Respira Conmigo

Debbie y Carlos Capítulo 71-75

Capítulo 71Un hombre autoritario 

En este momento, Debbie sintió que Carlos era mucho más confiable queotros hombres a su alrededor, como Jeremías y Hayden. Este último habíaadmitido sin rodeos que todavía la amaba, a pesar de eso, no estaba allí cuandoella necesitaba su ayuda.Sin embargo, cuando ella besó a Carlos en la mejilla, él la apartósuavemente, caminó hacia la mesita de noche y marcó el número de larecepcionista. —Hablo de la habitación 1206, necesitamos un botiquín, gracias.Antes de obtener una respuesta positiva definitiva, Carlos colgó el teléfono,su esposa se sobresaltó. '¿De verdad? ¿Así es como usualmente le pide a la genteque le haga un favor? No creo que le vayan a traer pronto ese botiquín', dijoDebbie en su mente.Sin embargo, a los tres minutos sonó el timbre, ella corrió a abrir la puerta yvio a una empleada del hotel parada afuera con un botiquín en sus manos.—Muchas gracias —Debbie le agradeció educadamente y se hizo cargo delkit.—De nada señorita —respondió la empleada del lugar. 

Después de cerrar la puerta detrás de la chica, Debbie se acercó a su maridoy le dio el botiquín, él lo abrió, sacó algunos hisopos y una botella de soluciónantiséptica antes de llevar a su esposa a una silla. —Siéntate, te limpiaré laherida —le ofreció Carlos gentilmente.—¿De verdad? ¿Acaso sabes cómo limpiar heridas? —preguntó ella conabsoluta incredulidad.Él puso los ojos en blanco y respondió con indiferencia: —Hace tiempoestuve en la fuerza especial, limpiar heridas es algo insignificante para mí, esuna de las habilidades más necesarias que debemos aprender.—¡Realmente estuviste en el ejército! —exclamó Debbie. En una ocasión,ella pudo notar por su forma de pararse, que él había tenido algún tipo deentrenamiento para combate, pero no esperaba que su marido hubiera servido enla fuerza especial. No pudo evitar seguir preguntándole. —Entonces, ¿por quédejaste el ejército y te convertiste en CEO? ¿No te gustó servir en el ejército? —dijo Debbie confundida. 

Ella realmente deseaba verlo con el uniforme militar, seguramente luciríamuy guapo así.—Es una larga historia, te la contaré en otro momento —después de estaspalabras, Carlos desenroscó la tapa de la solución, introdujo un hisopo ycomenzó a limpiar la herida de su esposa con suavidad.Luego se escuchó un fuerte gemido, aquella era una especie de soluciónbarata y le provocó a Debbie una sensación punzante en la herida. Seguramenteella estaba teniendo un dolor insoportable, cada vez que su esposo limpiaba laherida con el hisopo, Debbie se estremecía de dolor. Pero aún así, ella era muchomás fuerte que otras chicas para resistir el dolor, cualquier otra mujer ya habríallorado si estuviera en lugar de Debbie.Carlos se detuvo al escuchar su respiración entrecortada, estabaacostumbrado a este tipo de solución, pero olvidó que su esposa era una chica yque el dolor podría parecerle insoportable. 

Su rostro se suavizó cuando dijo: —Lo siento, olvidé recordarte que la solución podría doler bastante, seré rápido,sólo espera un poco más —luego continuó limpiando la herida.—Está bien, puedo soportarlo —dijo Debbie. Si Karen y Kristina estuvieranaquí, le regañarían a su amiga sobre la forma en que esta actuó ante Carlos, otraschicas sin duda fingirían que era muy doloroso e incluso derramarían lágrimaspara llamar su atención.No obstante, Debbie actuó con valentía, se comportó como si no le doliera enabsoluto y se negó obstinadamente a hacerle saber a su marido la intensidad deldolor que estaba enfrentando.

 Ella fijó sus ojos en el hombre que estaba enfocado en limpiar su herida,después de un rato, no pudo resistir su impulso y preguntó: —Carlos, ¿por quéviniste hoy a mí?Ignorando su pregunta, él sacó un curita y estaba a punto de ponerlo sobre suherida. —No quiero tener un curita en mi cara —se negó Debbie. 'Eso se veríabastante raro en mi rostro', pensó ella. Era sólo una pequeña herida, pero Carlosinsistió. —Insisto en que te lo pongas ahora, si quieres puedes quitártela mañanatemprano.—¡Bien! ¿Por qué evitaste mi pregunta? —exclamó Debbie.Carlos volvió a poner todo en el botiquín y respondió con tranquilidad: —Soy tu esposo, es bastante normal que esté disponible para ti cuando menecesites.Su esposa se quedó muda ante tal respuesta.

 '¿No puede ser un poco amableconmigo?', se preguntó Debbie, luego bajó la cabeza y se quedó en silencio porun rato, obviamente estaba decepcionada en este momento.Sin embargo, Carlos no se dio cuenta de eso, e incluso si lo hizo, se mantuvoindiferente a ello. Minutos después, él ordenó: —Ve al baño y toma una ducha,es tarde y necesitamos dormir un poco, volaremos a casa mañana por la mañana.—Pero pensé que íbamos a pasar unos días más aquí —replicó ellarápidamente.Su marido realmente no entendía por qué todavía quería quedarse en laciudad donde le habían robado y la habían tratado sin piedad. Carlos sabía quesería inútil discutir con su mujer sobre este asunto, por lo que la tomó en susbrazos y la amenazó: —¿Estás segura de que quieres desobedecerme? 

Entonces, sus manos comenzaron a recorrer salvajemente todo el cuerpo desu esposa. Debbie se sonrojó, luchó por liberarse y corrió rápidamente hacia elbaño. —Me voy a bañar ahora.Luego de pasar casi una hora en el baño, Debbie reapareció y vio a Carlostrabajando en su computadora portátil.Su teléfono sonó en este momento, la chica caminó hasta la mesita de noche,lo agarró y vio el identificador de llamadas. Titubeando, se trasladó al balcón yrespondió. —Hola —dijo susurrando.—Deb, ¿qué pasó? Estaba en una reunión, apenas acaba de terminar —la vozde Hayden venía del otro extremo de la línea.Mirando el lago cercano, Debbie suspiró para sí y respondió conindiferencia: —Nada, tú ocúpate de tus asuntos.—Deb, ¿cuándo vas a volver a la ciudad Y? Te recogeré en el aeropuertocuando llegues —respondió él.—No hay necesidad de eso Hayden Gu y no te atrevas a llamarme de ahoraen adelante. 

Estoy casada, no quiero que mi esposo malinterprete nuestrarelación, será mejor que nos mantengamos alejados el uno del otro —dijo ella.Después de una larga pausa, Hayden se rió y dijo: —Sé que me estásmintiendo, sólo tienes 21 años, ¿cómo puedes casarte tan joven? Sé que estásenojada conmigo porque....Antes de que pudiera terminar su oración, escuchó la voz de un hombre quevenía del otro lado de la línea. —Deb. —Ella se puso rígida al escuchar la voz deCarlos y se preguntó si había escuchado toda la conversación, anteriormente lehabía prometido a su esposo que no le enviaría mensajes a Hayden de nuevo.



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En el texto hay: amor juvenil, amistad

Editado: 22.07.2021

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