Revolution, La Primera Nación

02 | Pruebas

Artinia.

Lunes 03 de enero 2118

Tic tac. Tic tac. Escucho el ruido de las manecillas de mí reloj. Acostada sobre el frió pasto que se encuentra en la terraza, miro fijamente el cielo. No hay rastro alguno de nubes.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Dice Aidan, sentándose a mi lado.

—Nada.

Y es cierto. Ni ahora ni en toda mi vida he hecho nada. Tristemente no puedo hacer mucho en esta sociedad de mierda, aun cuando la tecnología es mucho más avanzada, a antes de La Noche Fría —o también llamada Década Oscura—. No puedo asistir a la escuela como lo hacían hace varias décadas, las personas no tienen un trabajo decente. Los únicos que tiene ese privilegio son las personas de una clase social muy alta y, además, solo viven en la nación de Ortica. La vida aquí no es mala, pero definitivamente, tampoco es la mejor.

—Al parecer habrá una transmisión especial para toda la población. Darán un comunicado importante o algo así, escuche —dice, algo pensativo.

—Mmm —gruño. Eso significa que tengo que volver a casa.

—No tardes mucho.

Se levanta y camina hacia las escaleras. Me siento y coloco mis brazos detrás de mí, recargando las palmas de mi mano sobre el pasto. Siento una sensación extraña en el pecho, como una punzada.

Al entrar a mi casa, observo que todos están reunidos en la sala, con el televisor encendido. Tomo asiento junto a Parys, que se encuentra en el pequeño sofá. Comienza el comunicado.

Habitantes de Artinia —comienza a hablar la anfitriona—. Debido al gran apagón que ha sucedido hace tres días en nuestra nación, hemos tomado la decisión de adelantar el servicio militar Virtus...

Mierda, esto no puede estar pasando.

—...Como sabrán, cada año se escogen a un número limitado de reclutados, quienes, dependiendo su desempeño, podrán mudarse a la nación de Ortica, donde tendrán mejor calidad de vida en todos los aspectos...

«Si, claro. Una mejor calidad de vida.» Esto es una cruel locura. No tiene sentido arriesgar nuestras vidas, por solo tener educación y un mejor empleo. Es decir, sé que aquí no todo es del todo bueno, pero me gusta esta vida.

Hay muchos chicos y chicas que quisieran estar en él entrenamiento y que darían lo que fuera por participar, ser los ganadores y tener una vida mejor, pero lamentablemente escogen a los reclutados al azar, mandando a personas que no quieren estar ahí. Como yo, por ejemplo. Al igual que mis hermanos.

—...tanto los reclutados, como toda su familia —mira sus tarjetas y mueve una de ellas a la parte de atrás—. Hace tres días, hemos sido víctimas del gran apagón que ocurrió en nuestra nación, por lo que tenemos sospechas de un posible ataque de guerra, por parte de las naciones vecinas. Hace dos días, hemos enviado nuestra caja de presentación a los reclutados seleccionados...

Oh, mierda. No puedo evitar que mi corazón comience a palpitar rápidamente. Continúa explicando más cosas sobre Virtus. Dejo de prestar atención y solo puedo pensar en que, si se sabe que el apagón realmente no fue una señal de posible guerra entre las naciones vecinas, y en realidad ha sido por nuestra culpa —probablemente—, podríamos ir a la trena. El pánico invade mi cuerpo.

—...así, los reclutados serán llevados a la isla de Ocarit el ocho de febrero del presente año, para comenzar con su entrenamiento —mira fijamente a la cámara y dedica una gran sonrisa—. Pronto nos comunicaremos con los afortunados reclutados.

La transmisión termina y la programación del televisor continua. Flynn se levanta de su lugar y desaparece de la sala. Mis padres se miran unos a otros. No puedo descifrar su expresión. Imitan la acción de Flynn

—Definitivamente, vamos a morir —dice Aidan, de pronto, con algo de temor.

—No es tan malo —intento calmarlo—, solo serán tres meses lejos de casa.

—Tres meses...

Jamás lo había pensado así. ¿Tres meses lejos de casa? Nunca en mi vida había estado tanto tiempo alejada de mis padres. Al menos no estaré sola y cuidare de los chicos, especialmente de Aidan, por ser el menor. Camino hacia mi habitación y me arrojo sobre la cama. No sé cómo decirles a nuestros padres que, este año, iremos a Virtus.

Al abrir aquella caja, encontramos una pequeña tarjeta, en la cual, tenía unas instrucciones. Dentro de ella, también tenía cuatro pequeños pines del mismo color de la caja y un pavo real en el centro. Tengo mucho miedo de todo lo que pueda pasar. Tengo un muy mal presentimiento de todo esto.

—¿En qué tanto piensas? —Dice Parys, acostándose a mi lado.

—Sobre qué es lo que haremos estando allá.

—Pues seguir con las órdenes. Duh —me giro hacia ella y la miro seriamente, enarcando una ceja—. Bueno, supongo que tendremos que sobrevivir, cuidándonos entre nosotros, como familia.

—¿Sobrevivir? —ahora, mi expresión cambia a una de confusión.

—Dicen que nos entrenaran, pero literalmente, nos mandaran a la guerra, directamente.

—¿Cómo sabes? —Me siento sobre la cama y la miro con el ceño fruncido.

—He investigado un poco en internet —se alza de hombros, indiferente—. El entrenamiento parece la mismísima guerra.

Ahora que lo recuerdo, creo que tiene razón. Al parecer, la anfitriona ha mencionado algo sobre armas reales y cosas así, pero no lo sé, porque fue en el momento en que entre en pánico. «¿Cómo es que vamos a utilizar armas reales? Hay niños ahí y alguien podría salir herido.» Se que es un entrenamiento, pero creo que deberían tener ciertas restricciones.

—Pero —comienza a hablar de nuevo Parys—, explico que nadie saldría gravemente herido, puesto que las armas que se utilizaran tienen balas de goma, las cuales duelen, pero no te matan. Así que puedes estar tranquila.

No estoy entendiendo ¿Cómo es que respondió a mi pregunta? No he hablado, ¿O sí? No que yo recuerde. Tal vez si lo hice, pero en estos momentos de pánico, no puedo recordar muy bien lo que estoy haciendo.




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