JOSÉ EMILIO
Martes 8 de Mayo del 2001
Desde hace dos días, me casé con la mujer más he amado y amare. Desde hace dos días, en mi dedo anular se encuentra la alianza que nos une como marido y mujer. La vida me ha premiado con Vanessa. No estoy exagerando, la amo demasiado.
Cuando la ví entrar completamente de blanco, con ese vestido que le sienta espectacular, no pude más que ponerme a llorar en pleno altar. Estaba viendo un ángel caído del cielo entrar a la iglesia. Me conmocionó verla llegar del brazo de su papá. Sabía a ciencia cierta que él me estaba entregando a la niña de sus ojos, su tesoro más preciado. Prometí y le juré con mi vida nunca hacerle daño y cumpliré mi promesa de que sea la mujer más feliz que haya pisado el planeta.
Nos casamos en la iglesia de Chiquinquirá. Solo asistieron personas cercanas a nosotros, no hubo ningún chismoso. Todo lo hicimos de la forma más privada y meticulosa. Disfrutamos de nuestro amor con aquellos que nos han visto desde el principio batallar por este amor y todo el dolor que pasamos en el camino.
Soy el hombre más afortunado por tenerla a mi lado.
Amo a mi esposa, a mi mujer y a la futura madre de mis hijos. La amo hoy que somos jóvenes y prometo amarla cuanto seamos más viejos. Aspiro morir a su lado y verla ahí conmigo y saber que la ame con locura. Aspiro a vivir mi vida de su mano.
Ahora estamos de luna de miel en Italia. La primavera hace que Italia se vea espectacular. Mi mujer está hermosa y muy feliz de haber escogido este lugar para pasar nuestros primeros días como marido y mujer.
La noche de bodas fue fantástica, tanto así que te puedo decir con certeza que en nueve meses nace nuestro primer hijo o hija.
Aún no sabemos como develaremos nuestra relación públicamente. Por ahora solo me importa que Vanessa es por fin mi esposa y que la vida ha decidido sonreirme desde el día en que decidí viajar a Madrid para tratar arrancarmela del corazón. Que caprichoso y sabio es el destino que nos permitió volvernos a encontrar y vivir nuestro amor en paz.
VANESSA
Martes 8 de Mayo del 2001
¡Oficialmente soy su esposa!: Vanessa Ocampo de Acosta.
Cuando entré a la iglesia, casi me desmayó de verlo ahí de pie en el altar. Ni en mis más hermosos sueños se me hubiese pasado por la cabeza la imagen de José Emilio esperándome en el altar. Estaba demasiado guapo con un traje completamente blanco. Lo ví limpiarse sus ojos de los rastros que algunas lágrimas dejaron. Mis ojos se llenaron de agua más no podía arruinar el maquillaje. Igual que él me limpie los ojos antes de que causarán un desastre mayor y continúe mi trayecto hasta llegar donde él estaba. Tomó mi mano y en ningún momento durante la ceremonia la soltó. Me aferré a su agarre porque todo me parecía un sueño hecho realidad. Como salido de un cuento de hadas.
Solo nos acompañaron nuestras familias, seres queridos y personas que amamos y que forman parte de nuestra historia. Fue un momento único y me alegra que haya sido tan privado y no tan público.
¿Pero cómo me propuso matrimonio? Retrocedamos al 26 de noviembre del 2000. Por si no lo recuerdas, un 26 de noviembre de 1999, José Emilio y yo nos conocimos. Un año después, me estaba proponiendo matrimonio. Fue mágico, único y hermoso. Reservó la terraza del conjunto de apartamentos donde vivimos. Podíamos ver Bogotá de noche, con su fría luna como testigo de su pedida de matrimonio. Cenamos y… me regaló un libro y un hermoso ramo de rosas rojas. Cuando me dispuse a abrir mi regalo, me topé con la sorpresa que guardaba entre sus letras.
El libro se titula: Romance en el set y cuando lo abrí, mis lágrimas no pararon de caer al leer la dedicatoria más hermosa que he leído en un libro. Me estaba entregando en mis manos la confesión más hermosa de amor y su propuesta de matrimonio. Emilio me escribió un libro de poemas a mi… Así o más romántico. Cuando terminé de leer la dedicatoria, no lo podía creer. José Emilio se puso de rodillas a mi lado y formuló la pregunta que leí hace unos segundos.
¿Te quieres casar conmigo?
Como es lógico, le dije que sí. Y aquí estamos, ya casados. Pensando en un futuro a su lado, de su mano.
Y así, de repente, conocí el amor verdadero, el amor más sincero, el amor más puro. Conocí lo que es amar de verdad. Amo a José Emilio y lo haré hasta que mi corazón deje de latir. Yo solo sé que él es el amor de mi vida porque su sonrisa, su caos y todo de él, encaja perfectamente en mi vida.