Romy y Julius

Capítulo 16

Julius me lleva consigo a un restaurante, el lugar esta bastante lleno, parece ser que es muy popular por este lado de la ciudad.

Una joven rubia lo reconoce al entrar, esta sonríe y mientras hablan me parece ver que le coquetea, lo cual me hace sentir incómoda, pero no sé si se debe al hecho de que parece que soy yo quien le estorba a la pareja o porque he descubierto que Julius es todo un don juan.

Si bien, jamás creí en su absurda declaración de amor, darme cuenta de que en realidad no es lo que dice ser, no creo poder darle mi total y absoluta confianza.

—Por aquí, señor Carusso—expresa la chica introduciéndonos hacia el interior del restaurante, pero no al mismo salón que esta lleno de gente, sino que nos lleva por varios pasillos hasta llegar un jardín con bastantes flores aromáticas. Ahi hay una mesa que esta aislada de cualquier fisgón, hay una vela en medio y una cesta de pan de ajo partidos en diferentes pedazos.

Antes de tomar asiento, Julius se coloca detrás de mí para ayudar a empujar mi silla. Luego él toma asiento frente a mí y aquella señorita con la que parecía estar coqueteando nos entrega dos menús uno para él y otro para mí. Al tomarlo, observo con atención su rostro, es joven por lo que su piel es tersa, tiene un lunar en la mejilla y otro cerca del labio, en tiempos antiguos eso era considerado como símbolo de belleza y sensualidad, por lo que no me extraña que Julius se sienta atraído hacia ella.

—¿Qué desean ordenar?—cuestiona la chica con una sonrisa en los labios.

—Para empezar podrías traerme un Risotto alla milanese, tengo bastante hambre—dice mientras esboza una sonrisa para después dirigirme la mirada. Instintivamente, agacho la vista hacia las letras frente a mí con fotografías de los diferentes platillos que sirven aquí— ¿Qué deseas ordenar?

—Quisiera un spaguetti alla carbonara—digo aunque no muy convencida de mi propia elección, únicamente lo elegí porque debido a la mirada de Julius, las letras del menú no parecían tener sentido alguno.

—¿Segura?—cuestiona enseguida— hay más cosas bastante deliciosas en el menú.

—¿Esta diciendo que nuestro spaguetti no es muy bueno, señor Carusso?—cuestiona la mujer con cierto tono de broma y sarcasmo, Julius sonríe y niega con la cabeza— entonces spaguetti será.

—¡Tío Julius!—dice una voz infantil. De pronto un niño entre unos seis u ocho años salta a los brazos de Julius moviendo la mesa de su lugar. El niño tiene el cabello oscuro, ojos verdes y aparte tiene un encanto que solo tiene los niños de su edad— ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

—Perdoname Niccolò— le expresa Julius con una gran sonrisa— te habría avisado, pero hoy no vine a jugar contigo.

—¿Entonces porque viniste?—se queja el niño haciendo pucheros, entonces Julius mira en mi dirección— hoy vine a mostrarle a mi nueva amiga los platillos que prepara tu padre.

El niño se vuelve hacia mí, pero a diferencia del como miro y le sonrió a Julius, a mí me dirige una mirada recelosa y hasta me atrevo a decir, enfadada.

—Niccolò, vuélvete a la casa. No ves que el señor Carusso hoy tiene una cita—expresa la mujer con obvio enfado ante al que al parecer es su hijo y por lo que acabo de escuchar, quien prepara la comida es el padre del niño.

—¿De amor?— cuestiona el niño. Mis mejillas se enrojecen, pero no por lo que ha dicho, sino porque me di cuenta de que en realidad Julius no estaba coqueteando con ella, sino siendo bastante amable, debe llevarse bastante bien con la chica y quizás yo confundí las cosas.

Julius suelta leve carcajada, pero no se atreve a responderle al niño

—¿Sucede algo?—me pregunta Julius en cierto momento, parece que me ha descubierto.

—No, nada—digo mientras le ayudo a la joven mesera a arreglar la mesa que su hijo ha desacomodado.

—Por favor, una disculpa—dice la joven madre mientras toma a su hijo en brazos para llevárselo de aquí— no debes molestar al señor Carusso, Niccolò, él es un hombre bastante importante.

—Pero...—se queja el niño mientras su mamá se lo lleva del jardín.

—No pareces muy contenta—menciona una vez que estamos solos.

—No es eso—digo un poco nerviosa, si él supiera todo lo que se me ha cruzado por la mente este día, seguramente pensaría que necesito ayuda psiquiátrica— todo es nuevo para mí.

—¿Te sientes incómoda o insegura?—cuestiona extendiendo su mano por encima de la mesa de forma natural, dejando su mano muy cerca de la mía, como siquiera tocarme, pero no sé si lo que hace, lo hace a propósito o simplemente yo soy muy observadora.

—Un poco— admito— pero por favor, no lo tomes personal. Mi padre siempre me dijo que no debía cruzar a este lado de la ciudad o algo malo me sucedería.

—Romy, nadie te hará ningún daño si estás a mi lado— expone estirando sus dedos, esta vez adrede. Las puntas de nuestros dedos se tocan y ese simple tacto me agita el corazón. ¿Por qué lo estoy permitiendo?

La conocida de Julius entra de nuevo al jardín, por lo que ambos separamos nuestras manos y las bajamos de la mesa. Llega con una botella de vino y dos copas para degustar.

—Cortesía de la casa—expresa con una sonrisa mirándonos a los dos. Abre la botella y sirve porciones iguales en cada copa para dejarlas frente a cada uno.




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