Sarah era diferente a otras mujeres, incluso diferente a otras monjas. Para ellas, Sarah era una ramera pese a ser joven y, peor aún, una monja. Tenía un deseo inmenso de tener relaciones carnales con alguien. Sarah era perfecta para mí.
Lamentablemente, no es posible, ni siquiera fácil, imaginar cómo sería. Más que inmoral, sería extraño, aunque a ellos les da igual o simplemente lo ven como algo raro. ¿Cómo un demonio podría enamorarse de una simple humana?
Me dije a mí mismo que hablaría con ella a solas esta noche, mientras los demás estuvieran ocupados con nuestra pequeña reunión familiar.
Eran las 12 de la noche. Mientras los demás discutían, me colé en una de las habitaciones. Ahí estaba Sarah, envuelta en un sueño dorado, con sus labios entreabiertos, tentadores, bajo la tenue luz de la luna que acariciaba su piel como un susurro.
un ritmo hipnótico que llenaba la habitación, cada inhalación un suspiro apenas audible, cada exhalación una invitación a acercarse más.
El ambiente estaba cargado de una tensión silenciosa, un deseo latente que parecía vibrar en el aire. Me acerqué, cada paso medido, cada movimiento lleno de una anticipación eléctrica. Podía sentir el calor de su cuerpo, la energía que emanaba de su sueño profundo, mientras la observaba, embelesado por su belleza serena. Sus párpados temblaban levemente,
como si estuviera a punto de despertar, y me quedé quieto, conteniendo el aliento, deseando que ese momento se prolongara, deseando que esos labios se movieran para pronunciar mi nombre en un susurro cargado de deseo.
La pelea se hizo más escandalosa. Ahí es donde Sarah despertó. Me oculté momentáneamente.
—¿Hay alguien aquí? —mencionó Sarah, su voz aún adormilada.
—¿Berenice, eres tú? —murmuró Sarah, entre la confusión y la inquietud.
—¿Asmodeo, eres tú? —preguntó Sarah, con un tono de duda.
—Claro, ¿quién más podría ser? —respondí con una sonrisa apenas perceptible.
—Sabía que eras tú —mencionó Sarah, aliviada.
—Sarah, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Vienes con los demás?
—Solo con Lucifer y Volac. Bueno, él nunca se fue de aquí.
—¿Sarah, qué...?
—Nada, no te preocupes —interrumpí, tratando de calmar la situación.
—Sarah, ahora todo tiene sentido. Lucifer está con Regina, ¿verdad?
—Sí, aunque ella se desmayó dos veces, pero eso no importa. Tengo algo que decirte, es sobre nosotros.
—¿Sobre nosotros? —mencionó Sarah, sonrojada y con una mezcla de curiosidad y felicidad
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó Sarah, intrigada.
—Creo que mi visita sería más constante —respondí—, pero, ¿qué tal si nos vemos en otros lugares... más oscuros? Ahí podrías tener más libertad sobre... ya sabes.
—Pero... —dijo Sarah en voz baja, con un tono de duda que apenas lograba ocultar su creciente curiosidad.
—¿Entonces somos pareja? —preguntó Sarah, un poco nerviosa.
—Podemos ser algo más en el futuro, ¿no te parece bien? —respondí, sonriendo.
—Eh, yo... perdón por mi reacción, nunca había tenido pareja, pero... sí, suena bien. ¿Qué tengo que hacer? —dijo Sarah, con una mezcla de timidez y emoción en su voz.
—Solo deja que tu deseo te guíe —le dije suavemente—. Aunque yo te ayudaré.
—¿Y cómo harás eso...? —empezó a preguntar Sarah, pero la interrumpí con un beso en los labios, dejando que las palabras se desvanecieran en el aire.
—Asmodeo, yo...
—Shhhh, tranquila —la calmé suavemente—. Sé que tienes miedo, pero no tienes que temer. Solo deja que tu cuerpo se mueva con el deseo. Hacerle caso a tus instintos bajos no te hace una mala persona ni una prostituta, solo sé tú misma.
—Ahora tengo que irme, pero nos veremos luego —le dije, preparándome para salir.
—Lo sé —respondió Sarah—. Evitaré que le pongan protección a la habitación.
Salí de la habitación de Sarah y volví con mis hermanos.
—asmodeo, ¿dónde estabas metido? —preguntó Volac.
—Tampoco te voy a decir todo lo que hago todo el tiempo —respondí.
—¿Y dónde estabas, Asmodeo? —insistió Lucifer.
—Con Sarah. Y veo que la charla no salió como lo esperabas.
—Lo sé, y no es mi culpa. Ahora debemos irnos. Bueno, Volac se va a quedar aquí.
—¿Es en serio? —preguntó Lucifer.
—Sí, lo es —confirmé—. Después nos vemos, hermano.
—¿Por qué lo mencionas como si no lo fuéramos? —preguntó Volac.
—Creo que es medio obvio que todos aquí somos hermanos —dije.
—Bueno, nos vemos después, Volac —concluí.
—Berenice, oye, ¿estás bien? —preguntó Sarah.
—Sí, ¿por qué lo dices? —respondió Sarah, mirando al cielo y, sobre todo, a las flores marchitas.
—La vida es hermosa, sin importar lo que digan los demás. Ahora en adelante, seré feliz tomando cualquier decisión, sea la correcta o no —añadió Sarah.
—Sarah, eso no respondió mi pregunta —dijo Berenice, con un tono preocupado.
—Amo las flores, y la luna les da un toque oscuro y romántico. Es algo hermoso que se puede volver erótico y sensual —explicó Sarah.
—Otra vez estás hormonal. Mejor ven a dormir, ¿quieres? —sugirió Berenice.
—Ya voy. Ahora que estoy en la cama, espero soñar con él y hacer actos algo prohibidos —dijo Sarah.
—Buenas noches —respondió Berenice.
—Buenas noches —contestó Sarah.
♡♡♡♡𝙵𝙸𝙽 ♡♡♡♡