Relatos de un corazón roto

||CAPITULO ONCE||

CAPITULO ONCE

KASSIA

La química entre nosotros influyó en la velocidad de las horas, en lo que pareció un parpadeo debíamos regresar a casa. Hablamos de todo, cantamos algunas canciones populares con el ritmo de nuestras palmas y jugamos cualquier cosa que nos cruzará por la cabeza.

—Son las nueve... —murmuré viendo el reloj.

¿Cómo había avanzado tan rápido el tiempo?

Jake bufó.

—¿Tan mala fue la cita que pones esa cara? —hubo un dejé lastimero en su voz.

Reí antes sus palabras.

—¿La cita dura más de lo esperado y fue mala? —dije divertida y negué. —Si lo hubiera sido, créeme, habría huido desde el primer momento.

—Es que aún no me quiero regresar a casa... —metió la mano en sus bolsillos.

—Pero ya es hora de volver… —murmuré sin querer irme tampoco.

Sonrío.

—¿Una última competencia antes de irnos?

Ahogué un chillido de reproché.

—Ya anduvimos por el parque toda la tarde. —le recordé.

Eso no le quitó la sonrisa.

—¡A que no llegas primero al semáforo!

No pude reprochar porque empezó a correr y tuve que perseguirlo.

Al llegar a la “meta” se me había esfumado todo el aire en los pulmones, parecía un pez fuera del agua.

—Gané. —tarareo feliz.

Bufé y el viento pasó cubriendome el rostro con mi propio cabello.

Me apresuré a quitarmelo para mirar a Jake reírse de mí.

—¿Estoy muy despeinada?

—Bastante.

Traté de arreglar el desastre de mi cabello con los dedos.

—¿Ya?

Negó.

Segui peinandome con los dedos.

—Ven, te ayudó.—dijo acercandose.

Me volví una estatua cuando sentí sus dedos sobre mi cabeza.

—Ya, creo que quedó.

—Gracias. —susurré.

No me respondió por lo que levanté la cabeza para mirarlo y me encontré con su mirada intensa.

—No soy del tipo que suele dar besos en la primera cita.—suelta de la nada.

Fruzco el ceño.

—¿Y por qué lo dices?

Sus ojos están dilatados enfocados en mí y no dice nada. Da un paso rompiendo la poca distancia que nos separa y su nariz roza con la mía.

—¿Te sientes bien?

Su mano acaricia mi mejilla y pone un mechón detrás de mi oreja.

—¿Puedo besarte? —pregunta sorprendiéndome.

Me relamo los labios meditandolo y asiento lentamente.

Mi respiración se vuelve irregular cuando su aliento choca con el mio, cierro los ojos aún nerviosa y siento su sonrisa contra mi piel hasta que sus labios se encuentran con los míos. Jake es quién domina el beso, yo mientras traté de seguirle el ritmo con torpeza.

Nos separamos jadeando levemente y sonreímos sin perder el contacto visual.

Jake me da un beso más.

—¡Hey! —le reclamo divertida.

La sonrisa en su rostro era imborrable.

—No me pude resistir, eres muy bonita.

Me sonroje y el se rió.

Empezamos a caminar uno junto al otro hacia la parada, las luces de la ciudad iluminaban los alrededores como una escena de un cuadro. No muchos carros atravesaban esa avenida por lo que podíamos hablar con tranquilidad.

—¿No quieres que te acompañe a casa?—preguntó.

Me apresuré a rechazar su invitación.

—No, estaré bien.

La expresión que se asentó en su rostro me hacia entender que no le gustaba la idea.

—Es algo tarde y no creo que está bien que te dejé ir sola.—dijo serio.

—Estate bien. No vivo lejos de aquí.

Me miró hasta que me subí en el autobús.

—Cualquier cosa escríbeme o llámame.—simula un teléfono con sus dedos.

Me guiña un ojo desde la banca.

Reí enamorada.

Lo veo hasta que lo pierdo de vista.

Me dejó relajar un poco a los minutos en el transporte, hay una vibracion en mi móchila y recuerdo que tengo teléfono.

—Oh...no… —murmuré viendo el montón de mensajes y llamadas perdidas.

Intentó responder pero no hay señal.

¿Había gastado toda mi buena suerte del día?

Sin poder hacer algo más, guardé el aparato en mi bolsillo y me concentré en mirar las calles noturnas iluminadas por la luz de los anuncios y la luna.

Sentía el corazón en la garganta cuando abrí la puerta de la casa, caminé de puntillas de la sala al comedor hasta que me encontré con mamá cruzada de brazos.

—¿Se puede saber que hacías? — reclama y me mira de pies a cabeza—me tenias muerta de la preocupación porque no atendías el teléfono.

—Es que se me descargó...—mentí.

—¿Y donde estabas que no podías cargarlo?

—Te dije… fui a una cafetería para estudiar con Jackie.

—¿Y no tenian cargadores allá o qué?

Negué.

—Solo teníamos acceso a una laptop y no teniamos cables usb.

Mamá suspira y se quita el sudor de la frente.

—Pensé que te había pasado algo. —me abraza.

Papá aparece en el umbral de la puerta.

—¿Están bien?

Asiento sonriendo y mamá suspira.

—Solo se concentro demasiado en sus estudios. —dice divertida. —La próxima deberías asegurarte de llevar el cargador para evitar malentendidos.

—Como diga, jefa.

Reímos juntos como familia y cenamos tranquilamente, incluso logré comer más de lo que acostumbraba después de una larga jornada de estudio. Los malos pensamientos se esfumaron ese momento de mi mente, solo podía pensar en lo feliz que estaba y en lo bonito que es el mundo a través de los ojos del amor.

—Terminé. —anuncié recogiendo mi plato de la mesa y lo apilé junto a los demás.

—Yo lo hago. —se adelantó papá.

Negué.

—No se preocupen, sigan en lo suyo, yo me encargó.

Ambos rieron viéndome concentrada.

—Buenas noches, hija.

—Buenas noches a los dos.—les dí un beso en la mejilla a cada uno.

—Kassia. —me señaló mamá. —no te duermas tan tarde eh.

—No te preocupes, mamá, ve con papá y sigan viendo esa serie sangrienta.

Tarareé yellow mientras hice la limpieza del pequeño desastre que habíamos dejado de la cena y luego de ducharme, me dejé caer en mi cama.




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