JOSE EMILIO
Lunes 08 de Mayo del 2000
Dicen que las almas gemelas están destinadas a estar juntas. Vanessa es mi alma gemela. No importa a qué parte del mundo vaya, siempre me encontraré con ella. No puedo creer que un domingo cualquiera el destino haya decidido que me encontrara con ella. Salí a la medianoche porque no podía dormir por pensar en esa mujer que me tiene robada la voluntad, la dueña de mi corazón y que no he podido olvidar. En una calle de Madrid, la ví. Estaba feliz bailando con sus amigas, viviendo su vida. No podía creer que estuviera aquí, enfrente de mí.
Estaba tan linda como el día que la conocí. Puedo decir que está más bella todavía. Nuestras miradas se conectaron al instante y como una niña pequeña y risueña se lanzó a mis brazos. Me dijo mil veces que me ama y que estaba feliz de que yo haya recibido su carta. Aún no se de que carta me hablaba pero poco me importó cuando me besó. Ese beso me devolvió la vida, esos labios me dieron ganas de besarla por el resto de mis días. No se ni como ni cuando, a la luz de las velas, en su habitación de hotel la hice mi mujer. La desnudez de su cuerpo me dejó asombrado. Su cuerpo y el mío encajaron perfecto. A partir de este día, no hay mujer con la que desee hacer el amor que no sea con ella.
Pasar con ella la noche me dejó más que claro que había nacido para amarla, adorarla, sufrirla y extrañarla. Mis manos encajan a la perfección con las suyas. Su estrechez nació para que yo fuese quien la tome día y noche. Su desnudez nació para ser vista por mis ojos como una obra de arte. Sus ojos son el café que me ha causado tantos desvelos todos estos meses. Su vida siempre ha estado unida a la mía. El amor nos hizo huir a una misma dirección.
Ambos huimos a Madrid, ambos viajamos a esta ciudad, ambos nos encontramos al amor tocando a nuestra puerta una noche de domingo cualquiera. La mañana nos encontró a ambos, uniendo no sólo nuestros cuerpos sino jurando nunca separar nuestras almas. Nuestras manos entrelazadas, la cama desordenada, ella semidesnuda, tomando café en el balcón de esa habitación de hotel. Esto para mí es el paraíso y ella mi ángel. Mi alma gemela. Mi vida entera.
VANESSA
Lunes 08 de Mayo 2000
A la medianoche para algunos todo terminó pero para nosotros dos todo comenzó. El universo nos sonrió. Al volver a verlo mi alma se regocijó. No puedo parar de sonreír de verle aquí a mi lado. Se ve tan guapo dormido. Es irreal que esté acá. Que haya venido a por mí, que me siga amando aun cuando yo huí. Mis ojos se encharcan de lágrimas que exigen salir. Mi corazón no para de latir como si me fuese a dar un paro cardíaco. Me alegra que esté aquí. Me da paz su presencia, me estaba muriendo con su ausencia.
Me pone feliz saber que existe la posibilidad de un nosotros, que ya no solo en mis sueños existe la probabilidad de que lleguemos juntos a viejos. Al parecer mis plegarias extendidas al cielo fueron escuchadas y hoy puedo decir que los días que pasamos lejos solo reforzaron el sentimiento que desde hace meses nos unía.
Huí por miedo a que me dejara sin alma, a que este hombre que me adora me usara cual objeto que no sirve para nada. Huí para protegerme de quien solo buscaba amarme.
Hoy con más claridad lo miro a mi lado en esta cama y no entiendo como huí del hombre que se desvive por demostrarme su amor desde que me conoció.
La luna y el sol fueron testigos del amor que ambos prodigamos por el otro. Él me besó las dudas que aun en mi mente divagaban, las heridas que dejaron aquellos que me dañaron, las inseguridades que desde niña vengo cargando. Él no solo me besó y me llenó de placer. En esa entrega, él me sanó. Con ese inmenso amor, él me demostró que él era todo lo que había estado esperando.
Él es la respuesta a todas mis preguntas. Él es el príncipe azul con el cual soñé desde pequeña. Mi Emilio, su amor, sus detalles, su pasión por el arte, mi amor por el pilates, nuestro amor por el cigarrillo y el café, nuestras semejanzas y nuestras diferencias. Ahora no estoy sola, porque lo tengo a él. Nos tenemos a ambos. Descubrí en una noche, con su dulzura y ternura, que yo podía renacer, volver a creer y a merecer lo mejor del mundo porque él me hizo entender que va hacer todo lo que esté en sus manos para que yo viva en un paraíso porque soy su reina, su alma gemela, su ángel, su vida entera. Hoy tengo claro que lo amo y lo amaré hasta el día en que me muera.