Pensamientos nocturnos que anhelan los rayos de luz que se proyectaban en tu piel cada mañana tras una noche de lascivia, donde la palma de mi mano sentía el roce de tus finas caderas y mis labios penetraban en una profunda explosión interna de placer.
En esas veladas nocturnas donde la cordura perdía su sentido y el masoquismo heredaba la llama de nuestros sentimientos que despertaba la conmoción de ambos, al saber que lo único que podríamos esperar de nuestro intenso idilio, sería la destrucción.