Desperté desorientada, por un segundo olvidé todo lo que había pasado el día anterior y el despertar en una habitación nueva no ayudaba, por lo menos estamos a salvo. Anoche Yareli escucho todo lo que tenía por decir y me consoló hasta que caí dormida. Sentía los ojos hinchados y aunque dormí bien el cansancio seguía sobre mis hombros. Me obligue a levantarme y tomar un baño para así relajarme un poco, me cambie y me decidí por unos pantalones blancos y una camisa ancha de un color verde, lo introduci dentro del pantalón para que se ajuste a mi figura. Estaba a punto de salir de la habitación cuando Yareli entra alterada, si no hubiera reaccionado me hubiera dado un buen golpe en el rostro.
–¡Lo recordé, todo!
–¿Estas bien? – pregunte, ella aún seguía con la ropa de dormir.
–Recordé todo, la muerte de papá, el castillo, el conde y como nos sacaron de ese horrible lugar, hasta recordé el golpe que me di, lo sentí como si me hubiera golpeado de nuevo– paso su mano por la cabeza.
–Esas son buenas noticias, hay que decirles a Lance y Aidan.
–Si, ahora tengo otras dudas por resolver– Dio media vuelta en dirección a las escaleras, antes que llegara a ellas, la agarre del brazo.
–¿Estas segura que quieres bajar así? –pregunte, miro su ropa y se dio cuenta lo que estaba a punto de hacer.
–Gracias– resoplo y se dirigió a su habitación.
–Te espero abajo.
Bajé las escaleras y al primero que vi fue a Aidan, estaba sentado en la sala de estar muy concentrado analizando unas hojas con algunos escritos. Me vio enseguida y me mostro una sonrisa, pero creo que en verdad esperaba ver a otra persona.
–Buenos días.
–Buenos días Helene, ¿Cómo dormiste? –Pregunto.
–Todo bien, solo que aún no me acostumbro a este lugar.
–Tranquila es normal, lo importante es que tú y Yareli estén cómodas.
–No te preocupes esta todo bien, gracias por preguntar– pase la mirada por el lugar buscando a Lance.
–Está en la cocina – me guiño el ojo, me dio vergüenza que lo notara.
–ehh...gracias.
Camine por el lugar hasta llegar a la cocina, ahí se encontraba el, andaba de un lado a otro viendo especias o buscando algún otro ingrediente. Es bastante hábil con la cocina, el olor llegaba hasta mí y era exquisito.
–¿Necesitas ayuda? –pregunte.
Al parecer se encontraba tan concentrado en lo que hacía que cuando hable pego un salto, soltando el cucharon y regando un poco de líquido en el suelo.
–¡Que susto me has dado! –dijo y coloco su mano sobre su corazón.
–Lo siento, no era mi intención– recogí un trapo y me agaché para limpiar y no causar otro accidente.
–No te preocupes, así es más emocionante– sonrió.
–¿Qué estas cocinando? –Pregunte.
Retrocedió, cogió una cuchara con un poco del líquido que se encontraba en la caldera y lo acerco a mis labios.
–Pruébalo, necesito la opinión de un comensal– sonrió.
Abrí la boca y probé lo que me brindaba, apenas saboreé una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, estaba delicioso, pero no sabía que había probado, era algo nuevo por completo.
–Por tu sonrisa diría que te gusto.
–¿Me das un poco más? – dije y el me quedo mirando para luego soltar su risa.
–Como me podría negar a tal petición– recogió más y me volvió a acercar la cuchara.
–¿Qué es? Esta demasiado bueno.
–Es codorniz.
–Como es que la pueden conseguir, por lo general la nobleza es quien come todo tipo de carne.
–Bueno cuando tienes bosque a tus alrededores es mas fácil, Aiden se encarga de cazar y yo de darle un buen sabor a lo que traiga.
–Claro, tiene que haber todo tipo de animales en el bosque– Empezó a servir porciones en pequeños platos.
–¿Me ayudas?
–Claro que sí.
Mientras pasaba los platos a la mesa me di cuenta que Yareli bajaba por las escaleras, quedo mirando a Aidan, por más que lo quería ocultar le gustaba, conozco lo suficiente a mi hermana para saber cuándo le gusta alguien, aunque nunca ha tenido la oportunidad de estar con alguien, nuestra vida siempre fue muy caótica. Se acerco a él y le dio un pequeño golpe en el brazo, él lo tomo de sorpresa y la miro confundido.
–¿No que me sacarías de ahí sin ningún rasguño? – se quejó Yareli, Aidan por unos segundos se quedó confundido hasta que reacciono.
–¡Recordaste! –exclamo y dio un brinco de donde estaba sentado.
–Como pude olvidar como presumías de conocer el lugar y casi terminamos aplastados por rocas– Yareli se cruzó de brazos esperando una respuesta.
–A mi defensa, no pensé que nos dispararías con cañones– se rasco la cabeza.
No pude evitar reírme ante tal escena, parece que la forma en la que se conocieron fue única y la mía con Lance también lo fue. Recuerdo que las luces de pronto se apagaron y sentí como alguien me agarro en brazos y salió corriendo conmigo, cuando salimos de la habitación hubo un poco de luz y al fin pude ver el rostro de Lance y lo único que se le ocurrió decir fue el peor chiste que he escuchado.
–¿Cuál es el santo de los vampiros? ...el san cudo.
Aunque fue un chiste malo, no pude evitar reír, la situación me tenía con los cabellos de punta y ese chiste me aliviano un poco. Luego de eso se presentó y me dijo que Yareli estaría a salvo, que los encontraríamos después, luego nos dedicamos a escapar del lugar, pero Lance no paraba de hacerse el payaso y lo agradezco ya que por el no perdí la cabeza en ese momento.
Aidan y Yareli me quedaron mirando, mientras yo reía sola como una loca, cuando me di cuenta decidí jugármela un poco.
–Perdón, es qué se ven muy bien juntos.
Los dos se miraron y el color rojo subió a sus rostros, los dos se avergonzaron y no sabían que decir. Yareli se acercó a mí y me llevo hacia la cocina de un jalón.
–No pude evitarlo– reí.
–Me las cobrare– dijo y me tiro una mirada fulminante.