1718, Sapphire:
En este reino, todo lo que hacíamos era altamente observado. Solo cuando su majestad, el rey y mi padre, salía de campaña para las guerras dejábamos de comportarnos como amigos, aunque cuando conozcan a mi hermana Iriana, ustedes también desearán matarla.
Por eso, para asegurar el trono de posibles rebeliones, me enviaron durante dos años lejos de la capital, lejos de todos mis seres amados.
—Alteza, mejor cálmese, pronto llegaremos y verá a su familia.
Cierto, iba acompañada por Dudú. Mi mejor amigo, guardia. Estábamos ingresando a la capital luego de dos años en otra provincia lejos de casa. Pero esperen, que malos mis modales, todavía no me presento; soy la princesa Sapphire Susan I Florian, heredera al trono. Nací durante la noche de tormenta de nieve del 14 de junio de 1700, soy la mayor, y por lo tanto, el ejemplo.
—Dudú, estoy tan emocionada, hacia años no veía a nadie, ¿crees que haya cambiado algo? — El hecho de no tener noticias, era algo horrible para mí. Solo podía comunicarme con mis hermanos y padre por medio de cartas. Me alejé mucho del pueblo, de la gente y de todos. Fue injusto, sí. Pero así también aprendí algunas cosas.
—Seguramente nada ha cambiado.
Dudú tenía alrededor de veintinueve años, de los cuales llevaba conmigo once. Su cabello era rojo, su piel tan pálida como la nieve, sus ojos verdes como una esmeralda y era igual de alto que yo. Yo en cambio, tenía el cabello oscuro, mis ojos como los granos de café.
Me acomodé el abrigo color azul al sentir la suave brisa de otoño. Faltaban pocos días para que cumpliese la mayoría de edad, por eso me llamaron a la capital.
—Mire Sapphire, allí está su castillo— anunció Dudú, me asomé lo más que pude, y sí, frente a nosotros estaba el castillo Real. Tan gris como lo recuerdo, sus torres siguen iguales con la bandera violeta en la punta. En otras palabras, no había cambiado absolutamente nada. Dudú tenía razón.
El carruaje se detuvo y mis ansias de ver a mi familia aumentaron. Bajé de él e inmediatamente unos brazos me rodearon y elevaron para dar vueltas. Un cabello negro fue lo único que llegué a ver. —¡Sapphire! Hermana, que alegría volver a verte— Jacob. Damas y caballeros, mi hermano menor (y el favorito) pero no se lo digan a Oliver.
—Jacob, bájame o nos caeremos— reí. Con toda la familia, él y Oliver son con los que mejor me llevo.
—No te soltaré, la última vez que lo hice no te vi en dos largos años. —Me bajó y me abrazó con fuerza, creo que las espadas le sirvieron— No sabes cuánto te extrañé.
—Yo también te extrañé— Lo solté y sonreí— ¿Y dónde están los demás?
—Su majestad y mi madre preparan una fiesta en tu honor y Iriana se fue a cabalgar…— algo me oculta.
Jacob tenía el cabello negro como su madre, los ojos cafés, al igual que los míos, de nuestro padre. Era más alto de lo que recuerdo. Y su voz que siempre transmitía tranquilidad era definitivamente nueva. Él es menor que yo solo por un año. Iriana en cambio, es menor por dos.
Hablar con Jacob es algo que me encanta, nunca hemos discutido, ni una sola vez. Siempre estábamos juntos practicando con la espada o cabalgando. Aunque con su hermana no me lleve bien, con él la cosa es mejor. Eso sí, existe el pleito entre Oliver y él. Ambos son algo celosos y constantemente estaban enfrentándose por la más pequeña cosa. O así eran antes de que me fuera.
—¿Y dónde está Oliver? —pregunté, ya que no lo nombró a él. Jacob iba a responder hasta que una voz detrás de mí hizo el anuncio de que había llegado.
—Aquí estoy, hermanita.
Un hombre de cabello oscuro, ojos azules y una voz gruesa pero tranquila hizo que casi me diese un sobresalto. Es Oliver, ha cambiado mucho desde la última vez.
—¿Qué hacían vosotros dos? — Preguntó.
Antes de que pudiese responder, Jacob se adelantó.
—Le estaba diciendo lo mucho que la extrañé y le comenté del baile que organiza nuestro padre para vosotros.
—Qué bien. Gracias por recibirla, Jacob. Yo me la llevaré ahora —y antes de que pudiera objetar algo, Oliver ya me había tomado de la mano y nos llevó al jardín izquierdo, se detuvo, me miró serio y yo me confundí, ¿y ahora qué pasa? —No tienes la menor idea de lo mucho que yo te extrañé —habló y me abrazó fuerte, y le devolví el gesto —, no sabes la falta que me has hecho todos estos años.
—Descuida, hermanito. Ahora no me volveré a marchar.
[***]
Después de un rato, Oliver me soltó y pudimos hablar como no lo hacíamos hace años. Me comentó que mejoró mucho lo que se refiere como manejo de espada y armas, y que en cualquier momento podemos practicar y ver quién gana. También me ha dicho que durante la guerra del año pasado aprendió sobre algunas tácticas y así. Algo que yo ya tenía.
El día iba de lo más tranquilo. Nada podría arruinar esto.
—Pero miren quién ha llegado al castillo, la heredera de todo el reino. —Retiro lo dicho, acaba de llegar mi hermanastra irritante, Iriana. —No sabes cuánto te extrañé.
Arpía.
Mentirosa.
Odiosa.
Caprichosa.
Esas palabras describen a Iriana. O al menos, como es conmigo. La falsedad en su voz era tan notoria que hasta su majestad podría asquearse.
—Estoy segura de que fue así. De otra forma, cómo podrías ser feliz— sonreí con burla, a lo que Oliver, quien está sentado a mi derecha rodó los ojos.
Iriana por otra parte me quiso asesinar con la mirada. Recién llego y ya empezamos. En realidad, es ella quién empieza todo.
—¿Cómo dices que te fue mientras estabas exiliada? —maldita— Ups, cierto, solo era por precaución mientras todos los demás nos quedamos aquí. Lamento eso.
Su mirada me decía todo, ella quería que explotara y armase un escándalo.
No le voy a dar con el gusto.
—Fue magnífico, salir de la capital y conocer otras provincias fue hermoso. Aprendí muchas cosas, además de cómo gobernar una provincia, así podré tener, ya sabes, experiencia. —sonreí con victoria. Ella se puso tensa, y si su mirada fueran espadas, ya estaría muerta.
Editado: 30.10.2024