Salió del cubículo sopesando con gravedad la situación en la que se hallaba enredado. Sin pensarlo más apresuro el paso hasta que se encontró a una distancia considerable de la facultad.
Entrada la noche dormitaba en su habitación cuando un sonoro toquido en la puerta lo levanto intempestivamente. Su corazón latía estruendosamente, casi al punto de la taquicardia. Su resolución estaba agotada y su mente agónica, sin saber que ruta tomar. Los golpes en la puerta ahora eran más grandes. Albert hipotetizaba que en cualquier momento la madera de la puerta cedería y por la rotura se introduciría su novia que lo insultaría infinitamente por su deficiente lealtad.
Con pasos lentos e inseguros se dirigió a la puerta enfocando por la mirilla. Era Nelly y otra persona; su corazón lo golpeaba y el sudor de su frente comenzaba a ser abundante. No tuvo otra solución que abrir para enfrentarse a la realidad del encaro que Nelly le pondría. Apenas abrió la puerta cuando el rostro de su novia y el de Samantha aparecieron a la par.
-¿Por qué no abrías? Pensé que estabas ausente porque trabajabas en tu proyecto de Hilbert. Por cierto, esta srita. te busca; dice que hoy la verías, pero que no llegaste.
Albert no respondía, en su mente calculaba un panorama de destrucción y decepción. Con una voz ligera dijo:
-Me hallaba extremadamente cansado que únicamente sentía deseos de cerrar los ojos y no pensar en nada.
Paralelamente recordó que hoy era jueves y que los jueves era cena obligatoria con Helen y con Nelly. Su boca no acertaba que palabra pronunciar, pero antes que su lengua emitiera vocablo alguno Samantha dijo:
-Estuve aguardándote cerca de hora y media en la biblioteca; hasta supuse que olvidaste nuestro acuerdo.
Cuando Samantha decía esto Albert se percató que Nelly lo examinaba con sus vivaces ojos al mismo tiempo que estos parecían formularse un torrente de preguntas. Como Nelly no exhalaba palabra Albert teorizo que quizá ya conociera la verdad. Sin embargo, Nelly acotó:
-Alberti, no seas descuidado, ayuda a Samantha con su proyecto. Recuerda que en el pasado el profesor Bernabé, y aún yo, así como una lista interminable de maestros te auxiliaron con tus problemarios y demostraciones.
Otra vez surgía la descollante empatía de Nelly.