A este punto parece imposible, y seguro lo es, desprender de mi cerebro aquella infección que lleva tu nombre.
Años han pasado, experiencias nuevas me han cambiado y forjado, nuevas metas he llegado a plantearme y algunas han sido alcanzadas… Y sin embargo, al verte en persona, tus rasgos faciales, tu tosca figura y violenta voz, vuelvo a ser aquella figura escondida bajo la cama, abrazada a un cuchillo mientras no para de temblar, y reza porque sea de día.