Relato: Aquella Noche De Halloween (completo)

Parte 3

Aunque cualquier turista relacione a Nueva Orleans con Mardi Gras, yo siempre he sentido que la verdadera celebración… no, más bien, la celebración que va más acorde con la ciudad, es Halloween.

La ciudad no solo se llena de muchos visitantes… humanos, sino también de extrañas energías que nunca he querido averiguar de dónde, de qué o quiénes provienen, pero que siempre ha sido evidente que rebosan por doquier.

Yo me enfoco en las personas que vienen de otros estados o países y de cómo los negocios locales se llenan los bolsillos por la gran cantidad de actividades. Me alegra que muchos de mis vecinos le saquen provecho a la fecha porque eso los ayuda a mantener una buena calidad de vida en las épocas de temporadas bajas.

Tengo amigos que realizan recorridos «embrujados» por el Barrio Francés o cualquier otra parte de la ciudad que se considere espeluznante, sobre todo nuestros famosos cementerios, que realmente no son tan terroríficos cuando están repletos de personas recorriéndolos.

Mientras camino por el barrio mencionado, me río para mis adentros por la fascinación de los visitantes hacia la gran cantidad de tiendas vudú, muchos de ellos llenos de curiosidad por conocer la historia detrás de las prácticas espirituales centenarias, y quizás, aprender alguno que otro hechizo o encantamiento místico. Varias de esas tiendas ofrecen eventos especiales para estas fechas.

Lo que la gente ignora, ya sea por falta de información o de interés, es que vudú es realmente una religión originaria de África Occidental, pero hay quienes la utilizan para practicar magia blanco o negra y son ellos quienes les han dado una mala reputación a sus miembros.

Claro, si tomamos en cuenta el sincretismo, hay movimientos que tienen la intención de conciliar las diferentes doctrinas ya que existen una gran infinidad de variantes y hasta ha mutado en otras religiones como la santería y la umbanda.

Entre esas doctrinas existe la que se conoce como vudú de Nueva Orleans, que uno que otro también llaman hoodoo o conjure y es considerada como una especie de magia lo que la ha convertido en una fuente inagotable para mitos, leyendas y hasta historias de libros, cine y televisión enfocadas en el terror o el suspenso.

Pero esta ciudad que tanto amo, también se presta para eventos entretenidos y sanos para familias durante toda la temporada, desfiles, espectáculos, cosechas y demás permiten que unos escuche carcajadas inocentes por aquí y por allá.

Solo quedan nueve días para Halloween y ya se puede percibir esa extraña combinación en el ambiente de misterio e inocencia, de miedo y diversión, de cosas malas y cosas buenas.

Dejo de pensar en la ciudad, sus habitantes y visitantes cuando me acerco al lugar de encuentro para mi cita con Marc, un pequeño café que vende unos té y galletas deliciosas y que queda en una esquina desde donde se puede observar como si las calles que la cruzan estuvieran vivas.

Solo pronunciar su nombre en mi mente despierta todos esas pasiones carnales obsesivas que nunca había experimentado, algo que me mantenía ansiosa por verlo y tocarlo, algo que jamás había sentido por otro hombre. No podía explicarlo, me gustaba escuchar historias, me gustaba conocer a las personas, esa es una de las razones por las que amo mi trabajo, pero con Marc no siento eso, solo quiero arrancarle la ropa, lamerlo y permitirle que haga con mi cuerpo todas las cochinadas que se le ocurran. Y lo digo literalmente, quiero que me haga de todo.

Solo llevo dos semanas conociéndolo pero de alguna manera siento que tiene un poder sobre mí como si tuviéramos una relación pasional de años. Llegó a Portum Pacificum con la intención de averiguar si había un cupo para su madre y el flechazo fue inmediato, su barba mal afeitada, sus músculos marcados, su rostro perfecto con ojos azules y cabellos castaños, me hechizaron desde el primer segundo. Desde ese entonces no había podido librarme de su encantamiento y realmente no estaba segura de querer desprenderme de esa sensación. Dos días después regresó para informarme que su hermana había decidido llevarse a su progenitora a vivir con ella, pero mis labios actuaron solos cuando lo invité a tomarse un café conmigo, y en vez de pedir uno a la cocina, lo guie a una cafetería cercana para poder compartir con él un poco más, no porque quisiera conocerlo, sino por el placer que causaba en mí su presencia.

Desde ese momento ha estado como cortejándome, y utilizo la palabra «como» de por medio, porque la situación es extraña, se nota que me desea tanto como yo a él, pero retrasa el momento lo más posible, cuando estamos en la calle se comporta de manera extraña, como si sufriera de paranoia o algo así porque no deja de ver sus alrededores en todo momento.

Creo que esa es una de las pocas cosas que sé de él, estuvo en el atentado del maratón de Boston, bastante cerca de la explosión y quedó con estrés postraumático y los espacios abiertos le daban una especie de agorafobia. No sé por qué desconfío de esa historia, ese hombre tiene una cualidad al hablar que todo lo que dice parece ser verdad y mentira al mismo tiempo, y creo que puede que sea una razón por la cual me intriga tanto, quitando de por medio la obsesiva atracción sexual que siento hacia él.

Me muerdo los labios y siento como mi entrepierna palpita cuando lo veo esperándome en la calle, no pude evitar reflexionar en cómo me está cambiando la vida, pero no sé si me está abriendo los ojos para que experimente cosas nuevas o me está manipulando de alguna manera, no lo he podido descifrar todavía. Y aunque a veces mis instintos me decían que debería alejarme, como una mosca a la luz no podía evitar pensar en él y desear su cuerpo desnudo sobre el mío.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.