- ¡Gastón! ¡Gastón! - La pequeña Olivia gritaba con insistencia - ¡Gastón! ¿Me estás escuchando?
- Si... Ya te escuché las primeras diez veces.
Gastón seguía preparando la cena, ignorando cuanto podía la obstinación de su hermana.
- ¡Pero Gastón! Ni siquiera me estás mirando...
El joven le dirigió la mirada, abriendo los ojos lo más grande que pudo.
- Ya, ya te estoy mirando. ¿Qué necesitas ahora?
- Nos vamos a perder el atardecer. ¿Cuánto falta para comer?
- Poco... Ya falta poco. - Dijo en un suspiro.
- ¿Y podemos comer en el techo? Sería lindo comer en el techo.
- Si, podemos comer en el techo.
- Papá y mamá no nos dejarían comer en el techo... ¡Mejor no hay que decirles!
Gastón se detuvo un momento, conteniendo sus palabras con un nudo en la garganta.
- ¡Gastón! ¡Hay olor a quemado!
- ¡Cocinaría mejor si no me hablaras tanto!
Olivia quedó en silencio por primera vez en un buen rato, mientras él dejaba salir un largo suspiro y alejaba la olla del fuego.
No habían sido días fáciles...
- Ya está listo. Prepara las cosas para subir. Yo ahora llevo lo demás.
Desde el gran éxodo, no habían sido días fáciles... Había sucedido solo hace un par de semanas, y las calles vacías no habían dado respiro. Lo único bueno es que la comida era gratis. Nadie quería comprar, y nadie quería vender.
Gastón agarró la olla y una botella de agua, y emprendió el camino hacia la terraza. Mientras subía, miró una vez mas hacia la piscina de sus vecinos, aún llena y con algunos juguetes flotando. Recordaba los veranos en que se había divertido con ellos, quienes ahora habían tenido una mejor fortuna.
Antes de notarlo, ya estaba en el último escalón. En el otro extremo, Olivia acomodaba con prisa los platos en el suelo, concentrada y con una sonrisa. Ignoraba lo que a Gastón le apenaba.
- ¡Dale, dale! Yo ya tengo todo listo. Siempre tan lento...
- Si... Ya estoy llegando.
Aunque ella le alteraba, ahora le causaba compasión. Si ella seguía feliz, él había hecho un buen trabajo.
Durante los primeros minutos comieron sin mediar palabra. Solo observaban al horizonte, que comenzaba a dar algunos destellos anaranjados.
- Perdón por gritarte.
- ¿Eh?
- Lo de antes, mientras cocinaba... Perdón por gritarte.
- Ah, eso - La niña rio por un momento - Está bien, todos nos enojamos a veces.
- No, no estaba enojado... Solo un poco...
- ¿Cansado? - Interrumpió ella - Hace días que te veo siempre con sueño y caminando lento - Decía enfatizando las palabras con lentitud.
- Creo que si, cansado - Exhaló mientras volvía a llevarse comida a la boca.
- ¡Lo sabía! ¿Ves cómo soy cada vez mas inteligente?
- Eso es muy claro, tal vez algún día seas como yo.
Al decirlo, se atragantó un poco. Probablemente fuera una mentira.
- De todas maneras... Hay algo que no entiendo.
- ¿Qué cosa? - Preguntó Gastón, pensando que podía evadir la conversación
- Hoy en la tele, quise ver "Las aventuras de Nina" pero había otro programa
- ¿Cuál?
- Las noticias...
- Ah, las noticias... Te dije que eso era para grandes.
- Si, bueno, y yo ya soy bastante grande. - Ella no dejaba de sonreír.
Él no respondió. Solo seguía mirando cómo se atenuaba la luz.
Olivia se aclaró la garganta.
- En las noticias decían que el atardecer de hoy era especial... Yo lo veo igual a los demás. - Opinó con curiosidad
- Es un poco diferente.
- ¿Por qué?
- Porque... Los próximos serán menos brillantes. - Dijo tratando de buscar las palabras adecuadas.
- Menos brillantes... Eso suena un poco triste.
- Es bastante triste.
- ¿Y por qué brillarán menos?
Gastón se llenó la boca con lo poco que quedaba en el plato.
Olivia, aunque bebiendo directo de la botella, no le quitaba la ojos de encima, esperando una respuesta.
- Vamos, ya se que soy inteligente, pero aún no se algunas cosas.
- Y es mejor así, cuanto mas aprendas, mas triste serás.
- Hm... ¿Es eso lo que te pasó?
- Creo que si,
- Entonces no quiero saber. No quiero ser tan fea. - Murmuró entre risas.
Gastón sonrió por primera vez en varios días, mientras sus párpados se humedecían.
- ¡Al fin! ¡Te hice reír! - Gritó apuntándole con el dedo - ¡Ya me había olvidado de la forma de tus dientes!
- ¿Éstos? - continuó el muchacho, haciendo una mueca exagerada.
Ambos rieron por unos instantes, antes de tomar un poco de aire y presenciar los últimos destellos de luz.
- Ya tengo sueño... Creo que las noticias me mintieron.
- Seguramente lo hicieron. Vamos, ayudame a llevar las cosas adentro.
- ¿Mañana podemos desayunar en este mismo lugar? Tal vez el amanecer será diferente.
- Mañana veremos. Ahora vamos a dormir.
Mientras Olivia cepillaba sus dientes, Gastón lavaba los platos. No fue si no hasta finalizar que comprendió lo ridículo de esta actividad, y volvió a sonreír por lo insignificante que todo le parecía en este momento.