Relato: Aquella Noche De Halloween (completo)

Parte 5

Quedé perpleja por unos segundos tratando de procesar lo que me acaba de decir, quería preguntar tantas cosas que no sabía por dónde empezar, él me miraba con esos hermosos ojos azul celeste y esperaba pacientemente. Como muchas de las cosas que percibía en su presencia, se notaba que no estaba acostumbrado a conversar, por lo menos no en esta nueva vida, y que hablar conmigo le resultaba difícil y extraño, fue así como la primera pregunta se pudo formar en mi mente y salir por mis labios.

—Sé que no andas contando esto por ahí, se nota. ¿Por qué me lo estás contando a mí?

Tanner lo meditó unos segundos antes de responder:

—No sé si estoy haciendo lo correcto, más que nada me estoy dejando llevar por mis instintos, pero tengo sesenta años tratando de cazar a Marchosias y el muy maldito es demasiado escurridizo. Se me ocurrió que quizás si formamos una alianza, puedo aniquilarlo de una buena vez por todas.

—¿Marchosias? —balbuceé uniendo las piezas en mi cabeza y no podía creer la imagen de la «persona» que construí en mi mente—. ¿Marc?

—Pfff —bufó burlonamente—. Un nombre común para iniciar una conversación y partir de ahí para ganarse la confianza de sus víctimas hasta corromperlas por completo.

Mi mente se convirtió en una estruendosa tormenta. Por una parte, sentí cierto alivio de que no tuviera un tumor cerebral, que los pensamientos, los comportamientos, los deseos pasionales que estaba teniendo, se debían a la influencia de un demonio y no a una condición física, pero eso solo provocó que más dudas y preguntas comenzaran a marearme y tuve que abrir la piernas y dejar caer mi cabeza entre ellas en un intento de apaciguar la sensación.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado posando su mano en la parte alta de mi espalda, y sentir su contacto mejoró todo extraordinariamente.

—Sí —repliqué enderezándome—. Pero necesito más explicaciones y mucho café.

Tanner sonrió, un gesto que no había visto hasta los momentos y de alguna manera lo rejuveneció unos cuantos años. Su aspecto era la de un hombre en mitad de sus treinta, pero esa sonrisa lo hizo parecer un adolescente. Era hermoso, no podía negarlo. Realmente no sabía qué especie de criatura era un Venator, pero fácilmente podía ser un ángel o algún ser celestial que transmitía paz y seguridad, no un humano que hubiera regresado de los muertos.

Con una taza humeante entre mis manos, pude ver como el rubio volvía a quedarse callado porque estaba ordenando sus pensamientos, hasta que de pronto dijo:

—Creo que mejor será comenzar con mi vida humana y partir de ahí.

Entonces comenzó a relatarme cosas que yo ya sabía, y el Medius, que todavía no sabía qué era exactamente, borró de mi mente. Repitió la historia de su vida en Dixie, Alabama aunque con más detalle lo cual resultó extremadamente fascinante, pude sentir al amor que sentía por la comunidad en la que creció, así como el odio hacia quienes rechazaban a quienes consideraba como suyos, los que lo acogieron y amaron, y quienes siempre se trataron como iguales, como debía ser, aunque las leyes intentaran decir lo contrario.

Como me había explicado, debido a que murió con pecados veniales sin confesar, terminó en Purgatorio, a pesar de que recordaba con toda precisión su vida pasada y que su tenacidad e ira provenía y estaba atada a esos recuerdos, eso que tanto lo caracterizaba fue canalizado hacia los demonios que debía cazar. No rememoraba absolutamente nada sobre el Purgatorio.

Sobre ese lugar solo tenía los conocimientos básicos que le habían enseñado en las clases de catequesis que tomaba los domingos en la iglesia donde lo habían abandonado de bebé. Sabía que era un destino para limpiar, purificar o purgar los pecados con los que murió para poder permitirle la entrada al cielo con su alma limpia e impoluta.

Lo que sí recuerda es que su Medius, que no es más que un mediador entre él y el grandote (así supe que esa era su manera de referirse a Dios), le ofreció la oportunidad de apresurar el proceso si regresaba a la tierra a aniquilar demonios Conturbator, suponía que el Purgatorio debía ser un lugar doloroso porque prefirió volver a que quedarse ahí, o que quizás sintió que había muerto muy joven y quería volver a la vida, aunque realmente no estaba vivo.

Comen, duermen y tienen sexo siempre y cuando consigan el consentimiento de la pareja y borren su memoria después, pero más que nada como una necesidad fisiológica, realmente no la disfrutan, están ahí para matar demonios y cumplir un trato que les permita entrar al cielo.

Sentí compasión por él, comer es uno de los más grandes placeres de la vida, y sentir las caricias de un amante dispuesto era maravilloso y inigualable a cualquier otra sensación; lamenté que no pudiera disfrutarlo y me pregunté si quizás hubiera sido mejor quedarse en el Purgatorio antes de vivir una vida que realmente no era vida si no podías disfrutarla.

Lo interrumpí sin darme cuenta, porque sentía que merecía algo mejor a lo que vivía, aunque tal vez fuera presuntuoso de mi parte asumir que no estaba satisfecho con su arreglo con el grandote.

—Yo también recibí una educación religiosa como tú, y sé que acostumbramos a ofrecer misas y rezos a nuestros muertos cuando mueren para que, en caso de que hubieran ido al Purgatorio, podamos allanarle su camino al cielo. Por ejemplo todos los dos de noviembre, en la fiesta de los Fieles Difuntos, quienes lo pidan pueden obtener indulgencia plenaria para el alma de un amigo, familiar o ser querido, me cuesta creer que nadie de tu comunidad haya pedido una para ti.




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