A veces, las mejores cosas pasan sin razón aparente, sin esperarlo, sin pensarlo, e incluso sin quererlo. Y eso precisamente es lo que me pasó, y lo peor de todo, es que no me di cuenta de ello hasta que lo perdí.
Los días que en un inicio pensaba que eran la peor cosa que me podía pasar y estar rodeada de su gente me desesperaba y horrorizaba. Pero al final, sin darme cuenta, se convirtieron en algo importante en mi vida, sobre todo él.
Él era todo perfección en un inicio, pero con el paso de los días me di cuenta de que eso era puro cuento y que tenía muchos defectos. Y eso fue lo que hizo que pasase de no querer verle a ansiar estar con él siempre.
Él me dio decepciones y alegrías, me enseñó cosas que no sabía y descubrió una parte de mí que ni yo misma conocía. Me obligó a amar mis imperfecciones y es a día de hoy lo que más le agradezco. Él fue el que me dio el empujón que necesitaba para yo sola cambiar, así que en parte, soy como soy gracias a él.
Pasaron tantas cosas que no podría contarlas en una simple hoja. Es por ello que guardé todas mis experiencias vividas en ese corto tiempo en un diario que por fin hoy me atrevo a enseñaros a todos.
Os enseñaré que todos brillan por igual y que no tienes que romper lámparas para brillar más.
Soy Athanasia Edevane y dejé de romper lámparas.