Todos habían dicho que sí, si se animaban a hacerme compañía en mi primer fin de semana solo, bueno no iba a estar solo después de todo. Todos nos iríamos de aquí después de las doce de la tarde. Me puse unos pantalones pegados y un suéter negro, tome mi cartera y la coloque en el bolsillo de atrás. Damián, Ernesto y Elías, vestían con unos pantalones con pequeñas rupturas, parecía que se hubieran puesto de acuerdo, Damián llevaba un suéter negro con rayas rojas, Elías un suéter gris con el nombre Metallica, y Ernesto lleva un suéter de muchos colores.
Nos apresuramos para llegar a la entrada del colegio, era sábado por lo tanto los maestros no decían nada, era bueno hasta eso, mis padres como había predicho no llegaron y no mandaron ni un mensaje que vendrían a verme o sacarme a dar una vuelta o de perdido ir a casa, claro que no lo harían, había decepcionado a mis padres.
Las chicas nos miraron y sonrieron al vernos, nos saludaron de lejos agitando de un lado a otro sus manos.
—Son los chicos más guapos que he visto — había comentado Camila.
—Muchas gracias lindura — ese había sido Elías quien hizo una reverencia divertida.
Llegamos al cine y era enorme, solamente una vez había ido en toda mi vida y eso porque unos primos cumplieron años y sus papás nos llevaron a ver una película, fue un reto que mis padres me dieran el permiso, pero al final mis tíos convencieron a mis padres y me dieron el permiso, recuerdo que había sido una película de acción muy divertida y entretenida.
Elías y Ana fueron a comprar los boletos haciendo fila en la taquilla, Damián y Esmeralda fueron por palomitas, Gabriel, y yo nos quedamos cerca de ellos para recibir todo lo que estaban por comprar, Gabriel miraba de un lado a otro como si esperara a alguien o se ocultara de alguien no sabría, pero lo que si sabía es que mucha gente se le quedaba viendo, en realidad, sentía que nos miraban a todos por igual, como si fuéramos bichos raros, pero tal vez solo era mi imaginación, había salido del closet apenas unos días y ahora todos mis amigos son de la comunidad. Ernesto y Camila habían ido al baño se tardaron un buen rato, pero al llegar me sorprendí demasiado, esta última había ido a cambiarse al baño, de pantalones pegados ahora traía un vestido muy lindo, llevaba colores rosa y azul con una peluca rubia hasta la cintura, se maquilló un poco. Al vernos sonrió y dio un giro y modelo su atuendo, Gabriel aplaudió y todos los demás lo hicieron, se escuchó un chiflido y gritos de apoyo.
—Perra te vez hermosa — dijo Ana apuntándola con un dedo.
—Lo sé, lo sé — dijo riendo Camila, sonreí mientras la miraba siendo feliz, siendo ella y no él.
—Ya tenemos los boletos en unos minutos entramos — comentó Elías mostrando todos los boletos del cine que traía consigo, llevaba una sonrisa en el rostro.
Nos sentamos en unos sillones que tenía la sala de espera, unos ya empezaron a comer palomitas y otros solo reían con las cosas que platicaban, me les quede viendo tan dichoso, no me cansaré de decirlo, me alegro tanto tener gente con quien puedo ser yo.
Ser como ellos, que no se ocultan de nadie, apuesto que si en la escuela lo permitieran estos serían ellos siempre, Camila vestida como ella quiere y Gabriel siempre traer el pelo corto y unos simples pantalones y no la tonta falda que la obligaban a llevar con el uniforme, sentía que ellos eran quien más la pasaban mal en el colegio, no eran lo que son ahorita.
—Cuéntanos tu historia Santiago, sé que eres gay nos lo dijiste, pero dime más allá de eso — comentó Esmeralda atrayendo la mirada de todos hacia mí, se hizo un silencio un tanto incómodo.
—Pues… no lo sabía, bueno si lo sabía, pero nunca lo había dicho en voz alta hasta que pasó todo — empecé a decir nervioso.
Ellos seguían viéndome atentos, asintieron a lo unísono para que yo continuara hablando, cada vez que lo decía en voz alta se hacía más real.
Y eso me tensaba, sé que estar con ellos era diferente a estar con mi familia, pero aun así me sentía un tanto incomodo, no estaba acostumbrado a este buen trato, la última vez que me abrí con alguien, aparecí encerrado en un colegio. —Toda mi vida estuve en colegios católicos, mis padres me confiaron en el bachillerato estudiar en una escuela “normal” y ahí conocí a mi mejor amiga Nadia, todo era normal estudiaba andaba de aquí para allá, todo normal, pero llego el día que todo salió mal. — suspiré agachando la mirada, alguien me tomó de la mano y sonreí, era Ernesto.
—Me habían puesto una cita con una chica, Nadia se hizo pasar por mi novia, mis padres no lo creyeron de tanto insistir… les grité que era gay, al instante mi padre… mi padre…—se me tensó la voz— mi padre me golpeo, me golpeo tan fuerte que estuve en cama por dos meses y pues estoy aquí — finalicé, todos me miraban sorprendidos.
Alguien empezó hablar después de esto.
—A veces los padres son muy crueles, a veces ellos no saben lo que hacen, pero un día lo entenderán y veras que, aunque pienses que no te aman o que te odian les llegara un día donde te pidan perdón. — me tomó de la mano Esmeralda.
—Sí y los perdonaré, porque son mis padres, pero espero que ellos me perdonen primero, por no ser lo que ellos querían que fuera.
—Tú eres quién eres Santiago, siempre lo serás y un estúpido programa no lo cambiará y ellos se darán cuenta algún día. Ellos deben de cambiar su mentalidad no tú, nunca tú.