semana.
–Joder… ¿Llevas aquí… todo el tiempo? –me pregunta con esperanza. Mierda, como duele volver a ver el verde de sus ojos.
–¡Ja! ¿Yo? Nah, que va. Me he pasado a ver que tal ibas. Nada más. Solo llevo aquí–una maldita semana entera– cinco minutos.
Veo como su expresión esperanzada se apaga y al momento se pone la máscara de imbécil. Pero con toda la razón del mundo. Estoy siendo una hija de puta con él ahora mismo. Y me merezco cualquier cosa que me diga.
Riot hace el amago de levantarse del todo, pero me asusto por si se hace daño y me levanto levemente del poyete, pero cuando me doy cuenta de lo que acabo de hacer, vuelvo a sentarme de prisa. Pero Riot lo ve.
–Vale. No debería levantarme, ¿no?
–Exacto.
Nos quedamos en silencio, sin mirarnos en absoluto. Noto que gira la cabeza hacia mí, así que yo también lo hago.
–¿Vienes? –me pide con voz dolida. No pienso negarme a tal cosa. Debería, pero soy incapaz de negarme. Me levanto del poyete dejando la piedra y las dagas, me llevo el dedo herido a la boca y chupo la sangre. En cuanto llego hasta él, me siento en el borde del colchón y lo miro. Se queda en silencio un rato, mirando mi mano herida fijamente– ¿Me quieres?
Lo miro descolocada y desvío mis ojos hasta sus manos. Su olor a madera quemada no me deja pensar, y las ganas que tengo de pedirle perdón me arden en la garganta.
–No.
–Entonces ¿por qué te has pasado una semana aquí? No me hagas la pregunta de siempre, ya sabes la respuesta–le pongo mala cara al saber que se ha metido en mi mente, aunque ahora ya no lo esté haciendo.
–Porque quería saber si te había matado o no. Solo quería herirte, pero se me fue de madre un poco y casi te mando al otro barrio.
Se me congela la sangre cuando siento sus dedos tocar los míos. Me agarra la mano y entrelaza nuestros dedos. No aparto la mano. Le dejo tocarme, siendo consciente de cuánto necesité esto todos estos días.
–Creo que he formulado mal la pregunta. ¿Me odias?
–No–le digo, intentando que no se vea lo que realmente estoy pensando.
–Entonces ¿qué sientes por mí? Te volviste loca al saber que Umani no estaba. Y te conozco lo suficiente como para saber que no habrías actuado así sin sentir algo por mí. Puede ser aprecio, puede ser cariño… amor, o puede ser amistad, simplemente. Pero hay algo. ¿Qué es ese algo, Aurish?
Sube su mano hasta mi pelo y me coloca un mechón de pelo tras la oreja. Recuerdo vívidamente cuando me hizo ese mismo gesto con la mano ensangrentada, el día que lo herí.
Siento como se me acelera el corazón al notar que su tacto vuelve a ser ardiente y no frío.
–No es nada.
Cada vez me siento peor. Mi corazón duele como jamás había dolido. Me cuesta respirar. Me tiemblan las manos. Y mis ojos arden, conteniendo las lágrimas.
–Aurish…
–Amor–suelto finalmente–. Esa es la mierda que siento por ti. Y no te pido que me quieras de vuelta otra vez. No quiero. Entiendo perfectamente que ahora quieras olvidarte de mí y…
–Cállate, imbécil.
Me agarra por la nuca con la fuerza de siempre y me besa como nunca me había besado nadie. No es solo un beso apasionado y feroz; este lleva algo más. Algo que solo está entre nosotros. Algo que solo él y yo entendemos.
Jadeo por todo lo que he estado soportando y empiezo a llorar desconsoladamente mientras me aferro a sus labios como si fueran la salvación.
No debería moverse así después de haber estado tanto tiempo en ese estado. No debería. Pero lo hace.
Me agarra por la cintura y me acerca a él hasta que me siento sobre sus piernas. Sigue besándome mientras me agarra la cara con ambas manos. Lo necesitaba tanto…
–Riot, yo…
Todo el dolor que llevo encima de toda la semana explota de golpe y me hace incluso temblar sobre él. Me abrazo a su cuello mientras hundo mi nariz por debajo de su mandíbula. Sus enormes y candentes manos me sujetan y acarician mi pelo.
–Estoy aquí.
–Riot…–jadeo, pronunciando su nombre, como si necesitara asegurarme de que realmente está aquí y no son alucinaciones mías.
No me suelta. Me mantiene ahí. Incluso después de todo lo que he hecho. Me separo de su cuello y lo vuelvo a besar. Tengo una necesidad ardiente de decírselo. Y voy a hacerlo. Me separo de él entre lágrimas y lo miro fijamente.
–Te amo, Riot Dakyren. Con tus defectos y tus rarezas. Con tus chistes de mierda y tus conocimientos interesantes. Con tus cicatrices y tus marcas. Con tu pasado y tu presente. Te quiero tal y como eres. Y no quiero a nadie más. Eres tú. Te amo a ti.
–Yo también te amo, Aurish Galeyra. Con todos tus malos humores y tus risas tontas. Con tus marcas brillantes y tu nuevo pelo corto. Con tus traumas y tus risas. Con tu arma masiva propia. Y también con tu pasado y tu presente. Porque yo tampoco quiero a nadie más. Porque eres tú. Porque te amo a ti. Y te amé desde el primer momento en que vi tus ojos verdes en aquella base unkariana.
Sollozo y me lanzo a por su boca como si él contuviera el aire que necesito para respirar. Porque lo necesito para vivir. Lo necesito a él.
Me agarra con fuerza por la espalda y me besa con necesidad. Siento que algo me moja las mejillas, pero no es mío. Lo miro y se me encoge el corazón al verlo llorar. Lo agarro por las mejillas y le beso el alrededor de los ojos para secarle las lágrimas. Deja caer su cabeza a mi pecho mientras solloza y llora. Siento como sus dedos se clavan a mi espalda, como si necesitara asegurarse de que estoy aquí.