Reservado

Capítulo 8

Nadie llega a comprender realmente que significa para mí los viernes por la noche. Es el único momento de la semana que verdaderamente siento que puedo respirar con tranquilidad, que nada ni nadie puede romperme mi momento, que no me importa en absoluto lo que piensen los demás o si me juzgan. Es el momento de la semana donde siento que la paz me inunda y me deja vivir.

Por eso, con toda la emoción que me invade, me bajo del coche mientras escucho como Sarah, Tony, Amy y Henry hablan animadamente, pero que no soy capaz de concentrarme en escuchar. Mi cerebro está en otro lado y, por eso, no me doy cuenta de que las chicas se van con Tony hacia el bar mientras yo me dirijo a mi habitación.

Entro en el ascensor y pulso el botón de la primera planta y justo cuando se empieza a cerrar la puerta, una mano la frena volviéndose a abrir. Henry entra y se coloca a mi izquierda en silencio, ambos mirando al frente.

  • Tierra llamando a Kara – escucho decir a Henry cuando las puertas empiezan a abrirse.
  • ¿Qué? – pregunto algo confundida ¿estaba hablando?
  • Te había preguntado que si te pasaba algo porque has estado todo el camino en coche muy rara – llegamos a la puerta de nuestras respectivas habitaciones – Ahora si tengo claro que algo te pasa, estás como en otro mundo.
  • No es nada, solo estaba pensando en mis cosas – aclaro abriendo la puerta para entrar.
  • Vale, si tú lo dices – dice rindiéndose a la vez que va entrando en su habitación – Buenas noches.
  • Buenas noches.

Sin más, entro corriendo en mi habitación y me dirijo directamente al armario. De allí cojo los pantalones negros de tiro alto con la blusa blanca de tirantas y las botas negras de tacón. Me voy corriendo al baño mientras me voy desnudando de camino lanzando toda la ropa por el camino, verás que desastre luego para recogerlo todo.

Una vez vestida, me pongo un poco de maquillaje, una raya negra en los ojos y la máscara de pestañas. Turno de encargarse del pelo, como cada vez que trabajo de noche, me hago un moño bajo con la raya al lado y un mechón suelto que suele acabar detrás de la oreja.

Diez minutos de reloj y ya estoy saliendo de camino al bar. En la barra está mi madre con un atuendo muy parecido al mío. Hoy hay más gente de lo normal, esta es la única zona donde puede entrar cualquiera sin necesidad de ser huésped del hotel, así que suele llenarse con personas que viven cerca.

Pues hora de trabajar así que, colocándome al lado de mi madre, empiezo a atender a los clientes.

  • Preciosa como siempre – escucho la voz de Tony mientras se acerca a la barra y apoya ambos brazos – Y en tiempo récord.
  • Venga ya, no seas exagerado – digo mientras me voy ruborizando – ¿Qué te pongo?
  • No seas tonta que estás guapísima – exclama con tono de reproche – Tienes que empezar a creerte un poco más lo que te digo.
  • No empieces por favor, es una batalla perdida ¿qué te pongo?
  • Hoy no quiero alcohol, ponme un San Francisco.
  • Marchando – exclamo empezando a prepararlo.
  • Ponle otro a Amy y a Sarah algo más fuerte, ya sabes – dice con una mirada sugerente a lo que contesto con una gran carcajada.
  • Pues aquí están los tres, pasadlo bien – digo una vez que termino de prepararlos – En un rato me paso por vuestra mesa.
  • Muchas gracias y suerte – Tony se abalanza por encima de la barra para darme un beso en la mejilla y luego irse de vuelta a la mesa, no sin antes guiñarme un ojo.

Son las once menos cinco, el momento se acerca y los nervios me asaltan, pero no esos de los que te hacen pasarlo mal, sino de los que sabes que viene algo maravilloso.

Todas las miradas se van posando en mí y todos los conocidos se van colocando con comodidad en sus asientos a la vez que las conversaciones van decayendo, produciéndose un casi silencio.

El reloj toca las once en punto y ahora sí, todos guardan silencio observando como salgo de la barra y me dirijo al otro lado de la sala, donde están orientadas todas las mesas a modo de expectación.

Todavía no había decidido que hacer hoy, pero ese camino tan corto siempre consigue iluminarme. Me siento y veo como el foco se dirige directamente hacia mí y todas las miradas lo siguen esperando con entusiasmo.

Sin más pongo las manos encima de las teclas y una cover de In your Eyes de The Weekend empieza a sonar en el piano a lo que pongo voz con el micrófono que se encuentra enfrente de mí.

Dejo que las notas fluyan por todo mi ser dejándome llevar por el ritmo que voy marcando. Las miradas de todos los que están sentados se van iluminando dejándome sentirme llena, orgullosa, aunque sea de un solo aspecto de mi vida. Le estaré eternamente agradecida a mi madre por permitirme hacer esto todos los fines de semana, por dejarme liberarme de todo lo que me hace daño desde dentro, por poder sentir un gramo de felicidad, por dejar que haga lo que le da sentido a mi vida.

Cuando estoy en el piano, suelo mirar a mi alrededor, pero nunca consigo ver nada de nada. Es como mirar a la nada y no estar viendo realmente nada. Sin embargo, hoy hay algo que capta mi absoluta atención. Ese algo es Henry apoyado en la barra mirándome fijamente, y sé por su mirada que no puede creerse lo que ve. Para ser honesta yo tampoco me creería que yo, la que siempre pasa desapercibida y que no destaca realmente en nada, que es tímida a más no poder y trata siempre de ocultarse, esté aquí cantando delante de todo un bar lleno de personas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.