La sociedad se a encargado de definirnos como el sexo débil. Se han puesto algún día a pensar a que se debe. Tal vez no lo han hecho cada uno de nosotros, pero una gran porcentaje si lo ha hecho.
Yo soy una de ese porcentaje. No sólo lo pienso, yo lo e vivido.
Para explicarles mejor voy a empezar desde el principio.
Nací en un pequeño pueblo donde los hombres se encargan de hacer el trabajo pesado, mientras las mujeres hacen la comida y cuidan los niños. Si las mujeres ayudan a los hombres en el trabajo de la siembra, automaticamente las demas personas tratan a la mujer como marimacha y a los hombres los cataloga como patanes. Irónico verdad? Bueno pues es algo que tuve que aprender.
Desde pequeña mi mamá me enseño que para poder casarme antes debo aprender a cocinar y a lavar. Si no se hacer estas cosas voy a ser mala esposa y mi esposo puede tener el derecho de dejarme.
La mujeres hemos peleado desde mucho tiempo atrás para tener la misma igualdad que los hombres, hasta hora no lo hemos logrado. Por más que tratemos de decir que lo logramos déjenme decirles que no es así. Voy a darles un ejemplo, si un hombre tiene varias mujeres es un orgullo, en cambio si una mujer tiene varios hombres es catalogada como una "puta."
Y van a decir esto a mi que me interesa? Pero esto les va a ayudar a entenderme. Yo crecí con estas normas. Mi madre siempre estaba encargada de recordarme cada minuto, como debía vestir, hablar o hasta actuar. Al ser la hija única ella era más severa con mi educación.
Ella me educó para ser la mejor esposa, una mujer que sabía cuidar una casa, una mujer que sólo le perteneciera a su esposo, una mujer sin ningún escándalo, una mujer que cualquier hombre estuviera orgulloso. Así es, en mi pueblo un hombre no te busca por tu belleza si no por tu pureza.
Por esa razón, mi mamá siempre me cuido más que a nada. Mientras mi hermano jugaba fuera, yo no podía hacerlo por que la gente podía hablar de mi.
Siempre me la pasaba estudiando o dentro de la casa así que mi vida amorosa y social se basaba en nada.
Cuando mi familia decidió mudarse a Estados Unidos pensé que todo iba a ser diferente.
A los 15 años mi familia decidió buscar una mejor futuro, así que no mudamos a Richland Washington, una gran ciudad.
Aquí las mujeres tienen más libertad, yo miraba a mi prima, que ella podía salir con chicos e invitarlos a su casa, pensé que yo también podía tener amigos y que las reglas que mi familia tenía sobre mi había cambiado, pero me equivoqué.
En mi camino había muchas barreras que me impedía ser lo que yo quería, pero la barrera más grande que tenía que pasar era mi propia barrera
Una barrera que yo sola había creado, una barrera que fue creada envase a lo que la gente quería de mi, a lo que mi familia esperaba de mi, y a lo que la sociedad podía decir o pensar de mi.
Pero jamas me di por vencida y la recompensa fue mi propio ascenso al éxito.