Reservado

Capítulo 5

Hay dos maneras de despertar: solo o acompañado. Ambos tienen sus ventajas e inconvenientes. Si te despiertas solo puedes desperezarte como si fueras un oso y no molestarías a nadie. Además, tienes una cantidad de espacio personal que la considero maravilloso. Sin embargo, a pesar de todo lo bueno que tiene dormir sola, te quedas sin las mejores cosas de despertar con alguien a tu lado. Despertar con alguien a la que quieres es buen humor asegurado acompañado de una buena dosis de mimos. Pero claro eso es algo exclusivo de parejas.

Dormir con Tony se podría considerar casi perfecto. ¿Por qué? Muy simple. Tienes tu espacio personal, pero te inunda con su alegría tan característica.

  • Buenos días, amor mío – exclama Tony desperezándose muy ruidosamente.
  • Buenos días – digo mientras cojo la almohada para protegerme de los rayos que amenazan con deslumbrarme desde la ventana.
  • Venga ya, dormilona – me dice mientras me zarandea y me arranca la almohada de las manos – En quince minutos se supone que empiezas a trabajar así que no seas perezosa.
  • ¿Sólo quince minutos? – exclamo más apurada de lo que esperaba. ¿Desde cuándo me quedo dormida? Ahora me tocará ir a toda prisa si no quiero morir en el intento – No me lo puedo creer, esto no está pagado.
  • Venga ya, no seas quejica.

Mientras me levanto a toda prisa le echo una mirada que perfectamente podría matarlo y enterrarlo en unos segundos. Salgo pitando al cuarto de baño, me arreglo, elijo la ropa y salgo corriendo para ir al desayuno.

  • ¿No olvidas algo? – me pregunta Tony con tono burlón ya levantado, pero aún en pijama.
  • ¿El qué? – digo mientras me reviso de arriba abajo. Soy capaz de haberme puesto algo manchado y yo aquí sin darme cuenta. Sin embargo, Tony me señala con la mirada al pelo. Mierda, lo olvidaba.
  • No me tomes a mal, yo te veo más guapa con el pelo suelto y lo sabes. Pero a ti no te gustaría ir así, así que yo aviso.

Corriendo vuelvo al cuarto de baño y me hago la coleta alta de todos los días. Una vez compruebo que todos los pelos están en su sitio, vuelvo a salir corriendo del baño. Me acerco a Tony y, como si fuese una madre, le agarro la cara y le doy un beso muy sonoro.

  • Si es que eres el mejor.
  • ¿Acaso lo dudabas? – dice con tono arrogante y una sonrisa burlona en sus labios.
  • En quince minutos te quiero abajo para desayunar y luego nos vamos a llevar a Violet y a la universidad ¿okey?
  • ¡Si señora! – exclama mientras se lleva la mano a la cabeza para imitar el gesto militar.

Sonriendo salgo corriendo de la habitación hasta llegar al comedor. Como todos los días, ya van llegando a desayunar y me dedico a servir todas las mesas. Justo quince minutos después aparece Tony, como siempre puntual. Sin embargo, viene con una sorpresa agridulce. A su lado va caminando el pelinegro de ojos azules que consigue sacarme de mis casillas. Por suerte está Tony y hoy me he levantado de buen humor. Si no, a saber cómo acabaría.

Se sientan juntos en una mesa y Tony hace un gesto para llamar mi atención. A regañadientes voy hasta ellos.

  • Buenos días, ¿qué quieren para el desayuno? – pregunto con tono algo serio y mirando la libreta en la que lo apunto todo.
  • ¿Por qué te pones ahora tan formal? Ni que no nos conocieras – pregunta Tony con cierta incredulidad.
  • Tony, estoy trabajando. No puedo hablar como me dé la gana – digo mientras voy bajando el tono – Ya conoces a mi madre, es muy buena pero mejor no la enfades.
  • Pero que dices, si tu madre es un amor – responde Tony con tono decidido.
  • Ya claro – en toda la conversación, veo de reojo como Henry posa su mirada de Tony a mi como si estuviese en un partido de tenis con un semblante totalmente serio ¿Sonreirá con algo que no sea el fútbol? Tengo verdadera curiosidad. Una voz por mi espalda me corta el hilo de pensamientos justo cuando llega a mi lado.
  • Kara, trae lo de siempre para ellos – dice mi madre con decisión – Y date prisa que al final llegáis tarde.

Sin replicas, principalmente porque no tengo ganas, me voy a la cocina a traer lo que me ha mandado. Salgo de nuevo con la bandeja llena del desayuno. Cuando llego empiezo a servirles con sumo cuidado. No quiero cagarla y menos en esta situación.

  • ¿Verdad Kara, cariño? – escucho a mi madre preguntarme. Una de dos: o estoy en mi mundo más de lo que pensaba o da por hecho que lo oigo todo.
  • ¿Qué? – respondo sin parar de servir.
  • Que a ti no te importa llevar a Henry también a la universidad. Total, si vais los dos qué más da uno más – Justo en ese momento se me cae un poco de café encima de la mesa. ¿He oído bien? ¿Me acaba de decir que voy a tener que aguantarlo también en el coche? Lo que me faltaba. A la mierda mis sesiones de terapia con Jennifer López.
  • Por dios que torpe estás – exclama mi madre con un suspiro – Tranquila tu termina aquí que yo lo recojo.

En ese momento me deja a solas con los jugadores que me miran con una mirada difícil de descifrar. El silencio incómodo se instala en los tres dejándome de pie al lado de la mesa como si fuera un maniquí.

  • ¿Qué pasa? – pregunto de forma cortante
  • No, nada nada – exclaman los dos a la vez.
  • Solo que parece como si te pasase algo – habla esta vez Tony mientras va acercando su mano a la mía hasta llegar a cogerla – ¿Estás bien? Esta mañana no parecía que te pasase nada.
  • Si, todo está bien. No te preocupes – respondo mientras veo como Henry me mueve incómodo en su silla. En ese momento aparece mi madre que limpia la mesa dejándola como si no hubiese liado la de siempre.
  • Bueno, voy a seguir trabajando – afirmo sin mirar ningún punto en concreto – En veinte minutos os quiero preparados en la recepción para irnos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.