Renacer De Las Sombras

Capítulo 3: Versos de Oscuridad

El reloj marcaba las seis de la mañana cuando Liam abrió los ojos, sin necesidad de la alarma. Esa noche había dormido poco, atrapado entre pensamientos y el eco de un nombre que ahora le parecía casi sagrado: Luna. No podía sacarla de la mente. Su imagen, desvaneciéndose en el parque mientras le sonreía, era como una escena grabada en su memoria, y sentía que cada vez que cerraba los ojos, esa imagen lo recibía con una intensidad que lo descolocaba.
Se levantó lentamente y se vistió en silencio, con el sol apenas asomando por la ventana de su habitación. Bajó las escaleras y, como cada mañana, su abuela le dio una sonrisa y un plato de tostadas.
—Parece que no dormiste bien, cariño —comentó ella, mientras le servía una taza de té caliente.
Liam negó con la cabeza, sin querer explicarse demasiado. Le sonrió en respuesta, agradecido de que no insistiera. Su abuelo le dio una mirada curiosa desde el otro lado de la mesa, como si intentara descifrar lo que pasaba por su mente. Pero Liam no estaba listo para hablar de Luna, ni siquiera estaba seguro de qué quería decir o si había algo que pudiera expresarse en palabras.
Terminó el desayuno y se despidió, saliendo hacia el colegio con pasos lentos y la mente en otro lugar. Aquel día, el aire se sentía más pesado, o quizá era él quien cargaba un peso adicional. Con cada paso que daba, se repetía su nombre, “Luna”, como si decirlo en silencio pudiera ayudarle a entender quién era esa chica y por qué había sentido aquella conexión tan inmediata.
Al llegar al colegio, se dirigió a su rincón habitual en el patio. En las clases, apenas lograba concentrarse en lo que los profesores decían. Sus pensamientos vagaban hacia el cuaderno que llevaba consigo, el mismo que había abierto frente a Luna la tarde anterior. Aquel cuaderno ya no era solo su refugio; ahora contenía una parte de ella, un momento compartido que no podía explicar y que le quemaba en las manos.
Durante el receso, mientras deambulaba por el patio, la vio de nuevo. Estaba sola, apoyada contra la pared, mirando hacia el horizonte, como si buscara algo que estuviera más allá del alcance de cualquiera. Liam sintió una punzada de nerviosismo en el estómago, pero no pudo evitar acercarse. A medida que se acercaba, ella levantó la vista, y sus ojos se encontraron por un breve segundo. Había un brillo en su mirada, una chispa de reconocimiento mezclada con la misma tristeza que había visto la primera vez.
—No pensé que volvería a verte aquí —murmuró Luna, como si hablara más para sí misma que para él.
Liam no sabía qué responder. Había algo en su tono que le provocaba una mezcla de incomodidad y curiosidad. Finalmente, decidió dejar que sus impulsos hablaran por él.
—¿Te molesta? —preguntó, tratando de mantener el tono relajado, aunque en el fondo le preocupaba la respuesta.
Luna negó con la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa que le dio a su rostro un aire aún más enigmático.
—Siéntate conmigo —dijo, haciendo un gesto hacia el banco cercano.
Liam se sentó a su lado, sin decir nada, dejando que el silencio llenara el espacio entre ellos. Sacó su cuaderno del bolsillo, el mismo que la noche anterior había sido su único confidente, y lo abrió en una página en blanco. Sin pensar mucho, comenzó a escribir, dejando que sus pensamientos fluyeran hacia el papel. Era como si las palabras surgieran por sí mismas, como si al tenerla junto a él, su mente no pudiera hacer otra cosa que plasmar la confusión que le generaba.

"Eres un reflejo en la sombra,
una promesa sin cumplir,
un susurro en la penumbra
que nunca llega a morir."

Cuando terminó de escribir, sintió que algo dentro de él se había liberado. Luna miraba el cuaderno con una expresión que era imposible de leer, pero sus ojos parecían llenos de comprensión. Liam se sintió vulnerable, pero también extrañamente en paz.
—Eres bueno —comentó ella finalmente, y había un tono suave en su voz que él no había escuchado antes—. No es fácil encontrar las palabras correctas para describir… bueno, todo esto.
Él asintió, reconociendo la verdad en sus palabras. Sabía que para él, escribir era la única forma de liberar los pensamientos que nunca expresaría en voz alta. Y con Luna, esa barrera parecía romperse sin esfuerzo.
—¿Tú también escribes? —se atrevió a preguntar, con la esperanza de descubrir más de ella.
Luna se encogió de hombros, dejando que una sonrisa triste se dibujara en su rostro.
—A veces —respondió, y miró hacia el suelo como si buscara algo que había perdido hace mucho tiempo—. Pero no soy tan buena como tú.
El comentario lo hizo sentir un extraño orgullo. Nunca le había mostrado sus palabras a nadie, y ver cómo ella las recibía con respeto le daba una satisfacción que no lograba comprender del todo. En ese momento, el timbre sonó, y ambos se levantaron sin decir nada, pero antes de que él pudiera despedirse, Luna se alejó con un paso lento, como si llevara una carga invisible sobre sus hombros.
Durante el resto del día, Liam apenas podía concentrarse. Sus pensamientos giraban en torno a Luna, a sus palabras y a la forma en que había sentido que ambos compartían algo más allá de lo evidente. Esa noche, en su habitación, volvió a abrir el cuaderno y comenzó a escribir, incapaz de detener el flujo de pensamientos que le provocaba aquella extraña conexión:

"Luna, reflejo sin nombre,
sombras que buscan la luz,
un sueño roto en el eco
de una vida que nunca fue."

Escribir sobre ella se había convertido en una necesidad, como si cada palabra lo acercara un poco más a la verdad. Pero había algo más, una inquietud creciente que no sabía cómo controlar. Era consciente de que estaba entrando en un terreno peligroso, uno en el que ambos parecían caminar en equilibrio sobre el abismo de sus propios miedos.
Al día siguiente, volvió a verla. Era casi un ritual tácito entre ellos; se encontraban en el mismo rincón, como si el destino los empujara a compartir esa oscuridad. Luna lo saludó con un leve gesto de cabeza y una sonrisa contenida. Parecía más relajada, o al menos, dispuesta a dejarlo entrar un poco más en su mundo.
Antes de que la campana sonara, ella se levantó del banco y dio unos pasos hacia el edificio. Pero, de repente, se detuvo, giró la cabeza hacia él y lo miró con una intensidad que lo dejó sin aliento.
—Liam —dijo en un tono apenas audible, casi como un susurro—, hay cosas que es mejor no descubrir.
Y sin más, se dio la vuelta y caminó hacia el edificio. Liam se quedó en silencio, viéndola alejarse, con su nombre y sus palabras retumbando en su mente. ¿Qué secretos escondía Luna? ¿Por qué sentía que, en su presencia, él mismo se adentraba en un mundo desconocido?
Esa noche, volvió a escribir, cada verso un reflejo de la inquietud y el misterio que Luna había dejado en su vida:



#6029 en Novela romántica
#537 en Joven Adulto

En el texto hay: desamor, superacion, poema

Editado: 16.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.