Poco después, un acomodador se aproxima a nosotros para guiarnos hacia nuestros asientos, los cuales Julius decidió que debían ser a mitad de la sala, donde pudiéramos disfrutar de una buena vista, pero sin tener alzar nuestra vista para conseguirlo.
—No sabia que había otro lugar donde se pudiera disfrutar de buenas obras de teatro, ademas de la arena de Verona—menciona en voz baja antes de que comience la función.
—Ni yo—admito, entonces él me mira extrañado y yo únicamente sonrió en respuesta, gesto que Julius imita.
Pocos segundos después, el telón de terciopelo del escenario se abre al comenzar el primer acto y conforme avanza la obra, Julius se muestra en cierta forma, cautivado por el romance entre Romeo y Julieta, pero todo cambia cuando ambas familias se enteran de su amor e incluso cuando Romeo toma el veneno para morir junto con su amada, Julius me toma de la mano sin querer, pero al estar tan concentrado en la trama de la historia ni siquiera se percata de ello o al menos eso es lo que pienso.
Cuando termina la obra y el telón se cierra después de una serie de aplausos para los actores, las luces se encienden y Julius finalmente se percata de que su mano esta muy justa a la mía, pero en vez de soltarme, disculparse y levantarse para irnos de la sala como los demás asistentes, su pulgar acaricia mi piel, eleva la vista y entonces nuestros ojos se encuentran a medio camino.
Me parece que abre los labios para decir algo, pero enseguida el acomodador le interrumpe al hacer acto de presencia para indicarnos salir de la sala, solo entonces me suelta y nos vamos de ahí.
Al salir del teatro me percato que el día se nos ha ido demasiado rápido, ya ha oscurecido, pero aún hay gente paseando alrededor de las calles de este lado de la ciudad, entonces sugiero ir a uno de esos restaurantes junto al río para cerrar la noche con una buena cena y así lo hacemos.
—¿Has salido de Verona, Julius?—cuestiono para romper el silencio que Julius se ha encargado de crear, no parece ser el mismo.
—Por supuesto—dice mientras juega un poco con la comida en su plato, incluso parece no tener hambre— no creas que porque me preocupo tanto por esta ciudad y su gente, eso me haga ajeno a lo que el mundo ofrece.
Suelto una pequeña risita, al ver que mi pregunta ha funcionado, ahora sonríe y parece que la vista que ofrece el río lo ha hecho salir de ese trance que le provoco la historia de Romeo y Julieta.
—¿En qué universidad estudiaste?—cuestiono para seguir con esa serie de preguntas.
—En la universidad de Foscari—admite, aunque no muy orgulloso.
Bebo un sorbo de agua mineral mientras recuerdo donde esta esa universidad, hay bastantes en Italia, aunque las mejores son las privadas y, ya que ese nombre no me suena conocido, supongo que asistió alguna de esas.
—¿Y tú, Romy?— expresa mientras revuelve un poco el vino tinto en su copa, para después darle un pequeño sobro que pinta sus labios y esa acción, por muy común que parezca me deja hipnotizada, a tal grado que puedo ver con claridad como sus labios se pintan de rojo.
—En la universidad de Brescia—admito, aunque no muy orgullosa de ello, ya que es un instituto privado y aunque me gustaría explicarle a Julius porque elegí ese sitio como mi alma mater, sé perfectamente que él no es el tipo de persona al que le interese saber donde estudie, es decir, por mi nivel social, puesto que los jóvenes de nuestra edad suelen elegir institutos que no solo les instruya en una carrera profesional, sino que también les ofrezca una cultura económica donde puedan relacionarse con personas que ya tengan un nivel social establecido, como hijos de políticos o empresarios.
—He escuchado que solo se puede entrar por invitación. ¿Es verdad?
Trago saliva y al no hacer debidamente siento que estoy por ahogarme, así que me veo obligada a tomar un trago de agua mineral para conseguirlo.
—En realidad es por recomendación académica—aclaro, no quiero que piense que fue la influencia del dinero de mi padre lo que me permitió tener un lugar en Brescia.
—¿Te encuentras bien?—cuestiona frunciendo levemente el ceño, quizás desconcertado por mi comportamiento, no sé por qué estoy tan nerviosa.
—Si, no te preocupes—me animo a decir, entonces él estira un poco la mano en mi dirección por encima de la mesa, cosa que me extraña. Lo he visto muchas veces, con parejas en roma, es común ver a los hombres hacer eso cuando quieren tomar la mano de su novia, pero el que Julius lo haga, me parece insólito.
—¿Te gustó la obra?—murmura entre un tono seductor y melancólico.
—Por supuesto. Todas queremos un romeo que suba hasta nuestro balcón a recitarnos poemas de amor— admito, pero después de recordar con quien estoy, pienso que Julius podría fingir ser romeo solo para seguir con su juego de seducción, así que decido añadir algo más— pero en los tiempos de Julieta lo mejor a lo que las mujeres podíamos aspirar era a casarnos, hoy tenemos otro tipo de sueños.
—¿Cómo cuáles?—musita en voz baja mientras me dedica una mirada llena de devoción—me gustaría saber cuáles son tus sueños Romy.
—¿Mis sueños?—repito con voz nerviosa.
—Sí, quiero saber que te motiva cada mañana al despertar—menciona estirando un poco más el brazo hacia mí—quiero saber si tus anhelos te quitan el sueño cada noche al irte a la cama o incluso si sueñas con eso que tanto deseas.
Sospecho que la obra de Romeo y Julieta ha inspirado a Julius a hablar de esa forma tan sentimental, pero de algún modo algo me hace creer que no esta hablando precisamente de mis sueños, sino la percepción que tengo de ellos. Pienso que la manera que habla sobre los sueños es la misma que él siente, pero ¿Que le quitara el sueño como para hablar así?
—La realidad es que alguien como yo no puede tener sueños—admito con cierto pesar—creo que si hay alguien en este mundo que pueda comprenderme, ese eres tú.
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Editado: 14.11.2024