Renacer De Las Sombras

Capitulo 5: La carga de las palabras

La tarde se extendía como una sombra en el corazón de Liam. Después de clases, caminó por las calles del pueblo, intentando escapar de sus propios pensamientos, pero las palabras de la carta de su padre resonaban como un eco constante en su mente: "Nunca dejé de pensar en ti." Era irónico; después de tantos años de silencio, una frase tan breve intentaba llenar un vacío tan profundo.

Llegó a casa más tarde de lo habitual. Su abuela lo esperaba en la sala, tejiendo en su sillón favorito. El sonido de las agujas chocando era un ritmo tranquilizador, pero Liam apenas lo notaba. Se dejó caer en el sofá frente a ella y sacó la carta de su chaqueta. La sostuvo entre sus manos como si pesara una tonelada.

—¿Crees que debería responderle? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.

Su abuela levantó la mirada, sus ojos llenos de ternura y preocupación. Dejó las agujas a un lado y se inclinó hacia él.

—Eso depende de lo que necesites, Liam. No siempre se trata de lo que la otra persona merece, sino de lo que tú necesitas para seguir adelante.

Liam asintió lentamente, procesando esas palabras. Era una verdad que no había considerado. Durante tanto tiempo, había llevado el abandono de su padre como una herida abierta, pero ahora se daba cuenta de que, quizás, el verdadero peso era el de las palabras no dichas. Tal vez responder no era para su padre, sino para él mismo.

Subió a su habitación y sacó su cuaderno. Al abrirlo, un poema comenzó a formarse en su mente, como si las palabras hubieran estado esperando el momento adecuado para salir. Tomó el lápiz y escribió:

"Las palabras que nunca dije
son las que más pesan.
Un silencio que grita,
un vacío que llena
las noches más largas."

Se detuvo, dejando que el ritmo de sus versos marcara el latido de su corazón. ¿Qué significaba realmente el perdón? ¿Era una llave para liberar a su padre de su culpa o para liberarse a sí mismo de su propio dolor? Cerró el cuaderno con un suspiro y miró por la ventana. Las nubes se amontonaban en el horizonte, presagiando una tormenta.

Al día siguiente, en la escuela, buscó a Luna durante el receso. La encontró en su lugar habitual, bajo el viejo árbol del patio trasero. Ella estaba leyendo un libro, pero al verlo, cerró las páginas con cuidado y lo miró con esa intensidad que parecía desarmarlo cada vez.

—Te ves más pensativo de lo normal —comentó Luna, apoyando la barbilla en la palma de su mano.

Liam se sentó a su lado, arrancando una hoja de pasto entre sus dedos. No sabía por dónde empezar, pero con Luna siempre parecía más fácil hablar.

—Mi padre… me escribió una carta. Después de años de no saber nada de él. Dice que quiere hablar conmigo.

Luna no respondió de inmediato. Observó el cielo, como si buscara las palabras entre las nubes. Finalmente, dijo:

—A veces las personas intentan arreglar lo que rompieron, pero no siempre saben cómo. No significa que tú debas aceptar todo, pero… tal vez entender su historia te ayude a entender la tuya.

Liam asintió. Luna siempre tenía una forma de poner las cosas en perspectiva, aunque a menudo dejaba más preguntas que respuestas. Pero había algo en sus palabras, en su presencia, que lo hacía sentir menos solo en medio de su confusión.

—¿Tú qué harías? —preguntó, buscando un consejo más directo.

Luna sonrió, pero era una sonrisa triste, cargada de sus propios fantasmas.

—Yo escucharía, Liam. Escuchar no significa olvidar, ni justificar, pero te ayuda a decidir qué hacer con lo que sientes. A veces, la única forma de dejar de cargar con algo es enfrentarlo.

Liam se quedó en silencio, dejando que sus palabras se asentaran en su mente. Cuando la campana sonó, se despidieron con un leve intercambio de miradas, y él supo que, aunque ella también cargaba con sus propias sombras, había encontrado en ella un faro en medio de su tormenta.

Esa noche, bajo la tenue luz de su escritorio, escribió una carta de respuesta. No era larga, pero cada palabra estaba cargada de significado:

"Papá:
Recibí tu carta. No voy a mentir: fue como abrir una vieja herida que nunca terminó de sanar. Pero también entiendo que hay cosas que nunca dijimos y que tal vez es momento de decirlas. Estoy dispuesto a escucharte, pero no esperes que sea fácil para mí.
Liam."

Al terminar, la dejó sobre su escritorio, inseguro de si realmente la enviaría. Sin embargo, al menos por esa noche, sintió que había dado un paso hacia adelante, aunque fuera pequeño.

Antes de irse a dormir, tomó su cuaderno y escribió otro poema, esta vez con un matiz de esperanza:

"El peso de las palabras
no es tan fuerte como el del silencio.
Quizás, al final,
las heridas no sanen,
pero aprendes a llevarlas
sin que te destruyan."

Liam cerró el cuaderno con una sensación extraña, como si, por primera vez en mucho tiempo, el vacío dentro de él comenzara a llenarse… no con respuestas, sino con la posibilidad de encontrarlas.



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En el texto hay: desamor, superacion, poema

Editado: 20.02.2025

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