Renacer

Mundo Alternativo

Especial de Navidad en Familia

Maya

Despierto estirando los brazos, buscando a mi amado esposo, veo su lugar vacío y decido irme al baño para asearme. Bajo en busca de los hombres de la casa y los veo en la cocina, Mauro sentado en un taburete miestras que su padre está cocinando.

Me acerco hasta mi hijo a darle un beso y abrazarlo, sonríe miestras le hago cosquillas. «se me derrite el alma cuando sonríe» llegó a donde está mi esposo abrazándolo por la espalda, se voltea y le doy un beso de buenos días.

—¿Cómo amaneció la mamita más bella del mundo?— Habla mirándome a los ojos.

—Muy bien, gracias al esposo más sexy y amoroso que existe— digo coqueta.

Sonríe muy galante y me da un beso en la frente. Me dice que tomé asiento en lo que termina de cocinar, después de desayunar subo a ducharme.

Me quedo en albornoz, para comenzar aplicarme crema en el cuerpo, en eso entra Mauricio con nuestro hijo en brazos.

—Amor pensé que ya habías bañado a Mauro— le digo.

—Eso voy hacer.

El niño se escapa de los brazos de su padre y se va corriendo en busca de un juguete, este aprovecha y se acerca a darme un beso con intenciones lujuriosas. Desata el nudo de la bata y sus ojos se dilatan al verme el conjunto de ropa interior que tengo puesto.

—Amore.. ¿piensas salir con eso puesto?— lo veo tragar grueso.

—Claro amor, por algo lo llevo encima— le hago ojitos.

Escucho al niño correr de nuevo y me acomodo la bata lo más rápido que puedo. Le hago señas a Mauricio quien se ha quedado embelesado para que vaya a bañarse con su hijo. Me mira con picardía y se va al baño.

Al final busco un vestido color celeste y me suelto el cabello, mis despampanantes y guapos chicos vienen entrando muy bien vestidos. Saldremos a comprar unas cosas junto a mi suegra y cuñada. Nos adentramos en el auto, el trayecto no es muy largo lo que hace que lleguemos rápido.

Salgo del auto tomando la mano de mi niño y Mauricio me rodea la cintura con el brazo, varias personas nos miran no sé si es porque Mauricio está como marcando territorio o solo lo miran a él. Sonríe y me da un beso en la mejilla..

Desde que tenemos a Mauro y nos casamos mi vida se ha vuelto un mar de felicidad, mi niño es la bendición más grande que tenemos, mis días son los mejores al lado de mi esposo, quien me ayuda en todo. No tengo queja, al contrario lo admiro, se lo que ha luchado por cumplir todos sus sueños desde la universidad hasta el trabajo en dónde está. Y todo los ha cumplido siendo yo su compañera de vida.

Sofía al verme sale corriendo a cargar a su sobrino, mi suegra abraza a su hijo y aprovecho para saludar a mi cuñada. Ellas son lo mejor, mi suegro es el único que no me quiere pero para mí lo más importante es llevarme bien con ellas y que mi hijo conozca a su familia paterna. Mi suegra es todo un amor siempre está consintiendo a su nieto, aveces se lo lleva para pasar más tiempo con él y la verdad no me quejo, así también aprovecho de estar con Mauricio que desde que nos casamos está más meloso que antes, aveces se la pasa tocando me, no digo que sea malo, pero tenemos a Mauro que es pequeño y capta todo.

Cómo estamos en épocas decembrinas, haremos una cena navideña, aún no nos ponemos de acuerdo en dónde será. Mi suegra quiere que sea en su casa, por mi está bien lo único malo es el padre de Mauricio. También podríamos hacerla en nuestro departamento, supongo que en un rato decidiremos.

—¿Abuela me vas a llevar a tu casa?— pregunta mi hijo.

—¿Le pediste permiso a tus papás?

Mira a su papá y luego a mí. Le hago señas a su papá para que sea el quien tome la decisión.

—Iras con una condición.

—Prometo portarme bien papá. No tendrás quejas de mí.

—Le harás caso a la abuela y a la tía Sofía, no vas a pelear y comerás todo lo que te den— dice Mauricio.

El niño grita de emoción y se va a los brazos de su tía. Hablo con mi pequeño recalcando lo que dijo su papá, lo abrazó y le doy besos diciéndole lo mucho que lo quiero. Al final tomamos la decisión de hacer la cena en nuestro hogar. Nos despedimos y vamos camino a casa..

Al llegar a casa me voy a la habitación a quitarme los tacones, cuando voy a quitarme el vestido entra Mauricio posándose en mi espalda bajando el cierre y regando besos por mis hombros. Me volteo y comienzo a besarlo, sus besos están llenos de ganas, me lo demuestra cuando me aprieta junto a su pecho.

Mis manos van hasta la chaqueta que tiene quitándose la y le sigue la camisa. Cuando voy por la pretina del pantalón mi esposo quita mis manos y el mismo se lo quita, caemos en la cama en medio de besos desenfrenados.

—Después de verte con ese conjunto blanco no podía dejar de fantasear, cómo te lo quitaría y como te haría mía— dice con voz ronca.

—Puedes dejar de fantasear porque estoy lista para ti amor.

Sigue besándome y le rodeo el cuello con los brazos; nos entregamos en cuerpo y alma como lo sabemos hacer. Me quedo recostada en su pecho escuchando los latidos rítmicos de su corazón, lo abrazo fuerte. Él solo sonríe pegandome más y más a su acalorado pecho, levanto el rostro para verlo y puedo ver sus hermosos ojos, sus hoyuelos, su perfecta nariz, sus labios y… me enamoro más.

Me alzó un poco dándole un beso qué el corresponde luego de unos segundos. Seguimos así por un rato más en el que hago el intento de levantarme pero no me deja.

—¿Amore no has pensado en darle un hermanito o hermanita a Mauro?

—En algún momento amor— Porqué la pregunta.

—Porque pudiéramos no sé.. aprovechar e intentar..

—Señor Fabbri me está pidiendo que tengamos otro bebé.

—Eso parece Señora de Fabbri.

—Bueno que estamos esperando— le sonrió.

Y así concluimos una noche en dónde solo estamos nosotros dos, entregándonos y amándonos.

 

[•••]

 

Despierto en brazos del amor de mi vida, realmente no tengo ánimos de levantarme, pero tengo que hacerlo hoy es la cena de navidad y no quiero dejar todo a última hora. Busco la manera de salir de los brazos y piernas que me tienen presa, mi esposo se despierta algo somnoliento y sonríe.



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En el texto hay: romance juvenil, soledad tristeza

Editado: 24.12.2023

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