Romy y Julius

Capítulo 22

Al día siguiente, me levantó al punto de las nueve de la mañana, sintiéndome culpable por haber sido tan inocente ante un Carusso, si mi padre se entera de ello seguro que estará muy decepcionado de mí.

Mientras me cambio la pijama pienso que esta experiencia no debe quedar en el olvido, sino que debo aprender de mis errores. No puedo confiar en nadie, al menos no en las palabras de un Carusso por muy esperanzador qué suene.

Me digo a mí misma qué lo mejor sería no mencionarle a nadie mi encuentro con Julius Carusso y en cuento a Vittoria, lo mejor sería explicarle qué no llegue a ningún acuerdo con él, puede que ella me exija saber el motivo y aunque me gustaría decirle la verdad, creo que ella no es más que otra víctima de ese hombre, no quiero que se sienta responsable por haber estado expuesta ante un Carusso por su causa.

Por supuesto, no olvido a Alessandro y sus advertencias. Sabia bien lo que podía pasar y aunque saber que Julius solo estaba utilizándome, creo que eso no fue lo peor que pudo pasarme. Mi amigo lo sabia y aun así no quise escucharlo y a estas alturas me parece que no puedo siquiera mirarle a los ojos.

En cierto momento me dirijo hacia la mesita de noche, pero entonces recuerdo el porqué el móvil debe permanecer apagado, eso me molesta un poco y pienso en salir a Verona para cambiar mi número telefónico, pero precisamente ahora no puedo.

Dejo el teléfono en su lugar y bajo a desayunar, y ya qué no pienso salir a ningún lado, al menos el día de hoy, llevo puesto un pantalón deportivo holgado de color gris, así como una camiseta blanca de tirantes delgados, los cuales no se notan debido al top de manga larga qué hace juego, es un conjunto muy popular en Roma, donde el calor no es tan sofocante para poder andar de aquí para allá sin sudar.

Al llegar al comedor descubro qué el lugar está vacío, aunque la Nonna ha preparado todo como siempre, solo que es notorio qué alguien no va a desayunar y supongo que ese alguien es mi padre.

Tomo asiento y antes de tomar la jarra de café recién hecho, la Nonna se hace presente con una bandeja de pan en las manos.

—Buongiorno, cara ragazza—expresa y aunque su sonrisa parecer ser igual a los otros días, me parece que algo oculta o al menos eso es lo que su cuerpo me dice, parece preocupada—¿Qué te apetece desayunar el día de hoy?

—En realidad no tengo mucha hambre esta mañana—admito, aunque quizás es el hecho de que la culpa me carcome por dentro lo que no me permite comer ms allá de un pan y un café, por supuesto, esta vez sin azúcar, como castigo por mi ingenuidad.

—¿Sucede algo mia ragazza? —cuestiona la Nonna colocando una mano sobre mi mejilla y también sobre mi frente para asegurarse de que no estoy enferma.

—Un nuevo dieta—me justifico y de su bandeja de pan, tomo uno, de estilo francés para después cortarlo a la mitad con un cuchillo y juntarle un poco de mantequilla.

—Esas cosas no sirven para nada—me regaña la Nonna mientras coloca otro pan sobre mi plato, quizás en un intento par compensar el vacío de mi estómago.

Posterior a eso, ella da la vuelta para dirigirse a la cocina, verla marchar me recuerda el inmenso vacío qué sé siente alrededor. ¿Donde esta mi padre?

—¿Mi padre aún duerme, Nonna? —me animo a preguntar y entonces, ella de súbito se detiene.

—No—responde— él aún no vuelve de su viaje.

Escuchar eso me preocupa, los viajes de mi padre no suelen demorarlo, a menos de que exista algún problema, por lo que su ausencia solo confirmaría lo que escuche anoche. Los Carusso están detrás de todo esto.

—¿Sabes cuál es el motivo qué lo detiene? —cuestionó y entonces me parece que la expresión de la Nonna se descompone un poco, parece saber mucho de lo que sucede, pero la pregunta aquí es: ¿Me lo dirá?

—¿Por qué tendría que saberlo, mi niña Romy? Sabe bien qué su padre no me cuenta ese tipo de cosas, yo solamente cocino—niega con la cabeza y entonces vuelve a la cocina y por como reaccionó, intuyo qué tal vez no se atreverá a volver mientras no ceda con el interrogatorio.

Y aunque mi desayuno transcurre en un silencio qué no logra convencerme, decido entonces llamar a Vittoria, puede que la Nonna se justifique diciendo que tan solo es parte del personal y que ella no sabe nada en lo absoluto, pero sé quien debe saber lo que esta sucediendo y esa es mi querida prima.

Mientras pienso en ella y en las preguntas que tengo por hacerle, la Nonna regresa, esta vez con el teléfono fijo de la casa, parece que alguien llama.

—La niña Vittoria—me anuncia la Nonna en un susurro como si fuera una manifestación de lo que pensaba hacer. Por supuesto tomo la llamada mientras continuo ingiriendo mis alimentos y claro, mi querida Nonna, se va del comedor par darme privacidad, aunque sé bien qué ese no es su estilo.

Puede qué realmente desee evitarme debido a lo que le pregunte.

—¿Aló? —cuestionó enseguida intentando parecer alegre, Vittoria no tiene por qué saber lo que sucedió ayer.

—¿Por qué diablos tienes el teléfono apagado? —me reclama ignorando mi saludo.

—Olvide ponerlo a cargar anoche—miento.

—Maldición, Romy. ¿Sabes que hora es?—pregunta, cosa que no entiendo enseguida, pero aun así busco el reloj de pared qué esta pegado al otro lado de la habitación.

—¿Diez y media? —le informó aunque en tono de pregunta, no sé a donde quiere llegar con esto.

—Exactamente—reclama debería seguir dormida, pero la señorita no tiene tiempo de encender su teléfono.

—No te entiendo. ¿Si estabas dormida para que estás llamándome?

—Julius me despertó—explica y entonces comprendo la razón de su enfado—dice que lo estás ignorando.

Intento mantener la calma, no creo que sea el momento adecuado para hablar de esto.

—Ah, sí—expreso sin mucho ánimo.

—¿Ah, sí? —repite y me parece que lo hace con cierto enfado— ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo para que te enfadaras así con él?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.