A medida que la escuchaba se sentía más y más sumergido en una nueva ruptura de la realidad que lo devoraba encarnizadamente.
-¡Alberti, Alberti! ¿Me escuchas?
En ese instante Albert deliraba.
-La soledad invade las ruinas de mis litorales. Soy una primavera sin alma que duerme silenciosa. Que bueno que la brisa de fuego no vislumbra mi trágica armonía. Soy un lejano olvido que se mece sigiloso; soy una ráfaga de viento que no pudo arrullarse en tu piel. Ahora el manantial yace sediento, irradiando …
-¿Hace cuánto comenzó a comportarse así? – inquirió el médico.
-Hace cerca de media hora. ¿Qué le sucede a mi novio?
-Entre sus pertenencias encontramos Risperdal; seguramente es un brote psicótico.
Con la respuesta del doctor Nelly cayo en un pasmo que se reflejaba en su rostro. Sus ojos extraviaron su brillo, su sonrisa se apago y su hablar se convirtió en pausas melancólicas y de abatimiento.
-No sé que decirte muchacha. No encuentro las palabras.
-No se preocupe profesor; usted hizo mucho ayudándome para transportarlo al hospital.
En ese momento por el pasillo se acercaba Helen con intensa prisa.
-Hola Nelly. ¿Dónde tienen a mi Alberti?
-Gusto en verte Helen, aunque sea en estás adversas circunstancias.
-Hola Bernie, veo que te sigues conservando en óptimas condiciones.
-¡Conoce al profesor Bernabé! – señalo Nelly con sorpresa saliendo un poco de su tristeza.
-Así es; lo conozco desde que éramos adolescentes.
-Hola Helen – dijo una voz que Nelly conocía de sobra.
-¡Mallory!, ¿tú aquí? No puedo creer que una situación como está nos haya reunido después de largos años.
-¡Bernie! Sigues conservando la frescura de la juventud.
-Ni tanto Mallory; cuestión genética y de alimentación, probablemente.
-Es lo que le dije en cuanto lo vi – acotó Helen.
-¿También conoces al profesor, madre?
El asombro de Nelly ahora era gigantesco. Resultaba que Helen y su madre conocían al profesor. Nunca concibió su mente que tal hecho fuera posible.
-¿Familiares de Albert Evans?
-Aquí doctor – declaro Helen.
-Evans sufrió psicosis, aparentemente causada por un fuerte estrés postraumático. En este momento recibe medicación para controlar su estrés. ¿Sabe la causa que lo llevo al límite?
-Sí; pero no considero conveniente revelarlo. ¿Será posible llevarme a mi Alberti a casa?
-Por supuesto, en cuanto las enfermeras terminen de administrarle los medicamentos. Solo necesita ir a firmar para que le den su notificación de alta. Es vital que …