En la galería celestial de la imaginación sin límites,
donde cada estrella es un sueño y cada planeta, una idea,
la humanidad se revela como el más grande de los artistas,
pintando en el lienzo del vacío con pinceladas de euforia.
Cada visión, un acto de magia; cada invención, una revolución,
nuestros anhelos son los arquitectos de realidades aún no nacidas.
Construimos puentes hacia lo inalcanzable, escalamos montañas de misterios,
y en cada cima, descubrimos horizontes de infinitas posibilidades.
Los relatos de ayer, hoy y mañana se entrecruzan,
en una danza de narrativas que define nuestra esencia.
Somos los guardianes de la memoria colectiva, los creadores de mitos,
que con cada palabra, cada imagen, insuflamos vida a la existencia.
En la imaginación colectiva, no hay fin a lo que podemos ser,
ni a los mundos que podemos explorar, ni a las vidas que podemos vivir.
Es el poder de la imaginación el que nos hace verdaderamente humanos,
capaces de trascender el aquí y el ahora, de soñar y de construir.
Así, en el teatro de lo imposible, jugamos nuestro papel,
con la certeza de que en la imaginación reside la llave del futuro.
La humanidad, en su búsqueda incansable, encuentra en la fantasía,
el eco de su propia voz, llamando a la puerta del universo.