Richard Brown

03. CASI DENTRO

—Muy buena elección —comenta, Frank, al observar el arma que escogí.

No sé qué tipo de arma es, nunca antes había tenido una en mis manos, así que, mi conocimiento al respecto es nulo. Pero me gustó que es muy liviana y fácil de sostener.

—¿Qué tipo de arma es? —pregunto con curiosidad mientras la examino.

—Esta, mi querido, Richard, es una pistola calibre 22, parece sencilla, pero es una de las más dañinas.

«Pistola calibre 22».

—¿Te gustan las armas pequeñas? —cuestiona un chico que está practicando a mi lado.

A pesar de parecer más joven que yo, el arma que sostiene es mucho más grande y podría asegurar que el peso también es mayor que el de la mía, además, sus habilidades son muy buenas, siempre pega en el centro.

—Aún no sé cuál es mi estilo, es la primera arma que he tocado en toda mi vida.

—Ya veo —responde él.

Esta persona parece ser un adulto en el cuerpo de un niño. La forma en la que habla, sus gestos corporales, todo en él parece ser de alguien que ha vivido muchos años.

Después de terminar nuestra práctica decido seguirlo, si quiero tener algún amigo en este lugar, definitivamente este niño es mi primera y mejor opción. En el mismo campo de entrenamiento hay un apartado para comer y descansar unos minutos después de practicar.

Me sorprende ver cómo cada niño busca a su grupo para reunirse, pero este, está solo en una mesa; lo veo como mi reflejo en mi antigua escuela «siempre solo».

Voy hasta su mesa. Se está tomando lo que parece ser un jugo de fresa. Yo no llevo nada para alimentarme, tengo muchas horas sin comer, mas no tengo apetito.

—Hola, soy Richard, ¿tú cómo te llamas?

Él levanta su mirada para verme e inmediatamente la vuelve a bajar hasta su vaso.

«¡Hola! Soy Richard, ¿cómo te llamas tú?» recordé.

La sonrisa se borra de mi rostro al recordar aquella escena y por un momento pienso que volverá a repetirse, tengo miedo de ser el niño solitario otra vez.

—Yo soy, Nick —responde el chico, interrumpiendo mis pensamientos de inseguridad.

Parece ser amable, ¿por qué está aquí solo?

—¿Qué edad tienes?

—10 años, ¿y tú?

Lo sabía, es menor que yo, físicamente es notorio, pero basta conque pronuncie algunas palabras sobre cualquier tema, para que comiences a preguntarte si realmente es un niño de diez años o  si es su abuelo que reencarnó.

—Yo tengo once.

No me dijo nada, entonces volví a hablarle.

—¿Por qué estás solo? ¿No tienes amigos?

—No tengo.

—¿Por qué?

—Los otros niños dicen que soy raro. Supongo que mi cerebro está más desarrollado que los de ellos y por eso no les agrado.

—Eso es ridículo.

A mí me trataban como a un bicho raro en mi escuela, pero de cierta forma es comprensible, era el hijo de un mafioso y los demás niños no. Que te traten diferente por cómo piensas o por tus habilidades intelectuales es completamente ridículo.

—Es lo que pienso también, pero no me molesta, prefiero ser llamado “nerd” en lugar de “idiota”.

Es curioso, resulta que el motivo por el que otros lo rechazan, es el mismo que me incitó a hablarle, su madurez me cautivó desde el principio.

—Se terminó el descanso —pronuncia, Frank, con mucha firmeza.

—¿Qué sigue? —le pregunto a, Nick.

—La salida.

«¿La salida?»

—Formen la hilera por edades —ordena, Frank.

Miro a, Nick, confundido y él me indica en dónde debo ponerme.

Ahora sé de qué trata esto; en este lugar, cuando llega la hora de prepararse para dormir, agrupan a los niños por edades, es decir, los de seis años duermen en una habitación, los de ocho en otra y así sucesivamente.

Llegamos a los dormitorios y me quedo sorprendido (como con las mayorías de las cosas de este lugar), la habitación es enorme, podría durar una eternidad contando todas las camas que hay y lo más extraño, es que cada una tiene el nombre de su dueño.

«¿Cómo es posible que mi nombre esté en una de ellas si apenas llegué hoy?»

No puedo evitar notar la gran cantidad de camas que quedaron vacías, ¿qué habrá pasado con sus dueños? ¿Será que murieron?

—¿Qué pasó con los dueños de las camas que están vacías? —saco mi inquietud ante, Frank, antes de que este se marche.

—Aún no han venido.

Mi cara debió expresar con suficiente claridad mi confusión, porque, Frank, siguió hablando al respecto: —Cada hijo de los integrantes de este clan tiene su lugar aquí, al jefe le gusta preparar las cosas con anticipación.

—O sea, ¿que ya esos niños pertenecen aquí sin siquiera saberlo?



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En el texto hay: #mafia, #romancegay, #boyslove

Editado: 22.04.2024

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