Romy y Julius

Capítulo 30

—Ve con cuidado—me advierte Julius, mientras mira al gentío del otro lado de la plaza. Ahora que lo pienso, me parece que Leonardo lo planeo con mucha sutileza. Utilizo el evento para hacerme venir, pero para agilizar las cosas, uso un lugar que sabia que estaría vacío y no le importo profanar un templo para intentar asesinarme, pero con lo que no contó fue el hecho de que tanto Julius como Vittoria aparecieran sin previo aviso.

¿Como sabían donde encontrarme? ¿Como es que llegaron tan rápido? ¿Acaso estaban juntos? ¿Por qué?

Miles de preguntas me invaden mientras asiento con la cabeza, puesto que no tengo voz para hablar en este mismo momento.

—Romy—me llama la atención y al levantar la vista hacia él, descubro que me mira con una tristeza que me impacta—te llamaré pronto para hablar sobre esto, mientras tanto al volver a casa, quiero que finjas no saber nada sobre Vittoria ¿De acuerdo?

—¿Y su cuerpo?— mi voz tiembla al hablar sobre ello, no me siento bien con esto, es una horrible pesadilla de la que quisiera despertar.

—Me haré cargo de que llegue a casa—dice mientras toma mis manos entre las suyas, estas están heladas, pero en un intento de confortarme, intenta sonreír, pero al igual que yo su expresión es lúgubre a tal grado que me hace creer que realmente le ha afectado la muerte de Vittoria.

Un par de lágrimas brotan y resbalan por mis mejillas, no puedo controlar lo que siento, simplemente siento que debo llorar y derrumbarme o de otra forma el dolor acabara conmigo, pero sí Julius esta tan consternado y al mismo tiempo ansioso, puede significar que realmente algo malo esta por ocurrir.

—¿Lo prometes?—mi voz me vuelve a fallar, pero en esta ocasión Julius coloca su mano sobre mi mejilla y con su pulgar limpia el rastro que dejo mi lágrima.

—Te lo prometo, Romy—expresa colocando su mano sobre el pecho, justo a la altura de su corazón y aunque sus palabras no me hacen sentir del todo bien, sé que puedo depositar mi confianza en sus manos, después de todo él también salvo mi vida al matar a Leonardo. Me pregunto. ¿Cuál será la consecuencia de salvar mi vida?

Deposita un beso sobre el dorso de mi mano, tan rápido que apenas logro sentir el calor de sus labios. Entonces doy un paso lejos de él, posteriormente doy otro y luego otro, hasta que finalmente nuestras manos se separan.

Me alejo rápidamente de la plaza, por supuesto, mis piernas se mueven por instinto, porque realmente no me siento yo misma, de hecho me parece que todo tiene un aspecto diferente, como si flotara en el aire, pero no como aquella sensación de estar enamorado, sino que es como si algo me llevara por una senda oscura por la que estoy obligada transitar, es como estar presente sin estarlo.

Pocos minutos después logro llegar al restaurante, no esta muy lejos de la plaza, pero debido al evento de música, las calles están cerradas para ser ocupadas como estacionamiento, así que me fue difícil llegas hasta aquí.

Por supuesto, el sitio tiene el cartel de cerrado, pero al asomarme por la puerta, veo al pequeño, que si no mal recuerdo, se llama Niccolò. Enseguida llamo su atención al golpetear el vidrio de la puerta, él se vuelve hacia mí y sonríe.

Lo veo mover los labios para después señalarme, así que en un instante su madre aparece en mi rango de visión y como era de esperarse, ella frunce el ceño algo desconcertada y enseguida comprendo por qué, lleva un teléfono en la mano, por lo que supongo que Julius ya le ha contado el porqué estoy ahí.

—Vamos, pasa—me indica al abrir la puerta, mira alrededor, tal vez para verificar que nadie me ha seguido y entonces vuelve a cerrar la puerta detrás de mí.

—P-perdón—logro decir avergonzada por mi forma de llegar y también por el rostro que debo lucir en este momento.

—No digas eso—responde Sofía, la madre del pequeño y amiga de Julius—ven, será mejor que te bañes

Agacho la mirada hacia mi ropa, estoy bastante sucia y me parece que hay algunas gotas de sangre, pero apenas son visibles, aunque claro, mi pantalón fue lo que menos se ensució, pero mi blusa.

—Si— logro decir y entonces sigo a Sofía, quien me lleva de la mano en dirección hacia una puerta, al abrirla veo peldaños que suben al segundo piso

—Niccolò, dile a tu padre que recoja la mesa de atrás, el tío Julius ya no va a volver. Estaré arriba ¿De acuerdo?

—Sí, mama—le responde el niño y sin esperar nada más, Sofía cierra la puerta y me guía escaleras arriba.

Enseguida logro ver que la planta superior es utilizada como vivienda, seguro que viven aquí. Trato de ocupar mi mente en otra cosa, en ver su decoración o sus muebles, pero nada funciona, no logro concentrarme en nada más que en el último recuerdo que tengo de Vittoria, en su rostro antes de morir, el cómo sus ojos iban perdiendo su luz conforme moría.

Mis lágrimas resbalan y claro, no tengo ni una pizca de vergüenza, sino todo lo contrario, creo que no siento absolutamente nada más que dolor y desesperación.

—Aquí es—me informa Sofía, pero me parece que su expresión lo dice todo, se siente incómoda con esta situación o quizás apenada por lo que ha pasado, aunque no sé exactamente que fue lo que le dijo Julius.—deja tu ropa sobre el lavabo, te traeré una muda.

Asiento sin muchas fuerzas ni ánimo y cuando Sofía se va, dirijo mi vista hacia el baño, el cual no es muy grande si lo comparo con el de mi habitación, pero por alguna razón inexplicable se siente realmente reconfortable.




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