Déjame danzar con tus demonios bajo la luz sangrienta de la luna roja.
Permíteme morder con fuerza tus dulces labios y arrancártelos vehementemente.
Facilítame el paseo de mis dedos por tu enjuto y atezado cuerpo.
No me prohíbas poder succionar tu cuello hasta formar hematomas que imitan a las galaxias.
Concédeme el honor de oír como te retuerces de placer.
Marcarte la espalda de arañazos que formen constelaciones.
Otórgame el deseo de descubrir la magia de tus levitaciones que tan solo indican el principio de esta velada.
Tan solo préstame un poco de tu tiempo
y yo
lo convertiré en una eternidad.