Rhea [editando]

5

Schweigen

Axa

Oscuridad.

Sangre

Voces.

Fuego.

Llanto.

Todo mezclando.

El sol me golpeaba el rostro, me quemaba la piel. El aire helado me calaba los huesos, no supe dónde estaba, por instinto me escondí detrás de un árbol. Un gran árbol viejo que olía a roble. Mis pies tocaban el suave césped debajo de ellos, algunas ramas crujían.

Mi cabello estaba suelto, recuerdo llevarlo amarrado. Mi labio estaba roto, la sangre me lo confirmo. Un dolor me invadió la cabeza.

La risa de una niña llano mi atención.

El color verde del bosque era muy penetrante, la luz me obligó a entrecerrar lo ojos para poder ver con claridad. Una pequeña corría por el lugar, su largo cabello negro rozaba el suelo. Llevaba un vestido blanco que llegaba hasta el suelo.

Tenía una sonrisa en el rostro mientras jugaba, parecía estar con alguien más pero mi vista no dio para más, solo la vi a ella. Era muy hermosa, su rostro era angelical, sus ojos eran verdes, demasiado verdes e intensos. Su piel era pálida, podría confundirse perfectamente con su atuendo.

Era adictiva y contagiosa la manera que tenía sonreír. Su aroma era dulce, mis fosas nasales se llenaron de él. Cerré los ojos un momento para poder disfrutarlo, pero cuando los abrí ya se había detenido, justo en el centro de lugar.

Vi que a un hombro acercarse, muy alto. Se agacho frente a ella y le entrego algo, la pequeña se negó a sostenerlo, pero al final termino aceptando a regañadientes, me acerqué un poco más pero no conseguí ver que había depositado en sus manos.

Él se acercó a su oído y susurro algo, Luego de eso los ojos de la niña me observaron, fijamente. Ya no eran verdes ahora tenían un color negro que se extendía por todo su iris, alzo una mano y la vi; era una daga, negra completamente.

Ahogue un grito cuando clavo el objeto en el hombro, varias veces, sin detenerse. Su rostro ya no era adorable, ahora era sombrío y oscuro. Una sonrisa maligna le lleno la cara. Su mirada estaba llena de burla.

La sangre cubrió su rostro, mancho su vestido y cabello.

Corrí, lo hice cuando noté que empezaba a acercarse.

Mis pies dolían, pero no me detuve, hasta que vi fuego. Frente a mi había una cabaña incendiándose, había una mujer colgada arriba de ella, estaba siendo sostenía por un árbol. El fuego quemaba su piel, pude ver la su cara completamente roja.

Había personas rodeándola, estaban festejando, riendo y gritando "larga vida a la reina" con sarcasmo. La imagen fue aún más perturbadora que la anterior. La mujer agonizaba, pedía ayuda, pero nadie la escuchaba, estaba a punto de exigir que la ayudaran cuando alguien me toco el hombro, entonces me voltee.

Una mujer con una capa negra me sonrió, de forma perversa, retrocedí por inercia, pero el árbol detrás de mí me obligó a detenerme. Árbol que apareció de la nada. Ahora no había fuego, solo oscuridad.

La chica llevaba una vela negra en la mano, pude notar su cabello cobrizo, pero ir alguna razón no vi su rostro, solo su boca extremadamente roja sonriendo de forma perturbadora. Extendió su mano frente a mí, sus largas uñas tocaron mi brazo y de la nada hizo presión en ellas cortándome la piel exageradamente.

Suelte un chillido quitando su mano. La sangre comenzó a bajar por mi brazo, llego a mis dedos y mancho mi vestido.

¿Vestido? Bajé mi vista y efectivamente di con un vestido color azul o morado tal vez, no puedo ver nada. Me llegaba por encima de las rodillas.

Cuando regresé mi vista al frente vi que la chica retrocedió y comenzó a correr, la seguí. Pero de repente el camino se acabó, llegue a la orilla de un acantilado. Un rayo cayó a mi lado partiendo la tierra, todo tembló. Caí golpeándome el cuerpo con fuerza. La lluvia mojaba mi rostro, causo que el vestido se me pegara al cuerpo.

Retrocedí arrastrándome por el suelo cuando vi un perro gigantesco acercarse a mí, lentamente, como un depredador, su pelaje negro brillaba y se movía al ritmo de sus patas. Por alguna razón no se mojaba.

Sus ojos eran extraños. El azul en ellos nunca lo había visto en nadie ni siquiera en Sahir.

¿Sahir?

—Schweigen

Esa voz.

Una luz blanca me obligo a cubrirme el rostro con las dos manos.

Frente a mí ya no había oscuridad, ni lluvia, ni un perro negro. Solo había un tono gris decadente. Los barrotes de hierro frente a mí me dijeron exactamente donde estaba:

La prisión.

Había sido castigada.

¿Qué mierda acaba de suceder?

Mi cabello estaba mojado, se pegaba a mi rostro. La ropa era muy floja. Mi cara ardía, mis pulmones necesitaban respirar aire puro. Mi cerebro necesitaba pensar y saber cómo carajos llegue a aquí.

¿Dónde carajo estaba antes?

¿Qué mierda paso?

¿Que fue todo eso que mi?

¿Por qué demonios estoy en los calabozos?

—Yo me estoy preguntado lo mismo —alguien hablo a mi lado. Gire mi rostro en esa dirección. Ahí, al otro lado de la celda estaba Sahir, sentado en el suelo, sostenía su cabeza con desesperación.

—¿Qué haces aquí? —dije acercándome. Los tubos de hierros nos separaban.

—¿Eres sorda? —bufo con cansancio.

Quise atravesar mi brazo por los pequeños espacios y pegarle la cabeza contra ellos —No tengo tiempo para tus estupideces... —fui interrumpida.

El sonido de pasos acercándose llamo la atención de los dos. Una mujer elegante con postura firme, superior y llena de seguridad se detuvo frente a mí. Su cabello era blanco completamente, sus ojos eran de color gris plomo, eran grandes y brillantes. Tenía una máscara de hierro cubriéndole la mitad del rostro, solo dejaba a la vista sus ojos, boca y un poco de su nariz.

A pesar de llevar eso en la cara se veía hermosa, mujer hermosa. Era una mujer cautivadora, su aroma era puro, olía a paz. Era serena, eso lo note en su voz.



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En el texto hay: ficcion, rheademons, supensoymisterio

Editado: 09.11.2022

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