Miro el reloj, son las diez de la noche. La brisa de una lluvia fresca de verano golpea con suavidad el vidrio de mis ventanas. Para alguien con un alma tranquila, es el clima perfecto para sumergirse en un libro, tomar una buena taza de café mientras se esta acurrucado en la cama con varias mantas tibia y reconfortante, pero no sé porque motivo mi mente se obliga a si misma a releer algunos párrafos, mi mente no parece estar aquí.
Ha pasado una semana desde que decidí cambiar mi numero de teléfono, por seguridad y porque de ese modo podría encender mi teléfono sin temor a recibir un mensaje de Julius. Una parte de mi le habría reclamado gustosa de su atrevimiento e incluso le habría amenazado, pero mi parte cuerda, la que sabe pensar antes de actuar, me hizo pensar en las consecuencias de mis actos.
Por muy imbécil que fuese, no debía por mucho que lo deseara, hacer algo impulsivo en su contra. No podía olvidar que Julius no era cualquier imbécil al que no temería gritarle a la cara, él era el hijo de un jefe de la mafia al que mi padre se había estado enfrentando por años. Ser impulsiva unicamente provocaría que ambas familias terminaran por destruirse una a la otra.
Bajo el libro de mis manos, es imposible leer sabiendo como ha estado mi cabeza los últimos dias, sigo un tanto preocupada por la situación en Verona, cada día hay mas enfrentamientos que atraen a medios de comunicación nacionales y aunque la mayoría de ellos, toma las peleas como situaciones debido a la inseguridad, los que viven en Verona y los que pertenecen a la mafia, saben que la realidad es otra.
Instintivamente miro mi mesa de noche, justo en el lugar donde solía haber un jarrón de rosas bastante aromáticas,las cuales desgraciadamente me recuerdan a Julius y aunque sé que entre nosotros no paso nada grave, me desagrada tener que admitir que me lleve una enorme decepción.
Me levanto para acomodar el libro sobre mi escritorio, luego suspiro y pienso en retomar los planes que tenía al venir aquí, solo quería descansar un tiempo antes de comenzar mi vida laboral, pero ahora...
De pronto escucho un ruido, un ligero golpeteo en la puerta del balcón. Parece como si alguien estuviera golpeándola, pero ¿Como?
Enciendo la luz, ya que lo único que había estado iluminando mi lectura había sido mi lampara de noche. Miro la puerta del balcón con recelo, puesto que parece que hay alguien afuera, pero la propiedad esta rodeada de seguridad. ¿Quien podría atreverse a entrar de este modo mientras sigue lloviendo?
Inhalo aire y con él, un poco de valor para abrir la puerta, pero antes me pongo un suéter ligero, afuera debe estar haciendo bastante frio, así que una vez lista, avanzo hacia la puerta y la abro.
—Romy—pronuncia Julius frente a mi.
Mi corazón salta al verlo ahí parado y todo empapado. Lleva puesta ropa oscura, un conjunto que posiblemente le ayudo a llegar hasta aquí sin ser visto. Impactada y un tanto asustada, me limito a dar un paso atrás. ¿Como logro entrar?
—¿Que haces aquí?—cuestiono en un susurro e instintivamente miro hacia la puerta y también hacia el exterior del balcón, esperando que nadie lo hubiese visto entrar aquí o habrá muchos problemas.
—No respondías mis mensajes y mis llamadas— se justifica, pero en ese momento no sé que responderle.
—Entra o alguien te vera—le sugiero para cambiar de tema y encontrar el valor necesario para escupirle en su cara todo lo que le dijo al Sindaco de la ciudad, no puedo creer que tenga la cara para venir a verme sabiendo que intenta engañarme.
Julius me dedica una sonrisa, pero esta parece amarga y melancólica, pero al final hace lo que le digo, entra a mi habitación, pero en el preciso instante en que sus pies tocan la alfombra, me arrepiento de ello. Es la Nonna quien se encarga de la limpieza de mi habitación. ¿Como podre justificar una huellas de zapatos tan grandes en la alfombra?
Aunque supongo que ese es el menor de mis problemas en este preciso instante. Vuelvo a Rodear a Julius mientras él parEce estar entretenido observando mi habitación.
—¿Que haces aquí?—protesto en un susurro y entonces él me mira y frunce ligeramente el ceño, parece que al fin se ha dado cuenta que mi humor no es el mejor como para tratarlo con cortesía.
—¿Acaso te ofendí en algo, Romy?—cuestiona y me parece que su voz casi suena afligida.
—¿Acaso crees que soy estúpida?—escupo finalmente mientras me cruzo de brazos.
—¿De que hablas?—dice completamente desconcertado, pero su expresión solo me dice que no tiene idea de lo que estoy por decirle.
— El sindaco Francesco— le recuerdo y entonces alza levemente las cejas— los escuche hablando aquella noche.
Mi habitacion, la que siempre considere como mi escondite, hoy se siente extraña, como una cueva oscura en la que apenas se puede respirar, pero no soy yo precisamente quien se encuentra en problemas, sino que es Julius quien no parece tener idea de que decir.
—Romy, espera, puedo explicar que fue lo que escuchaste...
—¿Romy?—dice la voz de mi padre de pronto—¿Estas vestida? ¿Puedo pasar?
Me llevo la mano a la boca para evitar emitir un grito de desesperación. ¿Porque ocurre esto ahora?
—¡Un segundo!—grito y entonces trato de buscar con la mirada un sitio donde poder esconder a Julius, pero lo único que se me ocurre es devolverlo a la lluvia, seria muy arriesgado que camine por la alfombra cuando puede dejar huellas.
#1242 en Novela romántica
#470 en Chick lit
mafia dolor deseo lujuria, mafia accion dinero narcotrafico droga, mafia accion drama
Editado: 14.11.2024