Tara...
Si la sonrisa es un idioma universal, los sentimientos, el afecto en sí ¿Qué clase de idioma es?. No lo sé, pero la sensación de calidez es tan especial y tan fugaz que de alguna manera asusta cuando sentimos él vació de una separación repentina.
No podía dejar de escribir, apague la luz de mi habitación solo dejando la pequeña lámpara de oso panda, la configure con una tonalidad celeste casi agua, aun con mi portátil sobre mis muslos estire mis brazos para colocar la siguiente canción que aún seguía resonando en el reproductor.
—Por fin lo termine—Dije agotada, apague la pantalla de mi portátil, mientras me dejaba caer sobre mi cama y extendía mis extremidades muy cansadas.
Gire mi cabeza para observar el exterior por las ventanas de mi habitación, rodé ligeramente por mi cama evitando ensuciar mi pijama de oso panda, recién había logrado estar completamente seca, para volver ensuciarla. Eso no.
—La nieve debe sentirse increíble entre tus dedos—Susurre para mi misma, exhale un poco de aire observando de este vapor por el frio que sentía. Las calles lucían deshabitadas, sin presencia de lluvia. Cerré los ojos sin dejar de sonreír, de vez en cuando me gustaba perderme en mi imaginación y esta vez no era la excepción.
Me imagine con un vestido celeste con tonalidades rosadas muy bello que se movía al compás del viento, mi cabello lucia radiante y la nieve decoraba las calles de Julián, las flores brillaban por el frio que la nieve les causaba, todo era tan hermoso, pero no estaba sola, sentía la calidez de alguien muy cerca de mí, intente sumergirme más en mis pensamientos, mi inconsciente me mostraba de pies a cabeza poco a poco a la persona que me acompañaba, podía observar detalladamente la vestimenta que usaba, un pantalón negro, una camisa con mangas blancas, una corbata negra con rayas rojas, llevaba un reloj en su mano izquierda, seguí contemplando, su piel era clara, su cabello ligeramente largo de una tonalidad clara, sus ojos cafés claros, su sonrisa amplia y sus...
—¿Brujita puedo pasar?—Escuche la voz de mi hermano detrás de la puerta, como siempre él malogrando los momentos románticos en mi imaginación.
—Pasa—Respondí saliendo de mi ensoñación.
—¿Todo está bien?—Me pregunto me arrastré ligeramente abriendo las cortinas rosadas que separaban la entrada de mi habitación y mi cama.
—Si—Dije entre risas—¿Por qué?—Le pregunte confundida.
—Es que papá llevaba horas buscándote y no respondías, me asuste—Me dijo removiendo su cabello—¿Por fin esta limpia?—Pregunto observando mi pijama.
—Por supuesto—Dije fingiendo molestia—¿Papá me estaba buscando?—Le pregunté haciéndole señas para que sentara a mi lado.
—¿Está segura que puedo ocupar su alcoba brujita?—Me pregunto entre risas.
—Por supuesto, pero si alguien más te observa creara que de verdad te convertí en sapo—Le dije entre risas.
—No tienes remedio, pero por ese comentario supongo que estaba sumergida en la escritura ¿Cierto?—Me pregunto encogiendo los hombros.
—¡Bingo! Definitivamente tu intelecto me sorprende—Dije burlándome de él.—Si muy graciosa, tengo curiosidad ¿cuál es el nombre de tu próxima obra de arte?—Me pregunto con curiosidad.
—¿Obra de arte?, nada que ver, solo son pequeños intentos, pero ya que estás interesado, se llamara nieve entre tus dedos—Dije encendiendo mi portátil—¿Qué opinas?—Le pregunte mordiéndome mi labio inferior.
—No lo sé, el título es tierno e inquietante, la portada no está mal, me agrada, ¿Comenzaste a escribir?—Me pregunto, asentí efusivamente—Supongo que aún no está listo para ser visto por la nobleza ¿Cierto?—Me pregunto entre risas.
—Necesita la supervisión de la reina y del brujo mayor, quizás de esa manera la nobleza pueda contemplarse con tan bella obra de arte—Dije en broma.
—No te sientas insegura hermanita, que esta futura profesora es toda una profesional—Dijo entre risas—Sé que lograras todo lo que tú quieras—Me dijo sonriendo.
—Te quiero muchísimo Rafa, a veces no logro entender la paciencia que tienes con nosotras, pero lo aprecio mucho—Le susurre fundiéndonos en un abrazo.
Como decirlo, Rafael es el tipo de persona que esta a tu lado hasta en tus peores momentos, siempre teniendo algo específico que decirte, con solo eso tú podías volver a empezar, pero si algo le sucedía a él, se escondía en su burbuja y se apartaba del resto.
—Vamos a cenar, que la barbie preparo la cena esta vez—Me indico, asenté mientras me colocaba de pie, rebusque debajo de mi cama mis pantuflas a juego mientras que ambos bajamos por las escaleras del pasadizo secundario.
Al llegar las bromas de mi hermana no se hicieron esperar, ella siempre suele decir que mi forma de vestir en muy infantil, yo siento que es cómoda.
—¿Ibas a descansar tan temprano hija?—Me pregunto mi padre mientras le daba un bocado a su ensalada de verduras, trague saliva intentando de que mi mente se adecue a esta cena que no se veía nada apetitosa.
—Si no deseas, solo deja el plato en la cocina—Me regaño Abigaíl, evite mirarla.
—¿Acaso he dicho que no quiero?—Le pregunte molesta.
—No es necesario que lo digas es evidente que no te gusta comer sano—Me ataco ella, definitivamente eso me dolió.
—En esta mesa no se discute, estamos reunidos para degustar de nuestros alimentos, aprendan de su hermano que desde hace media hora esta...¡Rafael guarda ese aparato!—Ambas observamos al sapo, él seguía en su mundo con la tecnología.
—Perdón papá—Dijo guardando su celular.
—Ustedes de verdad, debemos mantenernos en silencio mientras cenamos, sin estar tocando ningún aparato ni conversando ¿De acuerdo?—Nos preguntó mi madre.
—Si papá—Respondimos los tres en unísono.
—Bien, ahora si coméntenme sobre sus clases en la universidad—Los tres nos observamos mientras virábamos los ojos.