Relatos del Bestiario Nocturno

LEFI

Me despertó un zumbido, agudo y vibrante, como si una radio vieja se hubiera encendido dentro de mi cráneo. No era sonido. Era presión. Como estática viva entre los huesos.
La habitación estaba a oscuras, salvo por el parpadeo del televisor en la esquina.

No lo había tocado en meses. Estaba roto. Desenchufado. Lo recuerdo bien. Pero ahí estaba: siseando con nieve estática, como si intentara sintonizar algo que no debería existir.

Me acerqué. El suelo helado me devolvió al presente, pero solo por un instante. La pantalla vibraba con líneas horizontales torcidas. Y entre ellas, algo se dibujaba. No una imagen clara, sino una figura: alargada, encorvada, de contornos borrosos como trazados con un marcador seco. Un nudo me cerró el pecho.

La silueta giró. No tenía ojos, pero supe que me estaba mirando. Una sonrisa, ancha, fija, demasiado grande para su rostro, ocupaba casi toda la pantalla. LEFI.

El nombre no lo pensé. Solo lo supe. Como si siempre hubiera estado ahí, entre los bordes del recuerdo.

El aire cambió. Denso, cargado. Una melodía infantil invertida comenzó a sonar, mezclada con risas enlatadas que parecían surgir de todos los rincones y de ninguno.
Presioné el botón de apagado. Nada. La figura se movió -saltos entrecortados, como un video en stop-motion mal editado. Sus brazos, largos y retorcidos como antenas oxidadas, se estiraron hacia los bordes del televisor. Y con un crujido seco que sentí en los dientes, salió.

Encogido, ya era más alto que yo. Pero cuando se irguió por completo, su cabeza rozó el techo. Su cuerpo era una silueta sin textura, como una sombra grabada con una cámara que no podía enfocar. Los bordes temblaban, como si su forma no supiera si debía existir.

La sonrisa nunca cambiaba. Pero parecía moverse, apenas, como una animación en bucle atrapada en el mismo fotograma. Olía a cinta magnética quemada. Y a algo dulzón, como caramelos viejos olvidados en una caja húmeda.

-Juega -dijo algo. No fue un sonido. Fue un eco dentro de mi mente, una orden que no podía rechazar.

Mi mano se levantó sola. Imitó su gesto: un dedo largo y afilado como una antena rota apuntando hacia mí. En la pantalla -ahora negra-, vi mi reflejo... moviéndose con desfase, como si no quisiera obedecerme. Detrás de mí, algo más se movía. Algo que no era yo.

La melodía se intensificó. Con ella, llegaron imágenes.
Un programa infantil, de colores demasiado brillantes. Marionetas que cantaban en un idioma que no podía entender. Me vi sentado frente a un televisor antiguo, comiendo un cereal que nunca probé. Ese recuerdo... no era mío. Pero dolía como si lo fuera.

Luego, otra imagen: una foto sobre la mesa, con mi cara... pero no era mi cara.

LEFI se acercó. Sus pasos hacían que el mundo titubeara, como si la realidad tuviera que pausar para dejarlo pasar. Su sonrisa era ahora todo lo que existía. Quise gritar. Pero mi boca solo tarareó. Una canción que no conocía, con sílabas rotas que se adherían a mi lengua como moho.

Mis manos lo imitaban: señalar, girar, aplaudir. Un juego. Sin reglas. Solo la certeza de que, si me detenía, algo peor pasaría.

No sé cuánto duró. Minutos. Años. El tiempo se sentía como una cinta VHS rebobinada al azar: momentos adelantados, pausas incómodas, repeticiones sin sentido.

Cuando LEFI se deslizó de nuevo hacia la pantalla, como una sombra al revés, mi cuerpo colapsó. La televisión se apagó. Y el silencio que dejó dolía más que el ruido.

Desde entonces... No estoy seguro de cuántos días han pasado. Todo se siente grabado.
Encuentro objetos que no reconozco. Mi cocina tiene platos que no usé. A veces me descubro tarareando esa canción imposible. Y anoche, frente al espejo, mi reflejo se movió un segundo después que yo. Sonrió.

No volví a desenchufar el televisor. No creo que importe. Pero en la pantalla apagada, entre las sombras y el polvo, a veces juro ver... un destello. Y una sonrisa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.