Amor, aquella danza de tan inmensa complejidad, que aún no llego a comprender en su totalidad, donde las parejas se funden en un baile eterno hasta que se desvanecen como el polvo con el pasar del tiempo, el máximo verdugo. Sigo parado en este pista infinita, solitario, viendo a las personas moviendo sus cuerpos al ritmo de un Vals sin fin, una coreografía complicada con resultados inciertos en este escenario sin fin.
La gente a mi alrededor sigue con lo suyo, al mismo tiempo que personas iguales a mi, esperan por su pareja para unirse a éste baile sin final u observan interesados preguntándose ¿cómo se siente este sentimiento abstracto cuyos resultados tan variados que confunden? Una pregunta que aún sigue siendo un enigma para las mentes jóvenes como la mía.
¿Cómo se siente? Palabras que me atormentan, una incógnita cuyas respuestas insatisfactorias solo me permiten formar una vaga imagen de lo que en verdad simboliza.
¿Esa persona esperada iluminará este desconcierto que persiste en mi existir?
Pienso mientras imagino a esa persona danzando conmigo con su rostro vacío como un lienzo en blanco, mientras que la melodía característica de la vida nos acompaña en todo momento, hasta que un error de mi parte, me despierta de esa lúcida y majestuosa ilusión. Durante mi estancia en este lugar, varias candidatas han llamado mi atención, pero por alguna razón, no puedo invitarlas a bailar conmigo…¿Será por miedo a qué me rechacen? ¿Será que no funcionará? ¿Por qué?
Las dudas no cesan con su llegada, mientras que las respuestas que tanto anhelo siguen con su ausencia o insatisfactorios resultados. ¿Cuándo llegará esa resolución tan esperada? Ni siquiera la mente más brillante del mundo supo dar una respuesta consistente ante está compleja emoción humana cuando se encontraba a mi lado.
Aún no llego a esa conclusión soñada…solo me queda esperar aquí por ella mientras la soledad me hace compañía con su sonrisa burlona de siempre y su fría presencia que tanto la caracteriza.