Capítulo 2/2

Alex

Mi tarde resultó bastante interesante y finalmente mi curiosidad se sació. Las tetas de Mandy efectivamente, eran operadas.

Tan pronto terminé de vestirme ella me imitó y no hizo falta decirle que se fuera, se la veía con ganas de marcharse. No la juzgué por hacer lo mismo que yo, si no quería una relación pero sí divertirse, esto era lo que había.

En el momento en el que Mandy lamió mi tatuaje, mi mente solo pudo pensar en Helena y eso no quería imaginarlo ni por asomo, así que la traté con más brusquedad y como era de esperar, eso a Mandy le gustó.

Miré el teléfono y vi que tenía una llamada de Benja, llevaba dos semanas en Estados Unidos y ya echaba de menos mi vida en Roma, sobre todo a mi coche. Al instante pude imaginar el cu`per de Helena metido dentro de él…¡mierda! Necesito desconetar.

Le mandé un mensaje a Benja preguntando si pasaba algo y monté en la Yamaha VMAX negra que alquilé cuando llegué aquí para dar un paseo. Necesitaba desconectar un poco y conducir era de las pocas cosas que me gustaba hacer solo. El auricular del caso sonó y dudé seriamente en si contestar la llamada o no, pero tampoco quería perderme ninguna noticia así que contesté.

–– Dime.

–– Soy el inspector Luciano.

Detuve la moto de golpe, esto era demasiado importante.

–– Sí –– respondí sonando tranquilo.

–– Me dijiste que te avisara si encontrábamos su cuerpo y ha aparecido.

No me lo podía creer, después de todos estos años…

–– ¿Ya está identidificado?

–– Sí, es el seguro. En un rato llamaremos a la familia Ferragni.

–– Bien, buen trabajo Luciano.

La llamada se cortó y elevé la vista al cielo que ya comenzaba a oscurecer. El pasado regresaba con fuerza y no tenía ni idea que debía hacer con Helena.

El teléfono volvió a sonar y miré la llamada. Benja.

–– Hey, ¿ocupado? –– preguntó con voz cansada.

–– No, tranquilo. Puedo hablar, ¿Dónde estáis?

–– En Nueva York. Alexia necesitaba un bolso con urgencia –– dijo riendo sin ganas.

–– ¿Habéis ido de tiendas todo el día? –– pregunté en todo vacilón.

Benja resopló.

–– Sí tio, es horrible –– hizo una pausa ––. ¿Cómo está? Alexia habló con ella.

Ahora mismo hablar de Helena no está entre mis temas más favoritos.

–– Bien. Tiene novio y es feliz. Está estudiando medicina, lo que ella quería –– dije cortante.

Benja se quedó callado durante un tiempo. Supuse que debatiendo sobre que decirme a continuación.

–– ¿Tú como estás?

–– Bien, me acabo de acostar con una morena de piernas bronceadas.–– sabía perfectamente que estaba sonando como un auténtico estúpido, pero me daba igual.

–– No pierdes el tiempo –– dijo ahora más serio ––. Bueno, hablamos mañana, por cierto, hemos quedado este fin de semana con Helena.

Suspiré. Una punzada de dolor atravesó mi pecho.

–– Tranquilo, n me verá con vosotros. Ciao Benja.

Corté la llamada porque no me apetecía un psicólogo ahora mismo. Encendí un cigarrillo y me apoyé en la moto mirando hacia la ciudad que comenzaba a encender sus luces.

Un pequeño recuerdo vino a mi mente.

–– Fumar mata ¿lo sabes? No llegarás a los sesenta si sigues así –– me dijo Helena entrecerrando sus ojos.

–– Moriré antes de los treinta, no te preocupes –– le respondó mientras le echaba el humo a la cara.

Una sonrisa se me escapó. Me puse serio al instante.

–– No puedo volver a caer en lo mismo –– me repetí a mi mismo, no puedo.

Tiré el cigarrilo al suelo y lo pisé sin dejar de mirar a mi alrededor. Y como siempre, aquí estaba. No me había dado cuenta de que estaba enfrente del edificio donde vivía Helena, esto era algo que nunca cambiaría. Alcé la vista hacia las ventanas con luz, hasta que la ví. Sonreí porque me alegraba saber que no había cambiado en algunas cosas. Helena estana leyendo un libro tranquilamente, ajena a todo lo que le rodeaba, ajena a los problemas que teníamos y como no…ajena a mí.