Romy y Julius

Capítulo 29

No sé como o porque, pero frente a mí, descubro la figura de Vittoria. Cuando ella se gira hacia mí, me parece que se tambalea un poco dándome el espacio para observar que Leonardo lucha cuerpo a cuerpo contra Julius.

—Romy...—escucho la voz de Vittoria, así que vuelvo la vista hacia ella, pero al hacerlo descubro con horror que ella se cubre un costado de su abdomen. Sus manos están llenas de sangre, la cual fluye sin control y ya sea por el shock o por el hecho de perder sangre, ella cae sin remedio hacia el suelo.

—¡Vittoria!—logro emitir y mi voz resuena por todo el recinto mientras corro en auxilio de mi prima.

—Romy...—vuelve a pronunciar mi nombre cuando me hinco sobre el suelo para colocar mis manos justo por encima de las suyas para hacer presión en la herida— ¿Estás bien?

—S-si—digo con voz nerviosa— todo gracias a ti.

—Me alegra oírlo—logra pronunciar, pero enseguida tose un poco de sangre por la boca, hecho que me asusta demasiado.

—Por favor, no hables—le suplico mientras observo como el color de sus mejillas palidece rápidamente— aguanta un poco, hablaré a emergencias, así que estarán aquí en poco tiempo. Solo resiste.

—Romy... yo lo lamento—vuelve a toser, esta vez me parece que saca aún más sangre que antes. Tengo la necesidad de quitar mis manos de su herida, pero presiento que si lo hago ella se desangrará más rápido, así que levanto la vista en busca de ayuda y enseguida me encuentro con el filo de una navaja frente a mí.

Leonardo intenta cortar mi cuello, pero en un movimiento inesperado logro esquivarlo al impulsarme hacia atrás, pero al hacerlo ese inesperado acto, he dejado de ejercer presión sobre la herida de Vittoria, así que vuelvo hacia ella, intentando proteger con mi cuerpo el suyo para evitar que Leonardo termine con su vida, pero sin previo aviso un segundo disparo interrumpe el silencio.

Al volver la mirada, descubro con un poco de asombro que ha sido Julius quien ha disparado en contra de Leonardo. No sé donde ha conseguido darle, pero enseguida Leonardo cae cerca de Vittoria, pero a diferencia de ella, él ya no logra moverse.

—Romy. ¿Estás bien?—emite y su voz parece ser una luz al final de un túnel oscuro. Realmente no sé si me encuentre bien en estos momentos, pero logro asentir para tranquilizarlo, en estos momentos no soy yo quien importa, sino el bienestar de Vittoria.

Julius rodea el cuerpo de Leonardo para arrodillarse junto a mí.

—Tenemos que llevarla a un hospital—indico, él tiene la fuerza suficiente para levantarla. Si logramos llevarla a un auto, quizás podamos salvar su vida.

—Romy—le escucho decir, pero su voz no suena ansiosa o temerosa, sino más bien acongojada.

—¡Julius, por favor!—protesto, este no es momento para calmarnos.

—Ya no hay nada que podamos hacer, Romy. Vittoria ya murió—anuncia y al volver la mirada hacia ella, contemplo su rostro pálido, ha perdido todo su brillo y por supuesto ha dejado de moverse, pero... ¡No puede ser cierto!

—¡No...!—grito e intento mover a Vittoria, pero su cuerpo no se mueve, esta inerte, esta...—¡Vittoria, por favor despierta! ¡No me hagas esto Vittoria! ¡No te vayas, por favor! ¡No me dejes sola!

Julius me abraza, sus brazos son lo suficientemente fuerte para controlarme, así que después de una lucha sin sentido, él me apoya sobre su pecho y aturdida por lo que acaba de pasar, cientos y cientos de lágrimas brotan de mis ojos.

—Julius...—pronuncio.

—Siento haber llegado tarde, Romy—dice, pero me parece que la voz que pronuncia esas palabras no es el Julius que yo conozco, sino que se trata de una persona que en realidad no conozco, sin embargo, sé que el hombre que me sostiene es él.

—Vittoria esta muerta—pronuncio, como si él no hubiese estado presente, pero en realidad son palabras que me veo obligada a decir para poder asimilarlas y aceptarlas.

—Tienes que irte, Romy—me informa, cuestión que me obliga levantar la mirada hacia él.

—¿Qué?—logro decir con evidente confusión— no puedo, no me iré sin Vittoria.

—Romy, sé lo que sientes en este momento, pero debes recordar quien eres y donde estás parada—expresa, pero mi cabeza no tiene la voluntad para poder analizar que significan sus palabras—la muerte de Vittoria y la de Leonardo van a desatar la guerra en Verona.

Miro de reojo el cuerpo inerte de ese asesino que no recibió su merecido, la muerte fue el mejor destino que pudo tener. Julius fue demasiado benevolente con él, eso es lo que pienso al verlo, pero sé que lo hizo, lo asesino para que él no terminara con mi vida y aunque se lo agradezco, quizás la muerte no hubiese sido lo peor para mí. Estando viva y sin Vittoria es peor que morir.

—¡No lo haré!—vocifero mientras intento alejar el cuerpo de Julius de mí.

—Romy, si te quedas aquí, mi familia te culpará y te cazará sin importar lo que yo les diga. Si te vas, podemos decir que ambos se mataron mutuamente, así ninguna familia tendrá la necesidad de vengarse, por el momento ¿Entiendes?

Medito lo que dice, a pesar de mi dolor, sus palabras suenan coherentes. Lo suficiente para asentir, pero me es difícil moverme y dejar ahí tirada a mi querida prima y amiga. Aún no puedo creer que esta muerta. ¿Por qué?

—Por favor, levantate, el suelo está frío—dice extendiéndome su mano, la cual observo por unos segundos y después la tomo, pero no me animo a moverme, mi cuerpo se niega a irse.

Siento un profundo vació en el pecho, pero al mismo tiempo algo que me molesta. Entonces recuerdo el mensaje, si fue Leonardo quien lo envió. ¿Como obtuvo mi número?

—Debes estar decepcionado ¿No es así?

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Querías matarme y enviaste a Leonardo hacer el trabajo sucio—le anuncio mientras me alejo un paso de él.

—Entiendo que debes estar muy desconcertada por lo que paso, pero yo no envié a Leonardo a matarte, no es momento de sacar conclusiones apresuradas—protesta y me parece que mis palabras lo hieren de alguna forma—de haberlo deseado, lo habría hecho la primera vez que nos vimos. ¿Por qué habría de esperar tanto tiempo?




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