Richard Brown

08. TÚ (parte 2)

«¡Dios mío! ¿Qué fue lo que hice?»

Un pequeño flashback llega a mi cabeza mientras estoy en la ducha, en él, intento besar a mi amigo y él me pide que me detenga, pero no lo hice; ahora comprendo por qué Nick estaba actuando así, maldición, lo besé en contra de su voluntad.

El desconocido que dijo que había besado, es él, estaba hablando de sí mismo, esto es más de lo que mi cerebro puede procesar, ¿cómo se supone que mire su cara después de ese espectáculo tan vergonzoso?

Seguramente quiere hablarme de eso; seguramente quiere poner distancia entre los dos; seguramente ya no querrá ni siquiera mi amistad. Dios, que estúpido soy.

«¿Debería irme de la casa antes de que regrese?»

«No, lo esperaré y me disculparé».

«¿Y si no quiere volverme a hablar? ¿Cómo se supone que voy a manejarlo?»

Estas suposiciones que se están apoderando de mis pensamientos me harán perder la cordura.

«Inhala, exhala».

***

Ya es de tarde, Nick probablemente no tarde en llegar a casa. Hoy no tenía nada por hacer, así que me quedé todo el día en la casa caminando de un lado para otro, ensayando las palabras que usaré para disculparme con mi amigo, ni siquiera he podido comer, estoy tan estresado.

Mi cerebro se queda en blanco cuando escucho la puerta abrirse.

—¿Qué pasa? ¿Por qué luces tan tenso? —pregunta mi amigo al ser yo lo primero que ve al abrir la puerta.

—Yo… yo necesito hablar contigo —tartamudeo.

No puedo controlar los movimientos de mi cuerpo, siento que mi piel está ardiendo, que mi corazón late cada vez más despacio y con más fuerza.

—¿Todo está bien? —pregunta.

—No. Sobre lo de anoche, yo…

—¿Recuerdas todo? —me interrumpe.

—No, solo algunas partes, pero sé que… Dios, lo lamento tanto, no sé qué pasaba por mi cabeza en ese momento y yo…, entiendo si no quieres volver a verme o que esté cerca de ti, si quieres que me vaya, lo haré.

«Lo entendería, pero no sé si pueda soportarlo».

—¿Qué es lo que recuerdas exactamente? 

—Yo… yo te besé en contra de tu voluntad. Lo siento.

—Ya veo —dice mientras camina hacia mí.

Al ponerse delante de mí, no puedo evitar dirigir mi mirada hacia el piso, la vergüenza no me deja verle a la cara.

Coloca una de sus manos en mi mentón y me obliga a levantar la cara; desliza la misma mano hacia a mi mejilla y comienza a hacerme pequeñas caricias con su pulgar mientras sus ojos no dejan de examinar mi rostro.

Sus acciones me tienen muy confundido.

Usa su otra mano para tomar mi otra mejilla y como si fuese producto de un impulso, lleva sus labios hasta los míos y los deja ahí por unos segundos, para luego apartarlo lentamente.

—¿Estás ebrio?

Pregunto esto a pesar de que no sentí el olor a alcohol en su aliento, pero es la única explicación que encuentro para lo que acaba de hacer.

—No —responde tras unos segundos de silencio—, ven aquí —toma mi mano y me guía hasta el sofá.

—Anoche, aparte de haberme besado, también dijiste que te gustaba —dice.

Todo a mi alrededor se detiene al escucharlo decir eso.

«Mierda, mi espectáculo fue peor de lo que imaginé».

—No lo recuerdo —digo sin mirarlo.

—Y también que estabas celoso de, Samanta.

Dirijo mi mirada hacia él de repente, con mis ojos de asombro.

No puedo creer que haya dicho tantas estupideces, tampoco logro entender cómo es que Nick luce tan relajado mientras lo narra.

—Escucha, yo no puedo recordar todas las estupideces que hice y dije anoche, pero lo lamento, por todo. ¿Será que podemos fingir que nunca pasó?

—Dijiste que te beso cada vez que me emborracho —continúa.

Al escuchar esto, me levanto de repente del sofá, tengo toda la intención de desaparecer de esta escena, siento que no puedo seguir manejando esto, pero Nick me toma del brazo y me obliga a sentarme a su lado nuevamente. No sé qué es lo que pretende.

—Creo que deberíamos olvidarnos de esto —expreso mi más sincero deseo.

—¿Recuerdas la primera vez que te besé en los baños del club? Tu cara lucía tan pálida, por un momento pensé que ibas a ser víctima de un ataque al corazón.

—Tú… ¿lo que recuerdas? —pregunto confundido.

—Sí, nunca estuve tan ebrio; si no hubieras puesto aquella expresión de miedo en tu rostro o si hubieras respondido a mi beso, probablemente yo no habría fingido desmayarme.

Mi cerebro comienza a trabarse, es demasiada información para mí.

—Entonces, ¿por qué? ¿Querías burlarte de mí? —cuestiono con un tono aturdido.

—No, claro que no —su tono de voz cambió a uno más serio—. La primera vez que lo hice, no sé qué me llevó a eso, lo único que sé es que me gustó la forma en la que me hizo sentir, así que, seguí haciéndolo y cuando decidiste devolverme los besos, sé sintió aún mejor, nunca había experimentado esa sensación; mientras más lo hacía, más quería volver a hacerlo. Con el tiempo se convirtió en una necesidad para mí, por eso comencé a beber más a menudo, porque solo así podía besarte y hacerte creer que había sido por el efecto del alcohol. Una vez, intenté detenerme, quise hacer lo mismo con otras personas, pero no se sentía igual, solo tú hacías que mi corazón fuera más rápido, que sintiera como si tuviera millones de bichos moviéndose en mi panza y que mis piernas se debilitaran.



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Editado: 22.04.2024

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