Rompecabezas

ROMPECABEZAS

"Algunos les hacen a las drogas, otros simplemente tienen otras adicciones, pero al final del día, todos estamos buscando ese pequeño espacio; un agujero que nos dé refugio de la terrible realidad del mundo"

Matar a tu mejor amigo.

Es algo que jamás pasa por la mente de una persona relativamente normal, pero a veces las cosas pasan sin querer, a veces de un segundo a otro nuestras mentes se vuelven un rompecabezas imposible de armar.

Se puso de pie inclinándose hacia abajo, con el poco maquillaje que tomó de su madre, lo extendió por su rostro para ocultar los círculos oscuros bajo sus ojos. Eran la única cosa que no podía ocultar, no importa lo mucho que quiera; esas manchas moradas revelaron su agotamiento mental y físico. Tanto como las lágrimas en sus ojos mostraban el dolor que deseaba dejar atrás.

De un lado para el otro las personas corrieron junto a ella. Para las demás personas la vida sigue existiendo, el mundo sigue girando, el sol sigue brillando como si nunca hubiera sido testigo del accidente que dejo a tres personas muertas.

Al cerrar la puerta del armario, el frío y el metal hicieron contacto con su piel dejando un pedazo de su corazón congelado mientras cerraba la puerta con llave. Una herida cerrada fue abierta de nuevo, una que tanto ella desesperadamente trató de adormecer con pensamientos y recuerdos positivos antes de que su mundo se hiciera pedazos a sus pies.

Joyce dio la última vuelta a la llave y la tiro a la basura, simbolizando que nunca se abriría de nuevo.

Pero este no era su armario: Era el armario de su amigo.

Su mejor amigo muerto, que murió ayer, junto con los otros dos en un accidente de auto a dos cuadras de su casa.

Joyce comenzó a caminar por el pasillo de la escuela. El ambiente era como la calma después de la tormenta. Nadie hablaba ni una palabra, cada vez que ella levantaba la mirada, la gente la evitaba: Retrocedían unos pasos, bajaban la mirada, continuaban con su rutina como si todo estuviera bien.

Pero no se dio cuenta, porque mientras estuviera viva, nada sería lo mismo.

Perdida en sus propios pensamientos, no se dio cuenta de que estaba a punto de chocar con un chico que no quería volver a ver.

Sus hombros chocaron y sus libros cayeron al suelo.

Sus mejillas se sonrojaron de vergüenza mientras se inclinaba a recoger sus libros: Carpetas, hojas de cálculo, papeles con apuntes fueron esparcidos por el suelo.

Torpemente Joyce trató de recoger las hojas, pero se tambaleó y cayó al suelo. Todos sus trabajos ahora estaban desordenados, como constelaciones rotas.

—Déjame ayudarte.

La voz del chico a su lado hizo saltar su corazón. Joyce miró los cordones de sus zapatos y se aclaró la garganta:

—Gracias.

Y fue entonces cuando todos los recuerdos vinieron de golpe.

—Lo siento —balbuceó.

El contacto piel a piel inmediatamente se interpuso entre ellos mientras dejaba caer las manos a los lados. Joyce rápidamente recuperó la compostura y se levantó ya con las hojas en sus brazos.

Las páginas estaban arrugadas en las esquinas mientras las guardaba en su mochila y se la echó sobre el hombro, casi noqueando a un estudiante que estaba como un fantasma a su lado.

—No deberías llevar tanto peso —dijo el otro chico —, el doctor dijo que necesitabas descansar, ni siquiera debiste venir.

Haciendo caso omiso a cada palabra que decía, mantuvo los ojos fijos en el suelo.

—¿Cómo puedes hablar conmigo? ¿Cómo puedes mirarme aun sabiendo lo que te hice?

—Joyce, mírame.

La forma en la que dijo su nombre cambio todo.

Con sus pestañas húmedas, cometió el error de mirar hacia arriba.

Sus ojos se encontraron.

Joyce se perdió en una galaxia donde ella era el centro del universo.

Un universo que se había estrellado y quemado.

—No lo hagas —Joyce cerró los ojos y se estremeció, su memoria evocando imágenes borrosas de hace unas semanas atrás —. No me toques, Charlie —suspiró y de mala gana dio un paso hacia atrás.

—No tengo nada contra ti —murmuró —, tú no tienes la culpa de nada.

—Es mi culpa.

—No lo es. Es tu oportunidad de seguir adelante y dejar el pasado atrás ¿No lo entiendes? No fue tu culpa, fue mía.

Joyce se atrevió a mirarlo. Ahí estaba otra vez. Su mejor amigo reflejado en Charlie tuvo que apartar la mirada sintiendo como si hubiera visto una parte de sí mismo en su interior.

—No debió haber ocurrido. No deberíamos habernos emborrachado.

—No podemos cambiar el pasado.

—¿Crees que no lo sé? Yo conducía el auto —ella tomó una respiración profunda antes de continuar —. Mi mejor amigo se murió por mi culpa, incluyendo al tuyo, y no pareces estar preocupado.

Miró su reloj, y sin decir una palabra más, se fue a clase.

Entró al aula, miraba su reloj cada segundo, pasaba una eternidad; cada minuto se prolongó como si estuviera en su propio infierno.

El profesor inicio la lectura analizando a Shakespeare "Romeo y Julieta"



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En el texto hay: tristeza y dolor, amor, amor adolescente

Editado: 30.04.2018

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