Marcos Rojo: “Me acuerdo que tenía unas zapatillas de una fábrica en La Plata que hacía cosas truchas, por ejemplo los Botines Puma. Pero no eran Puma, era como la forma… Yo andaba con esas, me las había comprado. Eran las ‘Pluma’, jaja. Jugué en las inferiores, en Quinta con esas y no pasaba nada.
"Cuando subí a Primera, con Sensini, me dicen: ‘El lunes buscá la ropa y empezás a entrenar con Primera’. Lo único que hacíamos era correr alrededor de la cancha.
"No íbamos a hacer nada con la pelota, entonces iba con las zapatillas negras, que eran horribles. Parecían ortopédicas. Los de Primera se me cagaban de risa. Yo tenía 18 años, no decía ni A, me reía nomás.
"Termina el entrenamiento y me voy a bañar al vestuario de inferiores. Fui a buscar mi bolso, mis cosas para irme y devolver la ropa… Cuando voy, me llamó Diego Galván y me dice: ‘Vení guacho, tomá para entrenar’. Me dio unas zapatillas Nike, eran las mejores que había tenido en mi vida. No las quería usar para entrenar, las quería usar para salir”.
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