Reservado

Capítulo 18

No soy muy fan de la fiesta que se avecina. Todo el mundo parece adorarla, pero para mí es otra excusa más para salir de fiesta y pasártelo bien. Oye no está mal pero tampoco es que la gente necesite una excusa para eso. Sin embargo, el verdadero motivo por el cual no soy muy fan de este día es porque, debo admitirlo, me da bastante miedo y mal rollo los disfraces de más de uno.

Halloween es mañana y nosotros todavía sin disfraz. El año pasado nos vestimos los cuatro con la misma temática y no vamos a romper la tradición que acabamos de empezar. Me da pena Henry porque el pobre va solo en esto, pero es lo que hay.

  • ¿Qué tenéis en mente? – estamos justo los cuatro en la entrada de la tienda de disfraces del centro comercial sentados en un banco terminándonos el batido que nos compramos. Disfrazarme no es de mis hobbies favoritos, pero tengo que admitir que las ideas de Sarah son super divertidas y solo espero a que me conteste con una.
  • Tenemos que tener en cuenta que este año vamos a ir a la fiesta de los jugadores del equipo – recalca Tony –. Y que a mí me encanta sorprender, ya sabéis.
  • Tengo varias ideas en mente, pero no me termina de convencer ninguna – dice Sarah con la duda en su rostro –. ¿Cómo hacemos para quedar como los amos?

Ellos siguen hablando de distintos disfraces como si estuviesen debatiendo en el congreso la ley más importante del mundo. Sin embargo, no paro de darle vueltas a la mente de como decir lo que llevo pensando por más de una semana.

  • Chicos – consigo llamar la atención de todos que me miran instándome a continuar –. Quiero deciros una cosa, o más bien preguntar, pero no sé cómo hacerlo.
  • Pues como te salgas, no te rayes y dispara – afirma Tony concentrado en su batido.
  • Vale, por favor no me la lieis, pero … – un nudo de nervios se me instaura en el estómago y con un último suspiro lo suelto sin pensar a toda velocidad –. Me gusta Henry y no sé cómo decírselo.

La escena se vuelve muy graciosa porque Tony se atraganta con el batido y empieza a toser como si fuese a echar los pulmones por la boca, Sarah empieza a reírse como una loca a carcajada limpia y Amy parece que se le va a desencajar la mandíbula.

  • No os sorprendáis tanto que lo sabéis de sobra – admito enrojeciendo de pies a cabeza.
  • Yo es que no me esperaba que fueses a admitirlo – dice Tony recuperando el aliento –. Sueles mantener más la ley del silencio.
  • Anda que no, yo estaba esperando a que lo admitieses y has tardado menos de lo que pensaba – añade Sarah.
  • A mí no me descoloca eso, se sabe que te gusta desde que lo viste por primera vez – aclara Amy –. Lo que me descoloca es que quieras decírselo. Ósea, piénsalo, ¿desde cuando llevas pensando en hacerlo? Porque normalmente te negarías tajantemente por miedo y vergüenza al rechazo.
  • Ese no le rechaza ni de coña – sentencia Sarah riendo.
  • Si lleva esperando desde el primer día – se le une Tony.
  • Pero es normal sentirte inseguro y especialmente si eres más introvertido como es nuestro caso – les corrige Amy.
  • Desde la barbacoa y todo lo que pasó, la idea no para de dar vueltas en mi cabeza – admito –. Ese día me sentí más cómoda y feliz que en muchísimo tiempo y sé que si diésemos un paso más, esos momentos se repetirían mucho más a menudo, creo que es lo que quiero. Me da miedo, por supuesto, pero así podría no sé dar un paso más. Además, parece tener bastante paciencia conmigo, me parece justo ser yo ahora la que se lance ¿no?
  • Pues entonces hazlo – dice Amy con una gran sonrisa –. Tienes que hacer las cosas cuando tú sientas que son correctas y porque tú seas la que llegue a esa conclusión, así que no te lo pienses más.
  • Eso es, nosotros te ayudamos – añade Tony.       
  • ¿Cómo lo hacemos? – pregunto nerviosa de pensar en ese momento.
  • Mañana es el día perfecto – exclama Sarah que parece tener una gran idea –. Lo primero es que nuestro disfraz va a ser de lo más sexi que hayamos visto en la vida. Ah y Tony, como te vayas de la lengua y le cuentes algo a tu amiguito no vives para contarlo.
  • Si mi capitana – exclama haciendo un saludo militar.

Entramos en la tienda después de tirar los batidos, siendo liderados por Sarah que mira de un lado a otro buscando lo que más le guste.

  • ¿Va a venir Jacob? – Amy y yo vamos detrás de los otros que debaten sobre cada prenda que encuentran, nosotras solo esperamos a que se decidan, así va la cosa en este grupo.
  • Me dijo que no es de los que se junta en el equipo y que no se sentía a gusto con ellos, pero le dije que yo iba a ir con vosotros y aceptó – admite sonrojándose –. Le dije que, si no quería, no hacía falta que viniese por obligación, pero no me dejó ni terminar la frase.
  • Es normal, le gustas y quiere pasar tiempo contigo – recalco observando los disfraces, ¿la gente de verdad se pone estás cosas? Hay algunos que parecen más de dominatrix que disfraces en sí –. No me has contado nada de vosotros y sé que habéis estado saliendo a menudo.
  • Si, por eso he estado quedando menos contigo y no me gusta, porque las amigas siempre van antes – dice con pena –. Tenemos que volver a nuestras quedadas secretas.
  • Cuando quieras vienes al hotel como siempre, no tienes ni que preguntar – Sarah y Tony no lo saben, pero a nosotras nos gusta quedar a nuestro rollo porque tenemos muchas cosas en común que ellos no comparten. Está claro que no se lo decimos porque a veces son como un par de niños chicos y se enfadan –. Pero bueno, cuéntame de Jacob.
  • Pues hemos estado quedando para ir al cine, comer o simplemente estar en un parque leyendo y hablando de tonterías – al hablar se le va iluminando la cara, cosa que me parece de lo más tierna del mundo.
  • ¿Le gusta leer? – pregunto entusiasmada.
  • Mucho, aunque no es del mismo tipo de libros que nosotras.
  • Eso ya era demasiado pedir – admito riendo –.. No espero que a un tío le guste los libros de romance la verdad. Pero admíteme que no hay nada más sexy que un tío leyendo, eso es así.
  • Muchísimo – sus mejillas van adquiriendo el mismo tono que su pelo que delata lo que pretende decir –. De hecho, cuando estamos leyendo nunca me concentro porque no puedo parar de pensar en, ya sabes.
  • En nuestros queridos libros – trato de adivinar a lo que ella me afirma con la cabeza –. No tiene nada de malo, es natural y maravilloso. ¿Has hecho algo con él?
  • Todavía no – admite bajando la voz –. Pero me gustaría que pronto sí. Bueno, si te digo que besa muy, pero que muy bien. Tengo ganas de descubrir qué más hace bien.
  • Pues ya tenemos un objetivo cada una – sentencio con una sonrisa –, tú averigua lo que necesitas saber y yo me declaro. No es tan difícil ¿no?
  • No para nada – su tono sarcástico revela lo que es cierto, a quien pretendo engañar si para mí esto es peor que subir al Everest.
  • Vale chicas – la voz de Sarah nos devuelve a la situación mientras señala unos disfraces –, ya tenemos nuestros disfraces.




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