Relatos de la menta. #2

ME.

Ejercer la justa mano es la tarea de todo líder, todo rey y no había manera en que Hades fuese contrario a ello; durante las encomiendas que dejaba a los demás siempre repetía como cada una de ellas era una decisión tomada con gran argumentación. No era nada a la ligera y en esa palabra su reino confiaba. Aunque fuera de la faceta responsable del señor del inframundo, el hijo de Cronos podía tener otra clase de actitudes y no tan dignas de halabar, eso incluyó algunas veces su vida marital. Parecía que entre él y Perséfone todo era una maravilla, la amaba, la protegía, la escuchaba, hacía que su reina se sintiera como ello, una reina fuera y dentro de su alcoba, podrían llegar a mostrarse como una de las parejas más envidiables de entre todas las deidades, no obstante, un día eso cambio. Mientras recorría las orillas del cocito encargándose de observar todo su reino y el orden de este cual rutina ordinaria, su mirada percibió una figura fuera de su lugar, al menos, así fue como lo llegó a percibir al inicio. Una hermosa ninfa estaba dando pequeños pasos, los cuales el más alto no dudo en seguir con cautela por varios metros, lo cual la fémina no llego a descubrir (no por nada era conocido también como el silencioso), solo hasta que, por el impulso de ayudarla a no caer cuando tropezó, la deidad estiró los brazos para sujetarla por la cintura, llevándose así el primer encuentro entre sus miradas. Si la imagen lejana de la figura ajena era ya un ejemplo llamativo, tenerla así, cara a cara, dejo a Hades perdido en ese par de preciosos ojos verdes, esos en los cuales podía sentirse reflejado.

ㅡ Un poco más y estarías nadando entre unas cuantas almas.ㅡ Mencionó mientras trataba de incorporarse y a ella con él. Quizá la primera charla con esa desconocida ninfa no había sido la gran cosa, lejos de reconocerle y de ofrecerle su persona en todo lo que pudiera ayudar en su reino, no pasó, pero todo fue distinto una segunda, tercera, cuarta vez.

Los encuentros entre ese par se hicieron cada vez más constantes comenzaron con charlas prolongadas, ningún tema fuera de los oficiales en en inframundo y de pronto, sin planear no siquiera, llegó un beso. La deidad había perdido el rumbo, estaba comenzando a tener una aventura extramarital y lo peor de dicho suceso es que lo estaba disfrutando, consideraba que nada de lo que pasaba era por falta de afecto devoción a Perséfone, simplemente se  vio envuelto en emociones y sentimientos que cuando llego a reconocerlo ya no tuvo voluntad para detenerlos, ya que como él, Mente estaba embelesa en esa aventura; deseaba tenerle para ella sola, no obstante, entendía que aquello quizá nunca iba a suceder.

Menos cuando Deméter, con todo su rencor por el dueño de tales tierras, obtuvo la información necesaria para exponer la infidelidad del "buen esposo" de su hija, esto, llevó a Kore a desatar su ira contra la culpable de que su matrimonio se manchara de esa forma; de manera violenta y sin piedad la existencia de la bella joven de largos cabellos castaños se desvaneció sobre el mismo suelo que le hizo conocer a su último gran amor. De sus restos Hades habría creado una planta que por siempre le recordaría lo vivido, Menta, le nombró. Pese al final amargo de la ninfa, Hades quedó herido, pues lo único que se repetía era lo injusto que había sido con ambas féminas, a las dos les había hecho daño de formas que no merecían y con tal pesar en su consciencia iba a tener que vivir por el resto de su eternidad.



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En el texto hay: romance, final triste, injusticia dolor

Editado: 16.05.2021

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