Era un día normal para Sandra: su madre enferma, su padre borracho y sus hermanos en la calle. Ella cursaba segundo grado de primaria y a la escuela iba sola, cuidándose, como si ella misma fuera su madre. No le gustaba celebrar su cumpleaños, era algo que nunca le agradaba.
Tenía a Karina y a Jesús como sus amigos, pero no le hacían caso. Su única amiga era la maestra. Ella le daba de comer y la cuidaba; parecía su madre.
Hasta que un día su padre asesino a su madre y sus hermanos fueron llevados con familiares cercanos. Prefirió salirse de la escuela y ponerse a trabajar, pero un día no se dio cuenta y un auto la atropelló.