Rosas Azules.

Capítulo 4:

Flor en tierra dividida.

Mizuki, tras sus últimas clases y antes de volver a su próxima aula, caminaba por el jardín.

Es de noche, la luna llena se filtra entre los árboles.

Las rosas del invernadero —blancas, azules, rojas— brillaban como si fuesen de cristal.

Nérel la esperaba recostado contra una pared,

como si supiera que ella iba a pasar por ahí.

Nérel:

—¿Me buscabas… o simplemente sabías que me ibas a encontrar?

Mizuki (mirándolo de reojo):

—Jaja, ¿te crees muy importante, no? Solo estoy paseando. El aula es realmente asfixiante.

Nérel (acercándose con su sonrisa suave):

—Si te ahogan, huye. Si te miran, desvía.

Pero si te sientes viva conmigo… quédate.

—Él y yo no somos tan distintos como crees…

Hermanos.

Aunque yo no le diría familia.

Mizuki, sola en su cuarto, mira la rosa blanca que Nérel le dio.

La pone en un vaso con agua.

Pero antes de acostarse, nota que la mariposa blanca de antes está posada en su ventana…

pero esta vez, tiene una mancha roja en una de sus alas.

“Algo dentro de ella despertaba,

y no era amor.

Era algo más frágil.

Algo que no buscaba ser

correspondido…

solo existir.

Y la mariposa lo supo primero:

con su ala manchada,

como prueba de una mordida

que no le pertenecía.”



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En el texto hay: misterio, búsqueda de identidad

Editado: 09.07.2025

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