Reservado

Capítulo 23

  • En cuanto baje Henry nos vamos – John y yo estamos esperando al jugador para irnos juntos al partido –. Verás tú, papá cuando te vea.
  • Le va a flipar, lo sé – admite muy emocionado –. Lo mismo le distraigo de su superpartido, pero oye.
  • Ya estoy – dice Henry cuando aparece a nuestro lado –. ¿Nos vamos?
  • ¿Nervioso? – le pregunta John cuando nos dirigimos al aparcamiento.
  • Lo justo, como siempre – admite con los nervios claramente reflejados en su cara.

A los demás puede tratar de mentirles, pero lo conozco lo suficiente para saber que una responsabilidad así para con todo el equipo siempre consigue ponerle los nervios a flor de piel. Sé que para la mayoría es una auténtica tontería porque es un simple partido, pero también sé que eso no es lo que consigue ponerle así.

Al jugar en equipo siempre asume la responsabilidad de que todo recae sobre él, aunque no sea así. Tiene demasiado sentido de la responsabilidad y odia defraudar a los demás, y sí, probablemente tenga alguna explicación, pero a eso todavía no he llegado.

  • ¿Conduces tú? – le propongo a mi hermano con cara de cachorro –. Siempre me toca a mí, estaría bien no conducir cada vez que vamos a algún sitio.
  • Bueno, venga – con una sonrisa doy un saltito y voy hacia el copiloto –. No me digas que sigues poniendo música en el coche como si fuera esto un karaoke.
  • Obvio si – contesto mientras coloco la primera canción –. Y como es mi coche, se pone lo que yo quiera.
  • Al principio choca el show que monta, pero luego te acostumbras – admite Henry riendo.
  • Demos gracias de que por lo menos canta como los ángeles – dice John –. Imagínate como sería esto si cantase mal.
  • Rompe los cristales – añade Henry y ambos ríen –. Tengo que admitir que ya ha conseguido que me una.
  • ¿Tan rápido te has dejado liar por esta loca? – pregunta con una sonrisa.
  • Oye – me quejo cruzándome de brazos –. Que ni estoy loca, ni obligo a nada. ¿A que te lo pasas muy bien? – la pregunta va directa a Henry cuando me doy la vuelta y la suelto con la ceja en alto.
  • Si claro – admite sonriendo.
  • Me da a mí que si preguntas así lo que das es miedo, enana – afirma John, yo lo miro con los ojos entrecerrados.
  • No me llames así, odio ese mote.
  • Pues a mí me encanta – se le une Henry consiguiendo que vuelva a mirarlo acusatoriamente –. Fiel a la realidad al menos es.
  • ¿Quieres morir? – pregunta John con una carcajada –. Porque por el tiempo que llevo conociendo a Kara, que es toda la vida, sé que acabas de firmar tu sentencia de muerte.
  • Lo ha dicho él, no yo – se defiende con las manos en señal de rendición.
  • Pero yo soy el protegido – alardea John con superioridad.
  • Él es mi hermano y no tiene remedio – admito restándole importancia –. Pero no es tu caso, tú te tienes que ganar las cosas.

Henry se acerca hasta a mí, que seguía mirando hacia atrás por el hueco entre ambos asientos delanteros, y cuando su cara queda a milímetros de la mía susurra.

  • Ya me queda poco por ganar, te gusto demasiado y lo sabes.
  • Oye, que no estoy sordo – añade John haciendo que ambos volvamos a nuestros asientos –. Vale que estéis juntos y todo eso, pero delante de mí cortaros, que después cogéis confianza y hay cosas que no quiero ver en mi hermana. Por dios, me quedo traumatizado solo de pensarlo.
  • Tranquilo que tengo un mínimo de vergüenza, parece que me conociste ayer.

Llegamos a la universidad y aparcando nos dirigimos hacia el campo de fútbol. Cuando llegamos, teniendo en cuenta que hemos venido temprano, solo están algunos jugadores sentados en el banquillo hablando.

  • ¿Habrá llegado ya papá? – me pregunta John.
  • Probablemente esté en su despacho – afirmo entrando por los vestuarios –. Voy contigo a verlo.
  • Me voy con los del equipo – nos comunica Henry antes de desviarse hasta ellos y saludarlos con el típico saludo de mano, especialmente a Tony que nos saluda con la mano a lo lejos.
  • Llama tú – me pide cuando llegamos a la puerta –. ¿Te puedes creer que estoy hasta nervioso?
  • Normal – le digo pasándole una mano por su brazo para tranquilizarlo –. Venga que voy.

Con suavidad, toco la puerta y su voz con un “adelante” se oye desde el otro lado de la puerta. Asintiendo hacia él, abro el pomo hasta descubrir mi compañía. Mi padre está totalmente ensimismado en los papeles que mira sentado en su escritorio con la mano apoyada en su cara y el ceño fruncido, muy probablemente esté ideando las estrategias que quiere para esta noche.

  • Papá – ambos entramos en el despacho y lo llamo para captar su atención. Con eso levanta la vista hacia mí, supongo que se habrá sorprendido de que después de ni siquiera cogerle el teléfono el día de mi cumpleaños por el enfado que cargo, haya venido a verle. Sin embargo, cuando ve a John a mi lado, sus ojos se ponen vidriosos y se levanta a toda velocidad para alcanzarlo y darle un gran abrazo.
  • John, ¿qué haces aquí? – su emoción es bastante palpable, jamás dejaría que cayese una lágrima delante de alguno de nosotros porque siempre carga una fachada de tipo duro, pero sé que ahora mismo lloraría como un niño pequeño. Extendiendo su brazo tira de mí para añadirme al abrazo. Como es de esperar, trato de huir, pero John no me lo permite atrayéndome y dejándome entre ambos –. Mis niños, estáis los dos aquí. Cuanto tiempo hacía que no os tenía juntos. Os quiero mucho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.