En la iglesia, William estaba sentado junto a la Dra. Evelyn, cargando el peso de su reciente encuentro con Lucien Graves. Las inquietantes palabras del líder del culto seguían resonando en su mente, una visión perturbadora de un mundo donde la lógica era insignificante frente a algo más primigenio.
Evelyn lo observaba con preocupación. La lucha interna de William era evidente: confusión, duda, y una inquietud que amenazaba con arrastrarlo. Finalmente, rompió el silencio.
—"Pareces... atormentado,"— dijo con cautela.
William soltó una risa amarga. —"Tal vez estoy viendo lo que me negué a aceptar por tanto tiempo. Lucien no me convenció, pero me hizo cuestionar todo. Estoy aferrándome a ideas que no comprendo."—
Evelyn desvió la mirada hacia los libros y notas esparcidos en la mesa: símbolos, textos antiguos y dibujos de rituales. Fragmentos de un mundo que nunca pensó que tomaría en serio, pero que ahora enfrentaba con creciente urgencia.
—"Necesito contarte algo,"— comenzó en un susurro, como si temiera pronunciarlo en voz alta. —"Hace meses, me infiltré en el culto de Lucien. Pensé que podía estudiar su influencia sin sucumbir, pero estaba equivocada. Su visión no solo atrapa a sus seguidores, sino que invade la mente de cualquiera que intente comprenderla."—
William la miró, tenso. —"¿Qué descubriste?"—
Evelyn respiró profundamente antes de continuar. —"Vi lo que Lucien busca traer a este mundo. No lo rechacé por lógica, sino por lo que sentí en mis huesos. Escapé antes de que fuera demasiado tarde, pero no todos tienen la fuerza para hacerlo."—
En ese momento, el padre Elias entró en la capilla, irradiando una calma solemne. Al notar su tensión, arqueó una ceja.
—"¿En qué puedo ayudarles?"— preguntó, su voz tranquila pero inquisitiva.
Evelyn intercambió una mirada con William, consciente de que estaba a punto de cruzar un límite peligroso. Sacó un medallón de su bolsillo y lo mostró. —"Esto no es solo una reliquia. Es una llave. Lucien planea usarla para abrir algo que no debe ser abierto."—
William tomó el medallón, sintiendo su peso. —"Entonces debemos detenerlos,"— dijo con firmeza.
—"Esto no es solo sobre puertas,"— añadió Evelyn, mostrando sus notas. —"Lo que está al otro lado afecta más que lo físico. Ataca la mente y el alma. Necesitamos estar preparados."—
Elias, con voz pausada, intervino. —“Si eliges sumergirte en las aguas del conocimiento prohibido”— dijo, sus palabras flotando como un eco inquietante —“no esperes salir de ellas sin llevar sus marcas. Es imposible cruzar esos ríos y salir seco; ese es el precio de ver lo que otros no ven.”—
A pesar de las advertencias, William hojeó las notas de Evelyn. Los símbolos y las descripciones lo arrastraron más profundamente hacia un abismo de verdades oscuras. Aunque la duda lo asaltaba, su decisión ya estaba tomada. El peso de lo desconocido no podía competir con su necesidad de respuestas.
—“Ten cuidado, William”— dijo Elias en voz baja. —“Ayudarte podría destruirte. Este conocimiento no es algo que se pueda compartimentar; no es algo que puedas controlar. Se filtra en ti, reconfigura tu forma de pensar y te consume sin que te des cuenta. no todos sobreviven a él.”—
Pero William sabía que no podía detenerse. Era su oportunidad de desentrañar los misterios que lo habían atormentado y tal vez de entender la retorcida visión de Lucien.La lucha apenas comenzaba.