Cap 3

Cada visita que hacía parecía inútil, sin embargo seguía haciéndolo, no sé si era para mostrarle que estaba aquí, que había cambiado que la escuchaba, la veía. No fue sencillo verte tan lejos de mi cuando se supone que éramos uno, a no te visitaba por tus gritos ahora lo hacía por tu silencio tan ensordecedor que no me deja respirar, dormir y en algunos caso ni hablar… después de tantos cambio en mí, de tantos deseo no cumplidos empecé a notar pequeños cambios, fue como si una chispa de luz empezara a abrirse paso a través de la niebla, tan pequeña y casi invisible para los demás pero la vi, vi como empezaba explorar cada paso que dejaba, algunos llamaban nuestra atención…
Empecé a ver por mí también, creo que en la búsqueda del pasado y de un futuro inexistente me perdí de mi presente, nunca había considerado que eso también te cambiaria a ti.
Un día con valentía retomada te volví a visitar esta ves te vi entre el jardín con una dedicación inexplicable y un aura renovada, tus dedos se movían con una habilidad que hablaba de una conexión nueva con mi interior. Observaba cómo tus ojos se iluminaban al hablar de plantas, flores, de eventos que no recordaba, observe cómo tus manos se movían con una certeza que no había visto desde que te encontré.
Me sentí tan orgullosa de los pequeños logros que se convirtieron en grandes victorias para mí. Verla comenzar a pintar, a tocar la guitarra, a perderse en libros de aventuras, era como observar la reconstrucción de una vida rota, una que sin darme cuenta estaba siguiendo hasta que te conocí. Cada trazo del pincel, cada acorde de guitarra era una manifestación de la resiliencia que se estaba formando, un testimonio de fortaleza interior. Su risa, aunque aún tímida, comenzaba a resurgir, y cada vez que la escuchaba, era como si el sol regresara a la habitación, trayendo consigo una calidez que hacía que todo el sufrimiento pareciera más soportable, en ese momento me di cuenta del enorme peso que sentía mi corazón.