Relato: Aquella Noche De Halloween (completo)

Parte 10

La basílica estaba cerrada, obviamente, pero introduciéndome por la entrada lateral que usaba para mis encuentros con Tanner, me perdí varias veces en sus laberintos hasta que llegué a la bóveda principal, donde se encontraban los bancos para los participantes de las misas y su impresionante altar.

Caminé por el pasillo central y me arrodillé en el reclinatorio de madera de la primera fila y comencé a rezar.

Bueno, no. Más que rezar, le supliqué al grandote, que hiciera una excepción conmigo y Tanner, y permitiera que volviera a la vida, a la de humano, y le regalara una existencia normal junto a mí.

En mis plegarias le dije una y otra vez que estaba consciente de las reglas, que no estaba permitido, pero Él era misericordioso y podía hacer una excepción. Le dije que sabía que había enseñado con sus propias palabras a través de Jesucristo que cuando se da limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha, que yo daba todo de mí por los pacientes de mi asilo sin pedir nada a cambio, pero le rogaba, con todas mis fuerzas, que a pesar de que estaba haciendo lo que su palabra nos había enseñado, que le entregaba mi vida a mis paciente porque así lo quería, que me recompensara permitiéndome quedarme con Tanner a mi lado.

No sé cuanto tiempo pasé arrodillada orando, con mi terrible disfraz de Merlina y unas súplicas que no sabía si estaba siendo escuchadas. El grandote era un ser ocupado, era omnipotente, por supuesto, no lo dudaba, pero las súplicas de una mujer tonta que solo quería una oportunidad en el amor, tal vez no eran tan importantes como otros que necesitaban salud, comida o el perdón de sus pecados.

—Las reglas son las reglas —dijo una voz que me sobresaltó.

Entonces vi que frente a mí, había un ser andrógino que supuse que era el Medius de Tanner.

—¿Uriel? —pregunté.

El ser celestial asintió antes de decir:

—Él sabe que eres un alma pura, generosa, valiosa, pero hay normas que deben respetarse.

—Pero es Omnipotente, Todopoderoso, sé que si quisiera, pudiera hacer una excepción.

—¿Te imaginas lo que ocurriría si concede excepciones a todo el que la pide? —preguntó el ángel que plegó unas alas que me sobrecogieron, eran hermosas, pero también una demostración de poder, era un intermediario del grandote, alguien que debía ser escuchado y respetado.

—Sé que mi petición es inmensa, imposible, pero no puedo evitar intentarlo. Las reglas también dicen que los Venator no sienten como los humanos, no perciben placer con el contacto humano, y él tiene eso conmigo. Es una evidente excepción a la regla, ¿no puede concederme esta petición? ¿No puede utilizar su poder ilimitado para devolverle la vida humana a Tanner y darle una segunda oportunidad? Creo que podría ser mejor persona que en su primer intento, estoy segura de eso, estoy convencida que junto a mí podría hacer mucho bien.

—¿Y qué te hace creer que esta vez será distinto?

—Porque ustedes mismos me catalogaron como un alma pura, esa distinción no me la di yo, me considero una pecadora como cualquier otro ser humano, pero sé, estoy segura, de que Tanner podría ser mejor de lo que fue si tiene a alguien compasivo y compresivo a su lado, alguien que vive una vida de entrega a otros seres débiles que lo necesitan. Él sería el compañero ideal en mi vida, porque su naturaleza es proteger a los desamparados, y esa es mi vida, protegerlos, y por eso encajaría perfectamente en ella y mostraría su verdadera esencia. Una esencia que sería aprovechada, no tengo ninguna duda al respecto.

Uriel guardó silencio y cerró los ojos, no sabría explicarlo, pero sentí que tenía una conversación interna con el grandote.

No sé cuánto tiempo pasó, se me hizo eterno, pudo ser un minuto o pudo ser una hora, tiempo que esperé pacientemente en silencio hasta que abrió sus párpados de nuevo.

—Toda regla tiene una excepción.

—Sí —dije esperanzada.

—Él lo sabe. Esta decisión no esta siendo tomada con ligereza, viene con condiciones.

Pensé que había dejado de respirar y el corazón se detuvo cuando pronunció esas palabras.

—Tanner volverá a la vida, con la misma edad con la que murió. Su memoria será borrada por completo, no recordará nada, ni su vida pasada, ni sus labores como Venator. Te corresponderá a ti corroborar si están hechos el uno para el otro.

Algo en su mueca me hizo saber que eso era lo más fácil, sabía que lo estábamos, que éramos una pieza del mismo molde.

—Pero tu alma estará atada a la tuya. Si estás tan segura de que una vida a tu lado probará que el amor y la compañía adecuada potenciará la bondad de ambos, serás recompensados al morir con un entrada directa al cielo. De manera contraria, no habrá segundas oportunidades para ustedes cuando mueran. Si alguno de los dos muere con un pecado mortal sin perdonar, ambos sufrirán el mismo destino.

—El infierno —susurré.

Uriel asintió antes de continuar:

—Y si alguno de los dos muere con pecados veniales sin perdonar, ambos irán al Purgatorio, sin posibilidades de regresar a la tierra como Venators.

—Solo tengo una pregunta —repliqué.




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